La aplicación del plan Palma 30 desde octubre de 2020 se ha traducido en una reducción del número de accidentes y de la mortalidad causada por siniestros del tráfico en la capital balear. La limitación de la velocidad a 30 kilómetros por hora en la mayoría de calles de Palma ha reducido un 20 por ciento el número de accidentes de circulación y un 62 por ciento el número de víctimas mortales.
Este es el balance que realizan los responsables del Ayuntamiento de Palma, después de casi año y medio desde que la medida entrara en vigor. Palma a 30 inició su aplicación en octubre de 2020 afectando a un 90 por ciento de las vías de la capital; para el diez por ciento restante de calles -190 en total- el límite se fijó entre los 40 y los 50 kilómetros por hora.
La medida ha dado el fruto buscado, aunque no ha estado exenta de críticas. Los datos que se han dado a conocer por los responsables municipales no han aclarado el montante recaudado por las multas impuestas, insistiendo los ediles en que no se trata de una cuestión recaudatoria. Y es que Cort afirma priorizar la llamada "pacificación" del tráfico rodado en la capital, con una circulación más sostenible y segura.
Para ello, sin embargo, falta aún poner orden en el tráfico y los usos provocados por las nuevas formas de movilidad -los patinetes, sobre todo-, así como seguir mejorando el transporte público de la capital para que sea una opción válida al movimiento de ciudadanos o consolidar una red de aparcamientos disuasorios que no acaba de arrancar. Reducir la velocidad salva vidas, como demuestran los datos, pero los palmesanos tienen que tener alternativas reales para poderse trasladar de forma segura, rápida y asequible a cualquier lugar de la ciudad.
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