El Colegio Oficial de Psicología de las Islas Baleares (COPIB) ha destacado este lunes, Día Internacional Contra el Acoso Escolar, la necesidad de más medidas de prevención y "tolerancia cero" con el acoso y ciberacoso entre menores y adolescentes, que aumenta el riesgo de suicidio.
Aunque ha remarcado que según los últimos datos de la Conselleria de Educación los casos de acoso en las aulas descienden, 119 en el curso 2020-2021 frente a los 127 del curso 2019-2020, crece el ciberacoso entre menores y adolescentes y en muchos países preocupa su relación con un mayor riesgo de autolesiones, ideación y conducta suicida en esas edades.
De hecho, el último informe del Observatorio del Suicidio en España registraba catorce suicidios en menores de 15 años (siete niños y siete niñas) en 2020, el doble que en 2019.
El acoso estaba detrás de la mayoría de estos casos. Desde el COPIB destacan que no se puede subestimar el daño psicológico que produce este tipo de violencia. "Es frecuente observar en la víctima un marcado descenso de sus niveles de autoestima y autoconcepto, sentimientos de culpabilidad por la agresión que están sufriendo, inseguridad, vergüenza por no saber gestionar la situación", ha expuesto la entidad colegial, que ha explicado que toda esta situación interfiere en su rendimiento escolar, en cómo se relaciona con los demás y en cómo se siente.
"En los casos más graves, la víctima puede llegar a sufrir patologías relacionadas con la personalidad o el estado de ánimo, como por ejemplo depresión severa o fobia social llegando en los casos más graves a la ideación suicida”, explica la vocal de Psicología Educativa del COPIB, Marta Huertas.
Disponer de conocimientos para detectar cualquier signo que indique que alguien está siendo víctima de acoso es "fundamental para atajarlo y tratarlo a tiempo". Por ese motivo, desde el COPIB señalan la importancia de adoptar más medidas de prevención en todos los ámbitos, especialmente en el entorno educativo y familiar.
En el ámbito escolar se conseguiría formando a la comunidad docente y sensibilizando al alumnado en la corresponsabilidad de las conductas violentas, en la importancia de no participar y denunciar este tipo de comportamientos y favoreciendo la incorporación del profesional de la Piscología Educativa en los centros, como especialista en comportamiento y conducta en entornos educativos.
Educarse los propios padres y educar a los hijos en el uso de las tecnologías y adoptar medidas preventivas de control y fomentar la comunicación, son los pasos que se deben llevar a cabo en el entorno familiar para frenar este tipo de conductas.
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