Nuevas regulaciones, licencias, aplicaciones móviles... Las acciones llevadas a cabo que afectan al sector del taxi en Mallorca, y especialmente en Palma, no acaban de solucionar el problema de la falta de vehículos; un problema que no sólo afecta a los turistas, sino también -y mucho- a los residentes. Los taxistas señalan que en este momento "hay más taxistas que nunca", a pesar de lo cual las quejas por la falta de taxis en barrios, por las noches o los fines de semana siguen reproduciéndose.
La información publicada este miércoles por mallorcadiario.com describe una realidad que contradice el concepto de servicio público que debería tener este tipo de transporte. Los testimonios ciudadanos recogidos por este digital inciden en la dificultad de conseguir un taxi allí donde se necesita, incluidos aquellos servicios solicitados por teléfono o a través de las aplicaciones móviles. Los taxistas se escudan en que no están unificadas las diversas emisoras existentes en Palma, aunque tampoco niegan que circular sin pasajeros callejeando por la ciudad en busca de clientes no es rentable, ni siquiera en las zonas más céntricas, por el gasto de combustible.
Así, la mayoría de vehículos se concentran en determinadas paradas -no en todas-, con especial predilección por la del aeropuerto o la de la central de cruceros cuando hay llegadas.
Esta presencia tan irregular de taxis afecta principalmente a los residentes; a cualquier hora, pero sobre todo de noche y durante los fines de semana. Hasta tal punto es así que la habitual presencia de 'taxis pirata' que se produce en Son Sant Joan se ha extendido a otras zonas de la capital, con vehículos que, muchas noches de viernes o sábado, ofrecen transporte ilegal a la puerta de discotecas o en zonas concurridas como el Paseo Marítimo, Santa Catalina o en determinados polígonos donde funcionan locales de la ruta nocturna de Palma.
El sistema no acaba de funcionar y son muchas las voces que, cada vez más, piden que se planee la posibilidad de instaurar en Mallorca servicios de VTC como los prestados por empresas como Cabify o Uber en muchas ciudades españolas. No es un asunto de fácil gestión por la tradicional oposición de un sector, el del taxi, con el que los gestores públicos no quieren abrir nuevos frentes. En todo caso, es responsabilidad de estos gestores garantizar el cumplimiento del servicio público o, en su defecto, abrir alternativas eficaces para los ciudadanos como las que ofrecen las VTC.
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