El artista plástico, escritor, periodista, cineasta, viajero, José Aranda Bosch, no ha podido superar los efectos de un derrame cerebral que le ha tenido ingresado durante unos días en el Hospital de Son Espases.
En los últimos años su salud se había deteriorado, estaba a la espera de la donación de un trasplante de hígado, lo cual no impidió que desde su atalaya, José Aranda siguiera manifestándose como un revolucionario, fiel a sus ideas. Su experiencia como periodista de guerra presente en diversos conflictos bélicos y otras veces socio políticos, le aficionó a versarse en geopolítica y a usar muchas de sus columnas de Última Hora para expresarse sobre estos temas.
Deja un importante legado multicultural y una legión de amigos, algunos enemigos, porque a José le gustaba mantenerlos.
En su faceta como escritor publicó un libro de poemas, posteriormente la novela; “La montaña oscura” que basó en la vida del subcomandante Marcos con el cual mantuvo una directa relación, publicaría también “Diario de viaje a Etiopia y a Eritrea” y la biografía autorizada de Joaquín José Martínez, el primer español y europeo en salir del corredor de la muerte de los Estados Unidos y su última obra sería; “Bohemian Club”, en el que el protagonista es Donald Trump y la oscuridad de quienes manejan algunos hilos desconocidos.
Como artista plástico, actuó en todas las disciplinas, desde sus primeros paisajes, al arte figurativo, pasando por un delirante abstracto, murales, cerámicas y todo lo que se le pusiera por delante. Últimamente expondría junto a Domingo Zapata en Nueva York, pero a lo largo de su carrera también varias veces en Miami y en las más importantes capitales del mundo.
Fue un gran aficionado a los toros y escribió durante un largo periodo como experto en el toreo, de ahí le surgieron algunos de esos contrarios a los que José calificaba como enemigos, porque no había manera de dialogar con ellos.
En la entrevista que concedió hace unos meses a MD Arte de Mallorcadiario, confesó que una de las cosas más bellas que le han ocurrido durante toda su vida, fue el nacimiento de su hija Sara, con la que realizó un viaje semanas atrás y tristemente al regreso me reveló que se alegraba de haber vivido esos instantes con ella, porque no sabía si podría repetir dado su precario estado de salud.
Fue un niño grande que abusó de la vida y la vida de él. Me cuentan que se despidió de sus seres más cercanos, su hija, su hermano, su ex mujer y que hizo donación de sus órganos, precisamente él, que durante años esperó una donación.
Me quedo con el recuerdo de su voz, con una dedicatoria en uno de sus libros, con su última mirada, con ese grupo de amigos que te añorarán, en unos días de temperaturas históricas, en noches de lluvias de meteoritos, Dios guarde tu alma, querido José Aranda Bosch.
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