El doctor Manuel Sans Segarra acaba de publicar recientemente el libro La Supraconciencia existe. Vida después de la vida, escrito en colaboración con el periodista y emprendedor Juan Carlos Cebrián, en donde analiza las denominadas Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) desde una perspectiva científica y espiritual.
Ya jubilado —tiene 81 años de edad—, en la actualidad el doctor Sans da conferencias en nuestro país y en el extranjero sobre las ECM. Paralelamente, cuenta con un canal en Youtube, en donde sus vídeos acumulan millones de visualizaciones. Por lo que respecta a su trayectoria profesional antes de su jubilación, cabe destacar que fue jefe de Cirugía Digestiva del Hospital de Bellvitge y profesor asociado en la Universidad de Barcelona. Además, en 2014 fue uno de los galardonados con los 'Premios a la Excelencia Profesional', que cada año otorga el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona.
Todos estos aspectos y otros igualmente biográficos fueron recordados por el propio doctor Sans al inicio de su reciente disertación en el Auditorium de Palma, que tuvo lugar el pasado 10 de octubre. Así, recalcó que a lo largo de su formación y de su carrera se guió siempre "por el método científico cartesiano y newtoniano", lo que significa que consideraba las leyes naturales como la base de la comprensión de la medicina y que veía la materia como el elemento fundamental de la naturaleza.
Su perspectiva científica cambió por completo cuando, estando un día de guardia en el servicio de urgencias, consiguió reanimar a una paciente que había sufrido una muerte clínica tras un grave accidente de circulación. Una vez ya recuperada, dicha paciente contó al doctor cuál había sido su experiencia durante ese periodo crítico. En ese sentido, le explicó que estando en urgencias, se había visto a sí misma desde lo alto del quirófano, que había escuchado todo lo que decían los doctores que la atendían y que había atravesado las paredes y había visto lo que le estaba sucediendo a otros pacientes en esos instantes.
Gracias a ese testimonio y a otros que fue recabando de personas que también habían sufrido una muerte clínica y que igualmente se habían recuperado, el doctor Sans llegó a la conclusión de que "el método científico tradicional no podía explicar completamente las ECM", pues un elemento común en todas las personas que han tenido una experiencia semejante es que siempre se ven fuera de su propio cuerpo, son recibidas por familiares o amigos ya desaparecidos y sienten una gran paz y armonía. De hecho, cuando luego son reanimadas y vuelven a la vida, ya nunca más vuelven a tener miedo a la muerte.
DIVERSAS INVESTIGACIONES
Las primeras indagaciones del doctor Sans le llevaron a hablar con colegas médicos, en especial con psiquiatras y neurólogos, para ver si estos le podrían ofrecer alguna argumentación convincente sobre las ECM. Las respuestas que recibió fueron que, o bien las ECM no tenían explicación, o bien se trataba de alucinaciones de los propios pacientes. Esta última argumentación tenía el inconveniente de que las alucinaciones son siempre subjetivas e incoherentes, mientras que los relatos de quienes superan una muerte clínica son siempre lógicos y racionales.
Con independencia de las citadas indagaciones del doctor Sans, en estos últimos años ha habido distintos equipos científicos de trabajo internacionales que se han preocupado por el misterio de las experiencias extracorpóreas, que pueden darse tanto en las ECM como, por ejemplo, bajo el influjo de determinadas drogas. Precisamente, en agosto del pasado año la prestigiosa revista Neuron publicó el artículo 'Evidencia causal del procesamiento del yo corporal en el precúneo anterior', preparado por un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford, ubicada en California.
Los autores de esta investigación colocaron electrodos en el cerebro de nueve pacientes, en concreto en el precúneo, el cingulado posterior y el área retroesplenial. "En todos los participantes, la estimulación de sitios específicos dentro del precúneo anterior causó cambios disociativos en los dominios físicos y espaciales", se explica en dicho artículo, lo que significaría que la estimulación eléctrica de determinadas zonas del cerebro también puede provocar experiencias extracorpóreas. En cualquier caso, esta conclusión no entraría en contradicción, al menos por ahora, con los postulados que defiende el doctor Sans.
