Uno de cada cinco adolescentes empiezan a interesarse por la pornografía con apenas ocho o nueve años de edad. Es una de las conclusiones del último estudio sobre el tema elaborado por la Fundación Natzaret de Palma, que señala, entre otras cosas, que el consumo de este tipo de contenidos aumenta muy rápidamente y con contenidos cada vez más violentos. Sus autores detallan el estudio para mallorcadiario.com.
Hace unas pocas semanas fue presentado en CaixaForum el estudio 'Cómo modificar las pautas conductuales de los adolescentes y los consumos de contenidos inapropiados', un trabajo promovido por Jóvenes e Inclusión Social, que es una red que cuenta entre sus socios fundadores con la Fundació Natzaret. El acto de presentación del informe contó con la presencia del gerente de la Fundació Natzaret, Guillem Cladera, y del investigador Lluís Ballester, quienes alertaron de las peligrosas consecuencias del consumo de pornografía entre los más jóvenes.
El investigador social en la UIB Lluís Ballester explica a mallorcadiario.com cuáles son las principales conclusiones del citado estudio, realizado entre 2018 y 2019, y presentado ahora tras un trabajo previo de recopilación de datos.
Por lo que respecta a los primeros contactos con la pornografía, el informe indica que uno de cada cinco adolescentes empiezan a interesarse por ese mundo con apenas ocho o nueve años de edad. Otra conclusión de este trabajo es que el consumo de pornografía "aumenta muy rápidamente" y que, además, lo hace en una vertiente "muy tóxica", con unos contenidos "muy violentos" y con un "tratamiento denigratorio de las mujeres".
Un tercer hándicap de la pornografía es que los adolescentes la ven estando solos, sin la suficiente "capacidad crítica" para entender lo que están viendo. Por otra parte, se ha podido constatar que su consumo regular "produce unos efectos" nocivos sobre esos chicos.
Uno de esos impactos negativos sería que "altera la percepción de la gente más joven sobre el sexo", incrementando actitudes machistas. Otro impacto perjudicial de la pornografía sería que provoca un "cambio en las actitudes", lo que deriva en la percepción de que el preservativo "molesta" y en la aceptación "casi inconsciente" de la violencia. "De ese modo, se distorsiona la vivencia de la sexualidad", recalca.
Para Ballester, esa "insensibilización" o "desconexión de la empatía" resulta especialmente preocupante. Además, el hecho de que muchos adolescentes no usen el preservativo contribuye al incremento de las enfermedades de transmisión sexual. Dicho incremento de infecciones se está produciendo también por la práctica de conductas de riesgo, como el sexo en grupo. Otro peligro en esa misma dirección radica en que algunos jóvenes aceptan ser grabados mientras mantienen relaciones sexuales. Todo ello es negativo "para la salud y para las relaciones igualitarias", y se produce en un contexto en el que ya no hay los "controles sociales" que sí había décadas atrás.
En la actualidad, "hay 11 grandes compañías que distribuyen el 95 por cien del porno mundial". Esas compañías productoras de pornografía cuentan, además, con ingenieros y psicólogos para que consigan captar la atención de posibles nuevos clientes, a pesar de que en estos momentos dichas productoras pueden lograr millones de clientes en pocos días. Por añadidura, en Internet "hay una oferta infinita de vídeos porno, a cuál de ellos más violento", unos vídeos que a veces ven niños de diez años o incluso de menor edad. "No están preparados para verlos ni lo estarán, por el propio proceso evolutivo de la propia sexualidad", advierte Ballester.
Un dato muy llamativo es que en las últimas cinco memorias de la Fiscalía del Estado, "cada año están identificando, investigando y condenando a más de quinientos hombres por producir y distribuir pornografía con menores de edad". Está habiendo, por tanto, "una escalada" cada vez más preocupante en ese sentido. "En esta industria, mucha gente ve una oportunidad de negocio en la producción de filmaciones pornográficas con niños", denuncia este experto de la UIB, para añadir: "Existe un 'ejército' de gente intentando manipular a adolescentes para producir imágenes pornográficas".
"Esto no puede seguir pasando, eso sí que no puede pasar, hemos de ser conscientes de que se ha de poner un límite", afirma con rotundidad. Hoy por hoy, la explotación sexual de niños y adolescentes está tan activada, porque "hay un mercado" que les compra a los productores que ruedan con menores cualquier cosa que produzcan. "Todo esto lo tenemos que controlar", apostilla.
