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El PSOE y su alarmante desconexión con la ética pública

lunes 02 de diciembre de 2024, 00:00h

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El pasado fin de semana, Sevilla fue el escenario del 41º Congreso Federal del PSOE, un encuentro diseñado para trazar estrategias políticas y reforzar la unidad del partido. Sin embargo, lo que podría haber sido una celebración de los valores socialistas, quedó ensombrecido por la ovación a figuras como Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Magdalena Álvarez, condenados por el Tribunal Supremo por el caso de los ERE, uno de los mayores escándalos de corrupción en la historia reciente de España. Más llamativo aún fue el recibimiento cálido a Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, quien está imputada en otro caso de corrupción.

Imaginemos por un momento que el Partido Popular, en uno de sus congresos, rindiera homenaje a figuras como Luis Bárcenas, Rodrigo Rato o Jaume Matas. Sería un escándalo de proporciones épicas, con legítimas críticas desde todos los frentes. Sin embargo, en el caso del PSOE, el gesto se presenta con una normalidad preocupante, como si los valores éticos que deberían regir la vida pública se disolvieran en un acto de camaradería partidista.

Al ovacionar a figuras condenadas por delitos que traicionan esa confianza, el PSOE hace añicos su propio discurso ético

La política exige líderes que sean ejemplo de decencia, transparencia y compromiso con la ciudadanía. Al ovacionar a figuras condenadas por delitos que traicionan esa confianza, el PSOE no solo hace añicos su propio discurso ético, sino que refuerza el cinismo con el que la ciudadanía percibe a la política en general. Además, al arropar a Begoña Gómez, aún en calidad de investigada por un juzgado de Madrid, añade una situación de sospecha y de mancha de corrupción que, por más que niegue el presidente Sánchez, todos sus ministros y la dirigencia socialista, coloca al Gobierno y al propio partido en una situación comprometida desde el punto de vista de la honradez.

La falta de autocrítica en el PSOE ante estas muestras de apoyo erosiona la confianza pública en las instituciones y plantea una preocupante pregunta: ¿está el partido priorizando la lealtad interna por encima de los valores democráticos y éticos que debería defender? El silencio no es una respuesta aceptable, y menos aún en un contexto donde la regeneración política sigue siendo una deuda pendiente en España.

En ninguna democracia de la Unión Europea a un partido serio se le ocurriría ovacionar y homenajear a políticos corruptos. Lo hace el PSOE, para desgracia de todos, ofreciendo una imagen lamentable y penosa de complicidad con el delito, siempre que los delincuentes sean compañeros de partido. Lo nunca visto.