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'Siempre resulta mucho más ventajoso para el cliente evitarle la angustia que genera un pleito'
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(Foto: J. Fernández Ortega)

"Siempre resulta mucho más ventajoso para el cliente evitarle la angustia que genera un pleito"

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
viernes 06 de diciembre de 2024, 05:00h

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El abogado Jorge Fuster Rosselló (Palma, 1954) estudió la carrera de Derecho en la Universidad de Navarra, excepto el último año, que cursó en Barcelona. Ya licenciado, los primeros años llevó asuntos de responsabilidad civil para aseguradoras y a partir de 1980 llevó tambien a bancos y a importantes compañías isleñas. Asimismo, ha asesorado a pequeñas y medianas empresas en cuestiones mercantiles y de negocio, así como a particulares, básicamente en el ámbito civil y mercantil. Actualmente, recién cumplidos los 70 años, trabaja en el ámbito estrictamente consultivo.

¿Trabaja en solitario o dirige un bufete con otros compañeros abogados?

Nuestro despacho, desde su fundación por mi padre Juan Antonio Fuster Cuerda en el año 1946 hasta hoy, se ha decantado por una dimensión reducida, buscando un asesoramiento personalizado. Nunca hemos coincidido más de tres profesionales y siempre dos como mínimo de la familia. Aunque entré en el despacho en 1978, me colegié en 1980. Mi hijo Manuel lleva con nosotros unos diez años.

¿Ser abogado es una profesión que requiere una constante actualización, dado el continuo cambio en las leyes y el Código Penal?

La verdad es que nunca nos hemos dedicado al Penal. Mi padre siempre presumía de no haber interpuesto querellas ni retractos, sin que sea ninguna crítica a compañeros que los interponen; pero todos los ámbitos del Derecho están en continua evolución y el estudio es una parte esencial de la formación y el devenir del abogado. No puede ejercer con un mínimo de profesionalidad quien no se actualice constantemente, tanto por los cambios legislativos como jurisprudenciales. Afortunadamente, contamos con herramientas muy avanzadas que facilitan el trabajo.

Desde sus inicios profesionales hasta hoy, ¿cuál ha sido la mayor transformación que se ha producido en su trabajo?

En mi opinión, creo que, como en la sociedad en general, la evolución de las herramientas de trabajo constituyó una transformación muy importante. Entré en el despacho en la época de la máquina de escribir mecánica y el papel de calco para hacer copias. Luego llegaron la máquina eléctrica, el fax que cambió y aceleró la forma de comunicarse y por último Internet, el teléfono móvil y el correo electrónico. Pasamos de las grandes librerías llenas de compendios doctrinales y jurisprudenciales a la única y fría compañía del ordenador.

¿Y a partir de ahí?

Eso aceleró de manera muy importante todos los procesos y creo que se perdió cierta calidad, no en el resultado, sino en el desarrollo de todas aquellas labores profesionales basadas en el estudio detenido. Pasamos a vivir en el siglo de las prisas, con todo lo positivo y negativo, y con la merma de la relación personal con los clientes.

"Hemos pasado de las grandes librerías llenas de compendios doctrinales y jurisprudenciales a la única y fría compañía del ordenador"

¿Señalaría algún cambio más?

Por otra parte, en 1980 eran prácticamente inexistentes en Mallorca los despachos multidisciplinares y hoy sucede exactamente lo contrario, por múltiples razones que van desde compartir costes hasta generar sinergias entre los distintos especialistas.

¿Todavía sigue siendo cierto aquel viejo refrán de "pleitos tengas y los ganes", o la situación es hoy algo mejor?

Entiendo la abogacía desde dos perspectivas o líneas diferenciadas, la del abogado que busca litigar y la del abogado que pretende evitar el pleito. Ambas son perfectamente legítimas y se corresponden esencialmente con la personalidad de cada letrado. Mi padre, aunque en el estrado siempre tuvo un talante bastante agresivo, pues me decía que cuando subiera a defender un asunto debía dar la sensación de estar enfadado, siempre apostó por la línea más conciliadora y hemos procurado seguir esta línea.

¿Por qué es mejor buscar una línea conciliadora?

Porque creo que siempre resulta mucho más ventajoso para el cliente evitarle la angustia que genera un pleito derivada de la lógica incertidumbre. No hablemos de pleitos de cuantías económicas muy elevadas, en los que al cliente "le va la vida" en el envite y puede pasar hasta más de cinco años sin llegar a tener una resolución firme, porque los medios de la Administración de Justicia son limitados. Si hay posibilidad de evitar ese padecimiento, siempre defendiendo de la mejor manera sus intereses, sigo pensando que hay que intentarlo.

¿Por qué nos fascinan tanto y tienen tanto éxito las series y las películas de juicios?

