www.mallorcadiario.com

La pobreza inunda nuestras calles

jueves 09 de enero de 2025, 03:00h

Escucha la noticia

Desde hace varios años, tengo mi despacho en la Plaza del Olivar, pleno centro de Palma.

En los últimos años, hemos visto como todo el Casco Histórico y el centro se ha inundado de indigentes y mendigos, que subsisten por debajo de lo que llamarías unas condiciones saludables y mucho menos dignas.

En entrada del Mercado del Olivar, siempre podemos encontrar personas pidiendo una ayuda, o simplemente resguardándose en los arcos de esta, en frente de la sede central de nuestro querido Mallorca Diario.

Nos hemos acostumbrado a ver a las personas esperando que abran el Convento de los Capuchinos de Palma, para poder optar a un poco de comida que llevarse a la boca y en los últimos años, la cola crece y crece cada día.

Pero lo que esta semana he podido presenciar allí mismo, me ha hecho reflexionar todavía más, sobre la terrible situación que estamos viviendo en nuestra ciudad, donde las casas de 1 y 2 millones, comienza a salir como las setas y pareciera que solo hay millonarios en la isla.

El martes, primer día tras la festividad de los Reyes Magos, bajé un momento a la plaza a comprar algo para poder comer en mi despacho.

Cuando iba a salir por la puerta, una mujer de unos 35 años, muy limpia, con un carro de la compra me paró y me pidió algo para que pudiera comer.

Mi primera reacción fue decirle que no llevaba dinero, puesto que había bajado con mi tarjeta, cuando ella me increpó: “Señora no le estoy pidiendo dinero, solo quiero que me ayude a poder comprar algo de comida para mis 5 hijos, mañana comienzan al colegio y no he podido ni comprarles lo mínimo para llevar a sus clases y me gustaría por lo menos que pudieran comer algo calienta”.

Automáticamente le compré un mínimo de cosas para preparar un caldo y una tortilla de patatas.

Me contó que la pequeña tenía 7 meses y que, aunque los Capuchinos le ayudaban, no le llegaba con esa ayuda que percibía para poder sustentar a toda la familia.

Mi primera reacción fue el rechazo, pero automáticamente recordé que, las escaleras son para subir y para bajar y que mañana yo misma podría estar en esa situación de indigencia.

Es cierto que mi primer pensamiento fue, ¿cómo se le ocurre tener tantos hijos en su situación?, pero enseguida reaccioné pensando que yo no era nadie para poder dictaminar, si era lo correcto tenerlos o no.

¿Cómo se me ocurre a mi pensar algo así, qué se yo sobre la historia de esa mujer, sus decisiones erróneas o no, o sus frustraciones?

Está claro que muy feliz no debe de ser, porque tener que pedir para dar de comer a tu hija de 7 meses y a todos los demás, no debe de ser plato de buen gusto, pero no me toca decidir a mi si es razonable o no, pero si opinar sobre la situación terrible que estamos viviendo en nuestras islas, donde la diferencia social cada vez es más latente y son pocas las posibilidades de que esta situación cambie para gran parte de la población.

He sido siempre una privilegiada porque mis padres me dieron unos buenos valores y me enseñaron la importancia de trabajar, de que no se me cayeran los anillos por hacer cualquier tipo de trabajo y tuve el privilegio de poder estudiar y trabajar durante toda mi vida.

Incluso en una edad complicada, he podido volver a reinventarme una y otra vez y he conseguido transformar mi vida, casi a mi antojo, trabajando y haciendo siempre lo que más me ha gustado.

¡Eso como mínimo merece hacer una compra a alguien que está pasando hambre!, ¿no lo creen así?

Si todos nos ayudamos entre nosotros la vida podrá cambiar y conseguiremos ser mejores de lo que somos hoy en día.

¡Pon tu granito de arena cada día para hacer realidad el nuevo mundo que se nos avecina!

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios