Una de las cosas que el tiempo enseña a superar es el ego, uno de los grandes enemigos de la humanidad en el que se retratan todos aquellos individuos que, pese a los años, no logran vencerlo; peor aun, se empobrecen a si mismos e inspiran lástima en los demás. Pero la relación ego/tontería, tantas veces bien reflejada por Javier Macías en nuestras conversaciones, se cae siempre por está última.
Anticipo la advertencia porque no es por colocarme una flor en el ojal que he decidido hacerme eco de lo que a sorprendido tanto a bobos como a maledicentes: la convocatoria de Pedro Geromel por Brasil con vistas al Mundial de Rusia 2018.
Llegó al Mallorca en la temporada 2012-13, cedido por el Colonia a cambio de un millón y medio de euros. Escribí entonces y sostuve contra viento y marea que fue uno de los mejores centrales que pasaron por el equipo, entonces entrenado por Caparrós. Su mayor desgracia es que le fichara Serra Ferrer, lo que atrajo de inmediato el foco de la insidia proyectada sobre el brasileño como parte de la campaña difamatoria orquestada contra el actual vicepresidente del Betis desde dentro del club, con apoyo logístico externo.
No fui un visionario. Eran varios los equipos europeos que iban tras él y había llevado buenas campañas en la Bundesliga. A los 26 años vino al lugar equivocado en el momento menos idóneo. Aun así jugó 30 de los 38 partidos de liga y pagó los platos que muchos se empeñaron en romper.
Su club de origen lo traspasó por dos millones al Gremio de Porto Alegre, donde ha sido elegido mejor defensa del campeonato. Con su llamada en una una de las mejores selecciones del planeta verá recompensada su carrera. Según Transfermarket su cotización actual ronda los cuatro millones y eso que va a cumplir 33 abriles.
Por si hubiera dudas maliciosas, nunca crucé una palabra con él. No le conozco personalmente. Como futbolista lo reconocí desde el primer día.