La triste noticia, por otra parte esperada, del hallazgo del cadáver de Julen en el pozo en el que había caído hacía más de diez días, no había ninguna posibilidad, salvo milagro auténtico, de hallarlo con vida, debería provocar algunas reflexiones, una vez metabolizada la adrenalina producida durante los días de búsqueda y de un rescate muy complejo, que ha requerido de un ingente despliegue de medios técnicos y humanos, debido a la estrechez y profundidad del pozo y a las características particularmente desfavorables del terreno circundante.
Deberíamos meditar, en primer lugar, sobre el hecho, según han publicado los medios de comunicación, de que en la zona y en muchos otros lugares de España, hay muchos pozos similares, la inmensa mayoría de ellos ilegales, esto es, que se han excavado sin permiso y, por tanto, de los que las autoridades no tienen constancia y, por tanto, no están cartografiados ni señalados en los mapas, con lo que constituyen un peligro indudable para cualquiera que deambule por los alrededores.
También resulta destacable que el padre, al que hay que compadecer en su dolor por la pérdida del hijo, reclamara el segundo día, de una manera airada, entendible por la desesperación pero no por ello no criticable, que se pusieran muchos más medios tecnológicos en el empeño del rescate. No debería olvidar que la primera responsabilidad era de él y su familia, por dejar que un niño de dos años triscase solo por una finca en la que se había excavado en su momento el pozo ilegal.
Es un reflejo casi automático de esta sociedad el llevar a cabo acciones sin someterse a los permisos y legislación vigentes, actuar por cuenta propia saltándose las normas y, cuando de estas actuaciones al margen de la ley se derivan consecuencias perjudiciales para los mismos infractores, reclamar que se solucionen con recursos públicos sin límite.
Por otra parte, el bochornoso tratamiento que algunos programas de algunos medios de comunicación han dado a los últimos días del rescate, que contrasta, todo sea dicho, con la conducta correcta y profesional de la mayoría de periodistas y medios. Es lamentable que parece que siempre hay alguien dispuesto a conseguir audiencia con el drama ajeno.
Tampoco ha faltado en esta ocasión la enorme solidaridad que se produce siempre en estas situaciones. Todo el pueblo de Totalán y mucha más gente se ha volcado en ayuda de la familia y todos los que han intervenido en los trabajos de rescate, en un fenómeno que se repite sin excepción en toda España en caso de catástrofes, naturales o provocadas. Los españoles son infinitamente solidarios, lo que contrasta con su falta de apego a seguir las normas establecidas y su tendencia secular a culpar a las autoridades de todos los males y, a la vez, exigir soluciones rápidas y eficaces a una administración a la que se procura evitar abonar impuestos, tasas, aranceles y contribuciones.