Un pequeño vistazo al retrovisor nos puede ayudar a hacer una evaluación lo más certera posible de dónde estamos, cómo hemos llegado y a dónde nos llevará esta maldita crisis provocada por la pandemia.
Usted ya habrá observado que cuando me he referido a la ‘crisis’ no he especificado si me refería a la sanitaria o a la económica. Y aquí está el objetivo de la visita al retrovisor.
Desde el día siguiente a la declaración del Estado de alarma del mes de marzo, gobernantes, oposición, empresarios y ciudadanos de a pie llevamos a nuestras espaldas miles de discusiones y debates sobre qué había que salvar, si la salud o la economía, a la hora de tomar decisiones.
Pronto cumpliremos 10 meses de discusión sobre aquel asunto, que es aún el asunto de cada día. Diez meses después, nadie duda de que el gobierno de Pedro Sánchez ha fracasado en los dos propósitos o intentando mantener el objetivo del equilibrio entre ambos: la salud y la economía.
Más de 70.000 muertos en España (más de 400 en Baleares), récord de parados y de ERTEs eternos, y decenas de miles de empresas de todo tipo que ya tienen escrito el epitafio de su defunción. Esa es la evaluación con cifras.
Las autoridades se han quedado en el debate y no han acertado a atacar correctamente ni una crisis ni la otra. No ha habido coraje para buscar las recetas más acertadas y valientes y tampoco vergüenza para admitir los múltiples errores cometidos. El relato y el marketing han predominado por encima de las soluciones.
El fracaso es absoluto (también del Govern balear) porque con sus decisiones y medidas ni han salvado la salud ni los contagios, y se han cargado la economía. ¿Se imagina usted estos resultados en la empresa privada?. ¿Cuánto tiempo tardarían los propietarios de una empresa en mandar al paro a Sánchez, Armengol y sus equipos?.
Claro que cualquiera puede puntualizar que me olvido de que la pandemia es mundial y que la tercera ola llegará para todos. Eso es cierto, pero solo en parte. Los gobiernos de los países de nuestro entorno están fracasando en la resolución sanitaria de la crisis, pero no tanto en el campo económico en el que sus previsiones son infinitamente mejores que las nuestras.
España se ha escudado detrás de unos ERTEs, que solo son un parche. En Europa (y en EEUU), se han tomado muchas otras medidas que permiten mantener el pulso y la esperanza. Allí sí. Aquí no.
Llegamos montados en este doble fracaso de gestión que, por mucha vacuna que llegue, no tiene visos de corregirse en el futuro. Quédese con dos aspectos que conviene recordar pasadas las fiestas. Ahora no porque merecemos un pequeño relax mental navideño.
Aspecto 1. Con los contagios disparados y con los que por inconciencia se van a producir de aquí a final de año, a las autoridades ya no les quedarán ‘un verano que salvar’ o ‘unas navidades que salvar’. Además, enero y febrero son los meses más improductivos del año. Así que, preparémonos para unas restricciones muy, muy severas. Más que las actuales.
Aspecto 2. Los hoteleros han pedido una reunión con Pedro Sánchez para, entre otras cosas, pedirle que los ERTE se mantengan durante todo 2021. Tomemos nota y apretemos los dientes (los que nos queden).