El lejano origen de los estudios sobre las ECM cabe situarlo, precisamente, en Estados Unidos. Fue el psiquiatra y filósofo Raymond A. Moody quien primero se ocupó de esta cuestión, con su libro Vida después de la vida, que se publicaría en 1975 y que al poco tiempo se acabaría convirtiendo en un best seller mundial. En esta obra, Moody recogía los testimonios de 150 personas que habían sufrido ECM, cuyos relatos eran en su mayoría coincidentes, tanto por lo que respectaba a las experiencias extracorpóreas vividas como en lo referente a sus encuentros con entidades espirituales y a la revisión de sus propias vidas.
El doctor Sans siempre ha reconocido la labor de Raymond Moody como figura inspiradora, pero al mismo tiempo ha querido ir más allá. Por ello, como se ha indicado ya, habló en primer lugar con psiquiatras y neurólogos sobre las ECM. Su siguiente paso fue recurrir a los grandes filósofos del pasado y a las teorías que ellos tenían sobre la vida, la muerte, la materia o la inmortalidad o no del alma. Todos esos pensadores acabaron encaminando al doctor, de algún modo, hacia el campo de la física cuántica, que se ocupa de los fenómenos a escala atómica y subatómica.
LA SUPRACONCIENCIA
A partir de todos los datos recabados desde distintos ámbitos, la teoría que defiende el doctor Sans es que en cada ser humano existe una conciencia especial, que él denomina Supraconciencia. "La Supraconciencia va más allá de la conciencia ordinaria o normal: es un estado en el que percibes tu conexión con todo el universo y experimentas una sensación de unidad y totalidad", explica en su libro La Supraconciencia existe. Vida después de la vida. En principio, pueden acceder a esa conciencia superior no sólo las personas que han estado clínicamente muertas, sino también los místicos o quienes practican la meditación profunda.
"He comprobado que es posible llegar a contactar con la Supraconciencia y poder así controlar el ego, nuestra falsa identidad, que me gusta denominar el 'no yo', inhibiendo sus cuatro potentes armas: la ignorancia, la afección por lo material, el egoísmo y el miedo. Todo miedo es, en el fondo, miedo a la muerte", recalca en su libro el doctor Sans, quien además está plenamente convencido de los efectos negativos del ego para nuestras vidas.
Su conclusión, teniendo en cuenta los principios cuánticos, es que la Supraconciencia es "una energía sutil de alta frecuencia que persiste a pesar de la muerte clínica y tiene continuidad fuera del cerebro". Esta energía sutil, que es una conciencia no local, "justifica las vivencias que nos cuentan los pacientes tras las ECM". Por tanto "aunque la muerte signifique el fin de nuestro cuerpo físico tal y como lo conocemos, no es el fin de nuestra existencia".
Esta teoría ha sido cuestionada, en cualquier caso, por algunos científicos. Un ejemplo en ese sentido sería el artículo 'Sobre la charlatanería de la mística cuántica', publicado en la revista Pensar por los profesores Celso M. Aldao y Daniel A. Mirabella, de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Aun así, también es cierto que un reconocido facultativo como el doctor Mario Alonso Puig califica el mencionado libro de "interesante, ameno y riguroso sobre las ECM", del cual escribió el prólogo.
"Nuestra auténtica esencia, nuestra conciencia no local, se libera en el momento de la muerte y se traslada a otra dimensión, a otro nivel, a otra situación energética", concluye el doctor Sans en su libro. De ahí que nos pida que no temamos a la muerte. "La muerte no es el fin, sino una transformación, un paso hacia una nueva forma de existencia. En lugar de temerla, podemos verla como una parte natural e inevitable de nuestra existencia, un paso más en nuestro viaje como seres conscientes", sintetiza, en un mensaje lleno de fe y de esperanza.