Un espejo de agua de una extensión de 39.600 metros cuadrados similar a cinco campos y medio de fútbol fue lo que el Govern de Gabriel Cañellas dio en 1992 en concesión a la empresa mallorquina Ocibar, propiedad de la familia de su amigo Pepe Zaforteza, para el desarrollo de la ampliación de un primitivo puerto en El Toro que gestionaba Aguas de Barcelona y que se habilitó en 1974 con 404 amarres para esloras de 6 a 18 metros y una pequeña zona comercial de 4.500 metros cuadrados, y que tenía la concesión hasta 2037.
La familia Zaforteza, con el concurso de Banca March, se traspasó la concesión de la empresa de aguas catalana, alargó el plazo hasta 2042 (fecha de la nueva concesión y del conjunto ya unificado) y financió la construcción de la escollera, todo el área comercial y la explamada del varadero con un presupuesto de 100 millones de euros. Esta inversión se deduce cada año, por mor de la amortización, de la cuota que ha de abonar a Ports Iles Balears por la gestión hasta dentro de veinte años del 'espejo de agua' y de todo aquello que se ha construido sobre él; patrimonio que pasará a ser público al finalizar la concesión. Será entonces cuando se vuelva a sacar a concurso o se prorrogue con una cuota ajustada a otros parámetros como son los del valor inmobiliario del entorno, la rentabilidad de la marina o la previsión de beneficios.
En la actualidad, Ocibar abona al Govern 1.138.060 euros de cuota anual de concesión, casi 300.000 euros menos que el Club de Vela del Puerto de Andratx y 1.640.000 euros menos que su gran competidor en la costa de Calvià, Puerto Portals. A partir de 2042, ambos puertos deportivos, con sello de lujo por prestaciones y servicios, equipararan el canon de explotación, con la diferencia de que Portals cuenta con 650 amarres y Adriano, 489. Y además de ese 1.138.060 euros la mercantil mallorquina, con la asociación de la familia vasca Urrutia (adquirente del paquete accionarial que en 2015 vendió la Coorporación Financiera Alba/Banca March), ha de pagar cada año al Estado, concretamente a la Demarcación de Costas, la considerable cantidad de 186.594 euros por haber ocupado una extensión de mar que es de competencia estatal.
Tras la ampliación de 2011, el área marítima está compuesta por un total de 482 amarres para esloras de entre 6 y 60 metros, de los que un 20 por cien están destinados a embarcaciones en tránsito, y a los que se sumaron en 2014 siete amarres más en un pantalán flotante para barcos de 20 metros.
Los puertos de Baleares que no están gestionados directamente por la Autoridad Portuaria o por Ports de les Illes Balears, se explotan a través de concesiones administrativas. Se trata de una gestión indirecta. Por poner unos ejemplos, de concesiones dentro de puertos pertenecientes a la Autoridad Portuaria están el Real Club Náutico de Palma o el Club de Mar. O puertos explotados indirectamente mediante una concesión a través de Ports de les Illes Balears serían, entre otros, Puerto Portals y Port Adriano.
Además, las concesionarias de los puertos deportivos o clubes náuticos pueden ceder a terceros derechos temporales de uso y disfrute de amarres. Esta relación contractual entre la concesionaria y el particular (persona física o jurídica) tiene carácter privado y compete únicamente a ambas partes. Por ello, no afecta a la concesión ni se genera ninguna relación contractual con la Autoridad Portuaria o Ports de Illes Balears. Los precios los establece el concesionario a su buen criterio y manteniendo un pulso entre la oferta y la demanda.
Hoy por hoy, según ha informado Ports IB, se están llevando a cabo obras de rehabilitación del espaldón oeste del dique de abrigo con un gasto que ha de cubrir la empresa concesionaria en su totalidad. Al parecer, son obras autorizadas por el vicepresidente del ente público el 27 de febrero de 2020. Estas obras de refuerzo, por sus condicionantes, sólo se pueden ejecutar entre los meses de febrero y junio. Comenzaron en marzo de 2021 a causa de la pandemia de coronavirus, y se prevé que se prolonguen hasta junio de 2023, si no se concluyeran antes. Desde Port Adriano se comentó que eran unas obras de carácter estético por la mala imagen que daban al puerto la visión de unos forjados evidentes y rezumando óxido. Esta apreciación no es del todo correcta ya que en Ports se afirma que desde la construcción de la ampliación del puerto, "el dique ha experimentado una serie de patologías concentradas en el perímetro del espaldón". Y la causa de ellas es la delaminación o escamación del recubrimiento de la escollera. "En algunos niveles se plantea una actuación de reparación integral del espaldón, y en otras zonas, reparaciones puntuales, en función de los años. Una vez finalizadas las obras de reparación de la escollera de abrigo se habrá de aplicar una pintura como protección superficial resistente a la abrasión", señalan. A pesar de la actuación en el espaldón, desde Ports se asegura, como también lo hacen en Ocibar, que no hay ningún problema de seguridad portuaria.
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