Aunque sólo fuera un caso, se podría calificar de indignante que la guarda y custodia de los objetos personales de un fallecido por Covid se hubiera roto y que aquellos hubiesen desaparecido sin que nadie sepa dar una respuesta al cómo y el porqué. El testimonio de una viuda a la que no se le entregaron los bienes que portaba su marido cuando fue ingresado en son Espases -diagnosticado de Covid y fallecido pocas semanas después por neumonía bilateral- ha sacado a la luz otros casos similares ocurridos en Son Espases. Ni el anillo de boda le devolvieron. Lo único que le dijeron es que si no aparecían es porque se habrían destruido "por el miedo a la propagación del virus".
Un solo caso sería anecdótico, aunque no dejaría de ser deplorable y criticable. Pero, al parecer fueron algunos más. Quizá muchos (no han sabido cuantificar el número los que están al corriente de estos hechos) los que se dieron en las áreas restringidas, en la UCI o en la morgue de Son Espases y del resto de hospitales de las Islas: los objetos personales (tablet, móvil, cadenas o alianzas) de los finados por causa del coronavirus Sars Cov2 no fueron devueltos a sus familiares o allegados.
Cuando éstos fueron a reclamarlos, la única explicación que recibieron fue que no los encontraban, que no sabían dónde podían estar o qué había podido pasar con ellos. Es posible que algunos objetos hayan sido destruidos en aplicación de un protocolo desquiciado en un primer momento que sugería que todo aquello que hubiera estado en contacto con el infectado por coronavirus debía ser elimitado para atajar la propagación.
Fueron los primeros meses del año 2020. La alarma social llegó a tener tintes de histeria y las distintas administraciones echaban mano de expertos, médicos, científicos... que pudieran advertirles de los efectos perniciosos del virus, del modo de contagio y de su propagación. Nadie sabía con certeza plena qué es lo que se debía hacer, y mientras unos urjían el uso de mascarillas, otros le restaban efectos preventivos. ¿Y cómo se transmite? ¿Por el aire, por el contacto...? Nadie daba respuestas con certidumbre. Lo mejor que se podía hacer era destruir todo lo que pudiera estar contaminado.
Él regresó de Madrid con el virus en sus pulmones. Fue uno de los primeros casos que se diagnosticaron en Mallorca. Con dificultades para respirar y un fuerte dolor en el pecho fue ingresado de urgencias en el hospital de Son Espases. Se le diagnosticó neumonía bilateral. Al poco tiempo fallecía. Cuando ingresó llevaba consigo un teléfono móvil, quizá también una tablet y la alianza de boda. El cuerpo fue incinerado. A su viuda no le permitieron velar el cadáver ni despedirse de él. Tampoco pudieron hacerlo sus hijos.
Al abandonar el estado de choque en el que se vió sumergida por los acontecimientos, ella reclamó a Son Espases los objetos de su marido. Lo hizo en reiteradas ocasiones al recibir sólo evasivas, y llegó a remover cielo y tierra para saber qué había sucedido y por qué no aparecían. La única razón que le dieron fue que habían sido destruidos. Pero, ¿quién ordenó que de esta forma se procediera? ¿Por qué alguien se arrogó la potestad de decidir sobre unos bienes particulares?
Los medios de comunicación informaron en aquellos meses de que en residencias de mayores habían desaparecido objetos personales de valor (relojes, joyería, prótesis dentales...) de los fallecidos. Los familiares se percataron de ello cuando fueron a retirarlos: faltaba lo que tenía más valor. Y, al parecer, según ha podido confirmar mallorcadiario.com, en los hospitales ocurrió un tanto de lo mismo en aquel año 2020: las pertenencias que les eran retiradas a los enfermos cuando ingresaban en los centros sufrieron diversas vicisitudes, entre ellas: la desaparición. Se extraviaron o se apropiaron de ellas quienes no debían de hacerlo.
El protocolo que se estableció en Son Espases fue algo ambiguo por lo que se refiere a la cadena de custodia. Bajo el epígrafe de: El tratamiento de pertenencias de pacientes en unidades de hospitalización Covid-19 se recomendaba que al ingreso del paciente se entregaran los objetos de valor (documentos, dinero, joyas, relojes, móviles...) al familiar o allegado que lo acompañara. Y si había ingresado solo, o si aceptaba depositarlos en custodia, había que avisar a Seguridad para retirarlos en dos bolsas de plástico supersupuestas.
Para los pacientes que ingresaban en situación crítica o en fase terminal (exitus), los objetos de valor que el paciente aún portaba sobre el cuerpo (medallas, escapularios, anillos, pendientes...) debían ser recogidos por el personal de la unidad, identificarlos y "a la mayor brevedad posible" llamar a Seguridad para su custodia. Si el paciente llevaba identificación podían emparejar la bolsa a ella; en caso contrario, el número de box.
Desde la puesta en funcionamiento de son Espases más de 15.000 objetos y enseres personales han sido custodiados por Seguridad. "Es posible que se pueda extraviar una joya", han llegado a justificar desde el hospital de referencia de Baleares. "Al inicio de la pandemia se perdió alguna cosa porque hubo un cierto descontrol, y se pudo haber perdido algo o tirado a la basura sin querer; había temores de contagio del virus", han reconocido a este digital.
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