Cuando intento hilvanar estas reflexiones, se ha comprobado, una vez más, que Sánchez ha incurrido en dejación de funciones. La verdadera máquina del fango, con todo el poder del Estado, se puso, una vez más, a pleno rendimiento. Eso sí, al servicio, ¡cómo, no!, del autócrata presidente del Gobierno. Todo su interés lo fijó, prioritariamente, en potenciar, con ocasión del desastre de la DANA, la oportunidad de recuperar la Comunidad valenciana. Plan urdido por una gran inteligencia, como diría Pérez Reverte. Pero, miserable y perverso donde los haya. ¡Siempre el nefasto cálculo político!
En los primeros momentos, “Marlaska y Robles, como subrayó Jiménez Losantos, empataron en mezquindad”. Al compás que marcó el amo, “regatearon el envío de policías, guardias civiles y soldados”. Todo a cuenta gotas, todo muy medido y calculado. A la espera, presuntamente, de que Mazón se pudriese en el fango de su tierra.
Por fin, el domingo pasado, aparece el salvador, el caudillo, el todopoderoso señor del reino. Y, con él, como es habitual cuando comparece ante el pueblo, el espectáculo bochornoso. La salvación de las aguas (el dar) vendría condicionada: “si necesita más recursos, que los pida”. Esto es, exigía sumisión, pagar el antidemocrático tributo y rendimiento. Como si fuera un tirano del s. XV o XVI (cfr. Étienne de la Boétie, La sumisión voluntaria). Ocultaba que él mismo venía obligado, por encima de Mazón, a ofrecer todos los recursos del Estado que, simplemente, gestionaba. Teresa Ribera, ministra del ramo, está desaparecida. “Margarita Robles hacía ganchillo a la espera de que Valencia suplicara refuerzos” (Maite Rico). No cayó esa breva. Mazón se mantuvo digno y no entregó la sumisión del pueblo valenciano. ¡Perfecto!
El domingo, los Reyes quisieron visitar la zona. Sánchez, como ha solido hacer, se parapetó en Ellos. Esta vez se armó la marimorena. Esta vez a las voces, silbidos y gritos soeces, se añadió una lluvia de barro, palos y golpes. La situación se tornó muy compleja y hasta peligrosa. Pues bien, los Reyes mantuvieron el tipo, se acercaron a la gente justamente indignada y desamparada. Lo habían perdido todo y palpaban cierta indiferencia. Pero, los Reyes permanecieron, y con ellos, Mazón. Sin embargo, “el Gobierno susurraba ayer (el 3 de noviembre) a la prensa amiga que la visita ‘había sido empeño del Rey, y un error garrafal’” (Maite Rico). De nuevo, aparece la mezquindad. Empeño si fue. Pero, no un error. Estoy seguro que, si hubiese dependido de ellos, habrían hecho acto de presencia al día siguiente. Todo un testimonio de grandeza y dignidad.
Pedro Sánchez, por el contrario, salió huyendo y no dio la talla. Todos hemos visto las imágenes. Le acompañarán de por vida y ya forman parte de la historia. Pueden definir perfectamente su lamentable paso por la presidencia del Gobierno de España. Probablemente, Sánchez no es consciente que, en su caso, las cosas han llegado a una situación que ya llueve sobre majado, sobre empapado. La gente, el pueblo, lleva demasiado tiempo aguantando en silencio. Pero, todo tiene, para bien o para mal, su fin. No entenderlo así, delata una soberana falta de respeto a la ciudadanía. Y ésta, llega un momento que dice basta.
Deseo destacar esta reflexión: “Entiendo la indignación social y por supuesto me quedo a recibirla. Es mi obligación política y moral” (Mazón). Confesión propia, aceptación de la justa indignación social y de los errores cometidos. Pero, en ese momento, sacó a relucir lo más grande del hombre.
Gregorio Delgado del Río