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La deudocracia y el no adelanto electoral

Por Pep Ignasi Aguiló
martes 28 de enero de 2025, 05:00h

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Sánchez ha podido acumular más poder que ningún otro político de la democracia española gracias al crédito sin límites llegado desde Frankfurt. La deuda infinita supone un poder también infinito para sus beneficiarios y, por tanto, un claro peligro para la ciudadanía de a pie.

El programa de Sánchez no es muy distinto al de Zapatero, sin embargo, ha podido llegar mucho más lejos porque, a diferencia de aquel, el BCE le han abonado todos cuantos cheques le ha presentado al cobro. Los Eurobonos no han resultado un instrumento de financiación neutro, más bien han alimentado a un dirigente sin escrúpulos que no ha dudado en dividir y enfrentar a la mitad de la sociedad con la otra mitad (divide et impera), al tiempo intenta borrar cualquier atisbo de separación de poderes que le pueda llegar a limitar a él. Ambas acciones suponen un evidente riesgo para cualquier sistema democrático.

Desgraciadamente, además, el poder del gobierno se ha engordado también desde Europa con los fallidos Fondos New Generation, de los que hablaremos otro día.

Sin embargo, el episodio del decreto ómnibus que fue rechazado por el Congreso la semana pasada pone de manifiesto que el crédito europeo ya no fluye con la misma intensidad, lo cual considero una muy buena noticia. Ciertamente, el “líder supremo”, con ese decreto, intentaba tapar lo socialmente impopular como son los incrementos tributarios de bienes básicos, y no básicos, o una nueva vuelta de tuerca al sistema de censura que pretende implantar, con lo popular como es el caso de la revalorización de las pensiones o la gratuidad de algunas formas de transporte. Un viejo truco hacendístico que le puede funcionar únicamente si se tiene un control suficiente férreo del “relato”.

Desde luego Sánchez no convocará elecciones de forma anticipada a menos que sepa que las va a ganar. Así que, sí en las próximas semanas aprieta el botón electoral será exclusivamente porque considera que ha vencido, ante la opinión pública, con su relato. Y que lo ha hecho con la contundencia necesaria para renovar mandato. Lo cual situaría a nuestro país al borde de la imposibilidad de la alternancia, tal como les ha ocurrido, durante largos períodos, a otras naciones hermanas de América. Es por eso que considero que un adelanto electoral sería, ahora, una mala noticia.

No obstante, -tras el palpable fracaso de los fondos New Generation (ya anticipado desde esta misma columna)-, recuperar la limitación del crédito significa que se está dando un paso decidido en favor del realismo democrático o, dicho de otra manera: Europa comienza a rechazar trampas económicas. Pues es la sociedad la que tiene que saberse organizar para ganar su futuro, sin atajos ni engaños. De hecho, de igual manera que no han sido pocos los dictadores que han fundamentado su poder sobre el control de alguna materia prima valiosa, lo mismo acaba sucediendo con flujos indefinidos de numerario.

Ahora bien, Sánchez tiene ya un dominio mediático, institucional y social muy superior al de sus oponentes, por lo que, a éstos, -me inclino a pensar., no les convendría actuar en dos direcciones. La primera ignorando lo que se predica desde la SER, El País, TVE, Diario de Mallorca y otros terminales al servicio del gran líder enamorado; y así mismo intentar compensar la menor “potencia de fuego mediática” con mensajes más contundentes, sin temor al histrionismo, tal como lo han hecho otros dirigentes internacionales (Milei, Trump, Bukele, etc.). Aunque, tal vez, esta táctica no encuentre acomodo en el ADN de la actual oposición.

En definitiva, es una buena noticia que Sánchez intente esconder actuaciones impopulares en la medida que supone un retorno al realismo económico, de la mano de la limitación del crédito, lo que se puede traducir en el inicio del final de la deudocracia. De igual manera, no sería una buena noticia que convoque elecciones, ya que, -como se ha dicho-, sólo lo hará si tiene posibilidades reales de renovar mandato. Sin duda, apostar por salvaguardar la democracia es, a todas luces, lo preferible; aunque eso signifique continuar transitando por una legislatura patética.

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