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Otra educación es posible

viernes 22 de noviembre de 2024, 08:37h

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Los que habitualmente leen estas líneas se habran percatado que el titulo de la columna de hoy es el cierre de todas mis reflexiones educativas. En los últimos días, un grupo de expertos en educación han entregado a la presidenta del Govern un documento con cincuenta y nueve propuestas para mejorar el sistema educativo en esta comunidad autónoma.

“Habemus propositiones” -exclamaría el cardenal protodiácono de la santa sede educativa. Por fin, alguien empieza a poner sentido común a lo que hay que hacer en educación. Pero con la Iglesia hemos topado. Ahora solo queda salvar el escollo de buscar el recobeco legal para que estas propuestas no contradigan la norma estatal; esto es, la ley orgánica de educación.

Hoy, voy a centrar mi reflexión en un aspecto que desde la entrada en vigor de la última ley educativa parece que ha quedado denostado. Me estoy refiriendo al conocimiento. Éste fue relegado por el eufemismo de saber básico que al mismo tiempo quedó en un segundo plano puesto que ya no se evaluaba. Los criterios de evaluación adquirían el papel de personaje principal de toda esta comedia.

Pues después de cuatro cursos académicos, menos mal que expertos en educación se han dado cuenta de que la comedia de esta ley convertida ya en sàtira tiene que dar un giro más que esperado en el argumento. El conocimiento tiene que pasar a ser el protagonista principal del aprendizaje. Sin éste, el alumno no adquiere habilitades ni competencias. Sin él, nuestros alumnos nunca podran superar con éxito pruebas competenciales porque les faltará el sustrato.

En este momento, en el que los datos educativos siguen situados por debajo de la media española, por debajo de la media de los paises de la OCDE y de Europa queda más que justificado y es más que necesaria esta modificación en los curriculos autonómicos.

Para dar orden y concierto resulta imprescindible que estos conocimientos queden organizados por cursos académicos y no que todo sea un totum revolutum en el que, ya no solo no sabemos el qué, sino que también no sabemos el cuándo. De lo que se trata no es de generar caos y ruido sino orden.

“De la feina en surt el profit” dice un refrán mallorquín. Pues del conocimiento sale el progreso y el desarrollo. Si queremos jóvenes mejor preparados, si queremos mejorar nuestros resultados académicos. Si queremos empezar a competir en conocimiento tenemos que apostar por él. Porque otra educación es posible.

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