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El Castell de Bellver, el fantasma de Jovellanos y 'sa bruixa' Joana
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El Castell de Bellver, el fantasma de Jovellanos y 'sa bruixa' Joana

Por Tommy M. Jaume
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tommyjaumemallorcadiariocom/11/5/11/26
miércoles 30 de octubre de 2024, 23:00h

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Durante todos los miércoles de este mes de octubre, mallorcadiario.com ha recordado algunas de las leyendas misteriosas de Mallorca: desde la 'Dama Emparedada' de La Seu hasta 'El Triangle del Silenci' y los OSNIs de Sóller pasando por los fantasmas de La Misericòrdia de Palma y la Santa Compaña de La Trapa. En este último capítulo, el Castell de Bellver acapara el protagonismo.

El castillo circular más antiguo de Europa fue construido por el arquitecto Pere Salva a principios del siglo XIV. Por orden del rey Jaume II, lo hizo sobre la colina de Bellver. Y es que el monarca estaba convencido de que los fantasmas de sus antepasados y los soldados moriscos le perseguían. Tal era su obsesión, que también ordenó la construcción de la conocida como Torre del Homenaje, una edificación separada del edificio principal por un puente de piedra que tenía que ser destruido en el caso de invasión enemiga. Allí, el rey podría aguardar hasta que llegaran refuerzos, ya que disponía de agua y provisiones.

Con el paso del tiempo, la residencia real se convirtió en una prisión inexpugnable, donde cientos de soldados de las guerras napoleónicas fueron tomados como prisioneros. Entre sus muros, pasaron sus últimos días mientras eran víctimas de terribles torturas.

Más tarde, ya en el siglo XX, ochocientos presos republicanos fueron encerrados. Ellos se encargaron de la construcción de la carretera que conduce desde la calle Joan Miró hasta las escaleras de acceso al patio exterior. Cuentan que muchos murieron durante aquellos terribles años de trabajos forzosos, dejando la huella de su paso por la que fue su última residencia.

EL FANTASMA DE JOVELLANOS

El ministro Gaspar Melchor de Jovellanos estuvo preso durante seis años, en concreto desde 1802 hasta 1808, en un Castell de Bellver que, más de un siglo después, pasó a ser el Museu de la Historia de la ciudad de Palma de Mallorca. Era 1976, cuando los encargados de realizar la vigilancia nocturna comennzaron a asegurar que en los pasillos del primer piso, se sentían observados. Además, afirmaban que el sonido de unos pasos les seguían hasta detenerse frente a las escaleras que bajan al portalón de la entrada principal. Por otro lado, otros avisaban por radio a sus compañeros, al escuchar voces y sentirse tocados por manos que aparecían de entre la oscuridad junto a las esculturas romanas.

Desde entonces, los testimonios empezaron a multiplicarse. Empleados del servicio de la limpieza afirmaron que habían visto la sombra de Jovellanos en el primer piso, paseando, para luego desvanecerse en la puerta de la celda en la que estuvo encerrado. Pero no fueron los únicos, puesto que unos electricistas juraron haber oído gritos y lamentos que procedían de la parte baja del Castell, mientras trabajaban en unas reparaciones de madrugada.

SA BRUIXA JOANA

En el suelo de la fortaleza se encuentran unas cuevas excavadas por los propios trabajadores que construyeron el castillo, utilizando la montaña como cantera. Según cuenta una de las leyendas, dichas cuevas habían servido de morada a una malvada bruja conocida como “na Joana”. La historia está protagonizada por Joan, un niño de Palma muy bondadoso con joroba. Un día, su madre le pidió que fuera a buscar leña al bosque de Bellver. El pequeño obedeció y, al llegar al lugar, se topó con una cueva. En su interior, había una bruja (na Joana) bailando y cantando junto a otras dos hechiceras.

Una vez dentro, las tres mujeres realizaron unas preguntas al chico. Para su sorpresa, el niño respondió a todas ellas con gran educación. Entonces, le invitaron a danzar mientras cantaban una pegadiza canción antes de quitarle la joroba con su magia.

Cuando Joan regresó a Palma, nadie daba crédito. Una vecina, que tenía un hijo llamado Pere también con joroba, quiso saber el secreto. Una vez revelado, convenció a su vástago para que fuera a ver a 'na Joana' y a sus amigas. Pero su pequeño, no era tan bondadoso y educado como Joan. Así, respondió de mala gana a las preguntas y, cambió, de forma deliberada, el final de la pegadiza canción. De esta manera, fue castigado con una segunda joroba.

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