Precisamente, porque creo que nos solemos alimentar del morbo. Una buena noticia no suele ser noticia y en los juicios de las películas aparecen reflejadas, casi siempre, situaciones fácticas que fomentan ese morbo, crímenes de sangre, estafas importantes, grandes indemnizaciones contra corporaciones poderosas, lucha del débil frente al fuerte. No creo que sea tanto por el estricto componente procesal o jurídico, que sólo interesa a los profesionales, sino por factores sociológicos.

"Una buena noticia no suele ser noticia y en los juicios de las películas aparecen reflejadas, casi siempre, situaciones fácticas que fomentan el morbo"

Entiendo, sí...

Por otra parte, la mecánica de los juicios que casi siempre hemos visto se corresponde con procesos en Estados Unidos, rara vez con juicios en Europa, y allí la mecánica procesal es distinta, convirtiendo a los abogados en auténticas estrellas mediáticas porque, además, en muchas ocasiones los grandes procesos tienen cobertura televisiva directa, lo que no sucede en nuestro país.

En nuestro país, ¿en qué casos suele haber jurado?

En España el jurado sólo existe en el orden penal y para delitos del orden penal y sobre delitos tasados en la ley como homicidio, amenazas, omisión del deber de socorro, tráfico de influencias, cohecho o malversación de caudales públicos. En Estados Unidos hay muchos casos civiles importantes que también tienen esa figura.

Hay quienes dicen que la Justicia es una cosa y el Derecho es otra. ¿Es así, o de algún modo tienen siempre alguna relación?

Mire, lo primero que tengo que decirle tras más de cuarenta años de intervención en asuntos procesales, es que creo en la absoluta honradez del sistema en todas sus vertientes. Lo que sucede es que nos tenemos que poner por un momento en el cerebro de un juez al que "en frío" se le plantean dos versiones absolutamente contrapuestas de lo que es una sola realidad objetiva, porque lo único que no varía son los hechos. Tiene una misión muy complicada por delante.

¿Cuál es el principal problema en ese contexto?

El problema es la valoración que se haga de esos hechos y una vez realizada aplicar sobre los mismos el Derecho, en su doble vertiente doctrinal y jurisprudencial. Puede suceder que hechos similares, que no iguales, hayan sido objeto de innumerables sentencias y ya exista un criterio jurisprudencial casi unánime, o por el contrario tratarse de una cuestión novedosa o aún no siéndolo, como los tiempos cambian y el Derecho tiene que adaptarse, varíe ese criterio.

"Tras más de cuarenta años de intervención en asuntos procesales, creo en la absoluta honradez del sistema en todas sus vertientes"

¿Qué ocurre cuando eso sucede?

Cuando eso sucede, hay una tendencia a sostener que Justicia y Derecho no han coincidido, pero sinceramente creo que siempre van de la mano, sin perjuicio de que los jueces, como todos nosotros, tienen derecho a errar y precisamente para garantizar que eso no suceda contamos con el sistema procesal de recursos, que en última instancia son el Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional e incluso el Tribunal Superior de Justicia Europeo.

¿El buen abogado ha de tener también algo de actor en el buen sentido, sabiendo persuadir y convencer con la palabra?

Supongo que mucha gente no estará de acuerdo, pero en mi opinión no eres abogado hasta que no te has puesto la toga y te has presentado ante un juez. Probablemente sea una idea ya superada, pero no me convencerán de lo contrario, y efectivamente ponerse la toga implica interpretar el papel que te corresponderá en ese concreto juicio, para intentar convencer primero a tu cliente, que estará pendiente de que le estás defendiendo con la mejor preparación y disposición, y luego al juez o en su caso al jurado, sirviéndote para ello de tus mejores capacidades oratorias e interpretativas.

Ah, de acuerdo...

Cada juicio es una película diferente y aunque en plazas relativamente pequeñas solemos coincidir con nuestro espectador imparcial que es el juez, nunca hay dos interpretaciones iguales. No hay que olvidar que esa capacidad oratoria también debe intentar desactivar al compañero que defiende los intereses contrarios. Se trata, pues, de una batalla con varios actores.

Para usted, ¿qué ha sido lo mejor de su trabajo como abogado durante su dilatada trayectoria laboral?

Lo mejor de mi trabajo ha sido la satisfacción que he sentido al poder conseguir para mi cliente aquello que pretendía desde el inicio, estando plenamente convencido de que le asistía la razón y especialmente cuando de ese pleito dependían factores muy importantes de su vida en los diferentes ámbitos. También haber podido compartir años de trabajo codo a codo con mi padre y desde hace ya bastantes años con mi hijo y poder comprobar que he sido correa de transmisión, o por lo menos lo intento, de pilares esenciales de esta bonita profesión, como el compañerismo, la ética profesional y la entrega.

¿Y lo peor?

Lo peor, las enormes tensiones a las que nos vemos sometidos en determinadas situaciones si no somos capaces de poner la distancia suficiente con el problema grave o muy grave que aqueja a nuestro cliente y nos lo llevamos a madrugadas de insomnio, y quizás también un cierto deterioro en el prestigio del abogado, a mi juicio infravalorado. En cualquier caso, repetiría sin dudarlo.

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