A lo largo de su exposición, Ballester da a conocer que "el consumo problemático de pornografía está en torno al 25 por cien de los adolescentes y jóvenes, entre los 12 y los 18 años, pero el otro 75 por cien tiene niveles de consumo bajos o muy bajos". Por tanto, hay jóvenes que tienen un buen autocontrol, "bien porque las familias se comunican adecuadamente y tienen buenos valores, o bien porque se ha hecho un buen trabajo educativo en los centros escolares".
En cualquier caso, "vivimos en una sociedad hipersexualizada", una circunstancia que se puede constatar en ámbitos completamente ajenos al de las mencionadas compañías productoras, como por ejemplo el ámbito de la televisión. En no pocas ocasiones, el sexo es hoy el eje central de diversos programas en horarios de máxima audiencia. En ese sentido, los consejos audiovisuales autonómicos de autorregulación "deberían ser conscientes de que han de poner límites a esta sociedad hipersexualizada y cosificadora, que acepta la violencia sexual en los medios", pues vivir en una sociedad así "no ayuda a nadie".
Pese a todos los datos señalados hasta ahora, Ballester considera que "esta situación se puede reconducir perfectamente" y tiene esperanza en que así sea. "Sé que la esperanza es siempre un poco irracional —sonríe—, pero la tengo", añade. "Tengo esperanza en los procesos educativos y tengo esperanza en que la conciencia del daño que pueden hacer determinados contenidos nos ayude a regularnos un poco", especifica. En ese contexto, recuerda el cambio de percepción que ha habido en la sociedad en estas últimas décadas con respecto al consumo excesivo de alcohol o al tabaco, que hoy son considerados nocivos.
El optimismo de Ballester también se sustenta en que las cosas pueden cambiar con "una buena educación sexual y afectiva", como la que hay ya en los países nórdicos. "Podemos representar el cuerpo humano y las relaciones sexuales sin que sean una trituradora de personas", expone con convicción. "Empezaremos a tener oportunidades de ganar esta batalla cuando, por ejemplo, un adolescente entre en Internet, ponga 'tetas' y no salgan vídeos pornográficos", concluye.
Por su parte, el gerente de la Fundació Natzaret, Guillem Cladera, también hace para mallorcadiario.com una valoración del estudio 'Cómo modificar las pautas conductuales de los adolescentes y los consumos de contenidos inapropiados'. Previamente, recuerda que la citada entidad trabaja con un colectivo vulnerable, el de los menores tutelados, cuya custodia depende competencialmente del Institut Mallorquí d'Afers Socials (IMAS). "Son niños y adolescentes que no pueden vivir con su familia biológica, porque en su seno o en su entorno hay una situación anómala, por lo que pasan a residir en un centro en el que poder recuperarse y tener una opción de vida con calidad", sintetiza.
Uno de esos centros es, precisamente, la Fundació Natzaret. "Esos niños suelen llegar a nuestra fundación con nueve, diez u once años, permaneciendo aquí hasta que alcanzan los 25 años de edad", añade. Hasta los 18 años, esos adolescentes son competencia del Consell, mientras que a partir de esa edad y hasta los 25 años el Govern cuenta con un plan de emancipación para ellos.
Cladera recuerda que el mencionado estudio está centrado en los niños y adolescentes en general, como colectivo genérico, una totalidad que incluye también a los menores tutelados. En la misma línea de lo expresado ya por Ballester, explica que los niños que consumen contenidos inapropiados no se dan cuenta "del impacto de la pornografía en sus vidas", ya que "no son capaces de detectar el daño emocional que la pornografía les puede causar", tanto ahora como cuando en el futuro tengan una relación sentimental.
A ello habría que añadir que la combinación de sexo y violencia presente en muchas películas pornográficas puede hacer que "se normalicen algunas cosas que en absoluto se tendrían que normalizar". El gerente de la Fundació Natzaret también confirma, por otro lado, que el consumo de contenidos inapropiados no es exclusivo de ningún estrato social. En ocasiones, es suficiente con que un adolescente tenga un teléfono móvil a mano, "que es la herramienta por donde todos sabemos que nos llega toda la información, la que controlamos y la que desgraciadamente no controlamos".
"Al final, la pornografía no existe porque sí, sino porque detrás hay un motor económico muy potente", denuncia. Para hacer frente a esa realidad, la educación y la formación son dos herramientas fundamentales. "Los padres y los educadores tenemos la responsabilidad de educar, de formar y también de controlar los contenidos que consumen los menores de edad", asevera Cladera, para concluir: "No soy pesimista, pero creo que se ha de invertir mucho en educación y en formación para poder proteger a los niños y a los adolescentes de ese posible consumo".
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