En una aula ubicada en un edificio situado en las Avenidas de Palma, un grupo de personas extranjeras asisten a una clase de castellano. Son casi las diez de la mañana de un soleado día de febrero. Hoy toca lección de gramática, centrada en situaciones cotidianas, como por ejemplo ir a la farmacia o hacer la compra. La clase transcurre en un ambiente relajado y con buen humor. Nada parece distinguir a esta clase de otras semejantes que a estas mismas horas tienen lugar en otros puntos de la ciudad.
Sin embargo, sí hay una diferencia fundamental: todas las alumnas de este curso son naturales de Ucrania, país que tuvieron que abandonar meses atrás a causa de la guerra. La entidad impulsora de esta loable iniciativa docente, totalmente gratuita, es la asociación solidaria mallorquina Sal y Ayuda.
Así nos lo confirman el presidente de la entidad, Luis Palou, y su director, Pedro Munar, cuya esposa, Vita, también es ucraniana. Pedro ha sido, además, quien ha impartido la clase de castellano esta mañana. Por su parte, Luis explica que esta asociación nació en Mallorca hace algo más de un año, con el propósito de poner en marcha proyectos de asistencia a personas de diversos países desde nuestra isla. "La guerra de Ucrania nos pilló de sorpresa", recuerda.
Cuando se inició el conflicto, Pedro se desplazó hasta la frontera ucraniana para intentar traer a Mallorca a varias personas, objetivo que consiguió. Desde entonces, Sal y Ayuda ha seguido en esa línea de apoyo a refugiados ucranianos. El presidente de la entidad rememora el caso concreto de uno de estos refugiados, que tardó ocho horas en poder salir de Kiev en coche, "pero no por ningún atasco de tráfico, claro, sino por las barricadas, las bombas y los controles".
"A lo largo de este último año hemos ayudado a cientos de personas", recalca Luis. Dicha ayuda ha consistido, esencialmente, en asesoramiento de tipo legal. "Hemos ido informando a esas personas sobre qué tenían que hacer para residir en la isla, para la obtención de la tarjeta sanitaria o para la convalidación del carnet de conducir", añade. En paralelo a ese asesoramiento, los miembros y los simpatizantes de Sal y Ayuda han ido impartiendo de manera voluntaria las citadas clases de castellano. Luis elogia, por último, el carácter de los ucranianos a los que están ayudando. "Son personas muy educadas y muy agradecidas", subraya.
Una de las alumnas es Elena Smaha, natural de Járkov y de 37 años de edad, que es abogada y doctora en Derecho. Casada y con dos hijos, su marido se encuentra en Ucrania, donde trabaja como policía. Elena lleva ya once meses residiendo en España. "Desde hace dos semanas estoy trabajando en un bufete de abogados", señala con ilusión. Con anterioridad, trabajaba on-line desde Mallorca con una empresa constructora de su país.
Entre las personas que suelen acudir a las clases de castellano se encuentra el padrastro de Elena, Oleksandr Khandin, de 64 años de edad. Hoy no ha podido asistir porque se encontraba trabajando. En Ucrania, Oleksandr ya estaba jubilado, pero en la isla ha empezado a trabajar en una empresa de mantenimiento y limpieza, en donde recientemente ha sido designado 'empleado del mes'.
Otra de las alumnas de este curso es Katerina —Katya— Okatieva, nacida igualmente en Járkov y de 28 años de edad, que es profesora de educación física y fitness. También casada y con dos hijos, vive en Mallorca con ambos niños, junto con su abuela y su suegra. Katya trabaja como monitora y profesora de baile en un colegio, y además canta en eventos. En la actualidad, lleva ya diez meses en la isla. Su esposo continúa aún en Ucrania, un país en donde en estos últimos meses es muy difícil poder tener un empleo estable. Ahora mismo, él ejerce como taxista.
Cuando vivía en su tierra, Katya había puesto en marcha una pequeña empresa que organizaba fiestas. "Nunca pensábamos que habría una guerra, a pesar del precedente de la invasión rusa de Crimea en 2014", afirma. Cabe recordar que Járkov se encuentra muy cerca de la frontera con Rusia y que está siendo una de las zonas más castigadas por el actual conflicto bélico.
