La tozuda aritmética electoral no ofrece ninguna alternativa para que Marga Prohens no sea la próxima presidenta del Govern balear. Sólo un voto negativo de Vox alineado con toda la izquierda impediría tal opción, abriendo un escenario de nuevas elecciones que, a todas luces, serían muy perjudiciales para la formación de Jorge Campos.
Con este escenario, PP y Vox han abierto negociaciones para llevar a buen puerto la investidura de Prohens. Vox ha insistido en su modelo de gobierno de coalición, al estilo del que tiene con el PP en Castilla y León. El caso, sin embargo, es diferente. Los 26 escaños del PP en la cámara balear -incluido el de Sa Unió de Formentera- necesitan, al menos, cuatro abstenciones para que Prohens salga investida en la primera semana de julio, tal y como está previsto. Los de Jorge Campos quieren hacer valer sus escaños, pero también deben ser conscientes de que su única opción es apoyar la investidura de Prohens y la estabilidad del futuro gobierno.
Ni los votantes ni muchos cuadros de Vox -muchos de ellos procedentes del propio PP- entenderían un enrocamiento que forzase una nueva convocatoria de elecciones. Otra cosa es que los de Jorge Campos puedan acceder a cargos institucionales como la presidencia del Parlament o de alguna entidad de peso como la Autoridad Portuaria; pero sin presencia en el Govern, tal y como ha insistido Prohens y como señalan desde la calle Génova a modo de estrategia general.
El entendimiento entre ambas formaciones es imprescindible y debería alcanzarse lo más rápido posible, por mucho que el proceso del relevo en el Consolat coincida con la campaña de las elecciones generales convocadas para el 23 de julio.
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