Para dar un respiro a nuestros políticos, aunque no lo merezcan, dedico este artículo a la prenda de moda que detesto ha conseguido desbancar los vaqueros y era difícil.
No tenemos certeza que el virus saliera de un murciélago o que viajara de China en avión al resto del mundo, pero lo que si es seguro es que ha venido en chándal. Llamadme carca, antigua, lo que queráis, pero no soporto la moda del chándal. Esos meses de encierro forzado en casa han sentado mal a muchos incluida la moda, demasiados días de sofá. Por qué, parados en el semáforo la mitad de los que esperan la luz verde parece que salen del gimnasio y que la otra mitad está en el kilometro siete de su entreno diario cuando en realidad ni lo uno ni lo otro, seguro no han pisado nunca un gimnasio ni piensan hacerlo pero van en chándal.
La palabra chándal tiene hasta un pasado chungo, el nombre deriva de una palabra francesa que significa vendedor de ajos Marchand d’ail y pasó de abrigar a vendedores de ajos en el mercado al multiusos de hoy en día.
Esta prenda que se popularizó en los años 80 con el movimiento break dance algo lógico ya que resultaban cómodos para realizar aquellos movimientos imposibles. Como no, siempre los hay que prefieren darle un toque personal en ocasiones muy poco acertado, así nació el famoso chándal y los tacones a la que La Martirio dedico una sevillana y yo a pesar de gustarme la moda y adorar los tacones no me veo ni borracha, es una combinación tan poco apropiada como llevarte el perro a misa. El look arrasó, con él se atrevió la mismísima Leti en una recepción en Zarzuela y eso es echarle ganas por no decir otra cosa.
Después están los que le dan el toque de domingo y pasean orgullosos con su chándal del Madrid creyéndose Cristiano Ronaldo, sin darse cuenta que ni el jugador está en el Club ni llevaba chándal cuando estaba.
Era y debería ser una prenda deportiva confeccionada en tejidos algo elásticos, convertida con el paso del tiempo en un afelpado y amoroso traje de dos piezas de tacto suave que si utilizáramos para correr sudaríamos el alma. Yo no me veo quemando zapatilla en uno de esos, pero reconozco que para meterse una siesta de dos horas es ideal.
Al Covid 19 que entiende de horarios y que distingue si se sienta en la silla de bar o en un asiento de avión, le gusta ir cómodo y por ello ha popularizado el chándal tanto o más que las mascarillas. Esta temporada los hay cortos, largos, piratas, anchos, estrechos, de dibujos, colores chillones en fin si mi abuelo levantara la cabeza alucinaría, creo que cuando murió no existían.
Los hay de mercadillo baratos aunque igual de cómodos que los de las grandes marcas parisinas quienes han sucumbido al sinsentido y han diseñado sus suyos de lujo, es que perder el estatus es peor que perder una uña tuneada. La popular Rosalía luce un falso de Louis Vuitton hecho con una toalla en uno de sus videoclips. No es ni porque no se lo pueda comprar ni por contentar a la ministra de trabajo que esta semana salía en defensa del top manta como si no hubiera un mañana, sino mas bien por ser anti moda que también vende. Dudo que la Grande Maison este dando botes de alegría pero si lo pusieran a la venta se agotaba en cuestión de horas. A mi me da igual que tenga iniciales o tres rayas, me horroriza el dichoso chándal, aunque sea de Gucci!