Al inicio de la guerra, había la esperanza generalizada de que durase poco tiempo. "Durante tres semanas vivimos en el sótano de la casa de mi suegra", indica Katya. La decisión de abandonar Ucrania la tomó poco después de un último bombardeo aéreo que había tenido lugar muy cerca de esa casa. "En ese momento pensé 'ya no puedo más', y poco después me fui con mis hijos y mi madre a Polonia, antes de decidir venir definitivamente a España", explica. Inicialmente, vivieron unos diez días en Madrid, acogidos por una familia, y luego se instalaron ya en Mallorca. Todavía hoy, su hijo pequeño "tiene miedo" cuando "escucha el sonido de un avión o de un helicóptero" sobre el cielo de Mallorca.
La alumna más joven que asiste hoy a clase es Bogdana Synytsyna, de 17 años, nacida en la localidad de Sumy. En la actualidad, Bogdana es profesora de baile para niños, si bien continúa con sus estudios de Secundaria, vía on-line en un colegio de su país. Bogdana vive ahora con su madre y sus abuelos. Su padre y su hermano siguen en Ucrania. Ambos atienden y rescatan a personas afectadas por los bombardeos.
Bogdana tenía un buen conocimiento de España ya desde niña, pues sus tíos y una prima viven en Mallorca desde hace unos ocho años. "Por ello, cuando empezó la guerra, vinimos a Mallorca", señala. Por lo que respecta a Katya, escogió nuestra isla porque había escuchado que aquí habría muchas posibilidades de ayuda y porque a priori le parecía un buen lugar para vivir. En cuanto a Elena, fue la madre de Katya quien la animó a viajar hasta Mallorca, diciéndole que su hija estaría aquí y que así no se sentiría sola.
La charla con Bogdana, con Elena y con Katya transcurre en castellano y en algún momento en inglés. La lengua oficial de Ucrania es el ucraniano, que guarda muchas semejanzas con el ruso, por ejemplo en el uso del alfabeto cirílico.
Todo ello ha supuesto una dificultad añadida para las tres a la hora de aprender el idioma español. "Empezamos casi de cero, pues sólo sabíamos decir 'hola', 'por favor', 'gracias' y muy pocas palabras más, si bien conocíamos algunas canciones españolas", reconoce Katya con una sonrisa. Por lo que respecta al catalán, ya saben decir 'bon dia', 'gràcies' o 'adéu', entre otras palabras.
Preguntadas sobre la posición que está manteniendo la Unión Europea desde el inicio del conflicto en favor de Ucrania, explican que la valoran muy positivamente. "Todos los países nos ayudan mucho. Si no nos hubieran ayudado, quizás esta guerra habría acabado antes, pero con un mal final para nosotros", recalca Katya, con el asentimiento de Bogdana y de Elena. En ese contexto, reconocen que se alegran mucho cada vez que ven en televisión al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, anunciando nuevas o relevantes ayudas por parte de tal o cual país.
La figura de Zelenski había sido objeto de controversia dentro y fuera de su país al inicio de su mandato, que comenzó en mayo de 2019. Previamente, Zelenski se había impuesto en las elecciones presidenciales de aquel año —en segunda vuelta— al anterior titular en el cargo, Petró Poroshenko. "Ahora se le apoya aún más en Ucrania que hace cuatro años", indica Bogdana, quien recuerda que con anterioridad a la elección de Zelenski, Ucrania había vivido unos años muy convulsos a nivel político.
El común deseo de los ucranianos que viven en Mallorca es que la guerra acabe lo antes posible, para poder regresar así algún día a su país. Así lo reconocen también Katya, Bogdana y Elena. Al mismo tiempo, hacen hincapié en que sólo tienen palabras de gratitud para Sal y Ayuda, para sus profesores, "que siempre están con una sonrisa", y, ya en general, para los mallorquines. "Nos gusta la gente de aquí y nos gusta integrarnos, así como conocer también los paisajes de Mallorca, las fiestas patronales y las costumbres de esta tierra", sintetiza Katya.
Antes de despedirnos de Katya, Bogdana, Elena, Pedro y Luis en esta soleada y tranquila mañana de febrero en Palma, pronunciamos un sincero y emocionado 'dyakooyo', que es la palabra que significa 'gracias' en el hermoso y secular idioma ucraniano.
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