Cuando yo era pequeño, hace ya literalmente medio siglo, cada vez que oía hablar de plantaciones enseguida acudían a mi mente imágenes de películas norteamericanas en Technicolor ambientadas en algún estado del sur de Estados Unidos.
Las plantaciones por antonomasia eran para mí entonces ‘Tara’ y los ‘Doce Robles’, que aparecían al principio de Lo que el viento se llevó, una gran película que, curiosamente, hasta ahora nunca he llegado a ver entera o de un tirón, quizás porque siempre se me acababa haciendo un poquito larga. Y de hecho lo era, pues dura 238 minutos exactamente.
Podríamos decir que la he ido viendo a cachitos a lo largo de los últimos cincuenta años. Así, un año veía un cachito y al año siguiente veía otro. Lo más curioso y misterioso de todo esto es que con cada nueva revisión me parecía percibir que la tormentosa relación entre Scarlett O’Hara (Vivien Leigh) y Rhett Butler (Clark Gable) iba cada vez a peor, que ya es decir.
Más allá de Lo que el viento se llevó, descubrí también gracias al cine, a las series policíacas de televisión y a las crónicas de sucesos que existían otro tipo de plantaciones, ya no de algodón o de caña de azúcar, sino de futuras sustancias estupefacientes. Esas plantaciones podían encontrarse, además, en nuestro propio país o incluso casi al lado de casa.
Inicialmente me imaginaba, no sé muy bien por qué, que ese tipo de plantaciones debían de hacerse al aire libre o en un invernadero, o como mucho en unas pocas macetas de alguna pequeña terraza, pero nunca en el interior de un piso o de una finca, y mucho menos en un piso o una finca de alguna barriada de Palma.
Así que hace algunos años me quedé realmente muy sorprendido cuando un día vi en televisión que la Policía había desmantelado en el interior de varias casas de La Soledat la mayor plantación de marihuana de todas las encontradas hasta entonces en Mallorca, con cerca de 3.000 plantas incautadas en total.
Por razones fáciles de entender, esos «jardines» interiores no podían ser vistos ni detectados desde el exterior. De hecho, se trataba de habitáculos cerrados a cal y canto en los que no llegaba nunca la luz del sol.
Aun así, unos flexos muy modernos cumplían parcialmente con esa función solar, y al parecer no del todo mal, según podía comprobarse observando en televisión el perfecto estado de casi todas aquellas plantas.
Desde entonces, han sido descubiertas en diversas ocasiones otras «plantaciones» muy parecidas en otras barriadas de Palma. Me acordé de todo esto de nuevo ayer, mientras intentaba por vigesimoctava vez conseguir ver entera la historia de amor de Rhett Butler y Scarlett O’Hara.