Como el lector que hace siesta sabrá en uno de los canales temáticos se emite este reality que funciona desde 2014.
La cosa tiene su gracia. Un tipo se acerca a una casa de empeños de las Vegas ofreciendo un objeto rarísimo y el dueño negocia su compra después de consultar con un supuesto experto.
En el programa intervienen el dueño, su padre , su hijo y un cuarto que es el que hace de payasete lerdo del cuarteto, aunque los otros tres son igualmente cómicos por no decir grotescos. Ya ven, una estupidez más. Mal doblada, con errores de catalogación de bulto y con comentarios tan fuera de lugar que han conseguido engancharme, lo reconozco.
Hace diez años la misma cadena intentó la versión española del reallity y contó conmigo como presidente del desaparecido Consejo Español de Peritos Tasadores de Arte y Antigüedades. El problema es que la casa de empeños de aquí, no tenía ni una milésima parte de objetos curiosos como la de allá, aunque eso si, tanto el padre, el hijo y el colega gracioso eran tan mamarrachos como los yanquis, aunque los expertos que interveníamos, lo éramos de verdad y no montábamos el numerito del experto americano en antigüedades, que no es experto en nada. Y claro no funcionó.
Para acabar de arreglarlo, la Casa de Empeños de aquí, terminó siendo en realidad una tapadera de un negocio de peristas, es decir donde se compran cosas robadas. Nos cubrimos de gloria, la productora y la asociación.
La Casa de Empeños es un establecimiento cutre y plasticoso a visitar en Las Vegas aunque sólo sea por el inevitable selfy. Y tiene su lógica, puesto que un casino y una casa de empeños es un binomio indiscutible como la pareja de la Guardia Civil.
Algo que como perito en arte y antigüedades me asombra del reallity americano no es el burdo trabajo de guionización de los protagonistas, y que son unos auténticos zotes, ni tampoco el elenco de “expertos” que avalan las piezas que aparecen, sino precisamente eso: Los objetos que aparecen en pantalla.
Una sociedad obsesamente consumista como la americana ha tenido la gran oportunidad de crear una Cultura Pop gracias al importantísimo influjo de la publicidad de los años 50 y 60. La televisión fue el gran motor de esta Cultura Pop creando miriadas de objetos relacionados con sus marcas de gran consumo, series y películas. Los americanos fueron los creadores del Marketing Promocional (Sales Marketing) y el Merchandasing convirtiéndolo en el auténtico gran legado socio cultural y valioso patrimonio que ha generado una envidiable afición por el coleccionismo de todo tipo de objetos, miles de objetos que hoy, dependiendo de su antigüedad y no más allá del boom de la publicidad en los años 20, tienen un valor, a veces, con precios astronómicos. Son los llamado objetos Vintage.
Otro asunto es cuando hablamos de objetos antiguos de verdad. Ese es uno de los motivos que hacen que pueda tragarme seis o siete capítulos de una tacada: Figuritas de bronce romanas, cascos persas, espadas chinas, alguna crátera griega, monedas antiguas y sobretodo doblones españoles, y alguna exquisitez más propia de un hogar burgués de Viena que de un garaje de Oregon o un altillo de New Jersey. Objetos que no son originarios de Estados Unidos y menos aún son fruto de esa ingenua Cultura Pop.
Los americanos han viajado mucho. Ya lo dice el mismo himno del Cuerpo de Marines: “Desde los salones de Moctezuma hasta las costas de Tripolí…” y añado, Francia, Italia, Austria, Alemania, Japón y más recientemente Irak y Siria. Y ya se sabe que en el petate de un marine caben más cosas que en el saco de Papa Noel. Últimamente compran mucho por internet, pero ese es otro cantar.
La cuestión es que al mostrenco del dueño de la Casa de Empeños de las Vegas, que encima va de culto por exigencias del guión y lo único que ha leído son las instrucciones del móvil, un día le traen unas figuritas de dioses lares romanos de bronce y el tio se mete en el jardín de explicar quien era Minerva, en plan camionero chistoso. Otro día le traen un casco persa, pero no pregunta de donde coño lo ha sacado o en su defecto si tiene alguna documentación legal de procedencia, porque desde luego de Minnesota no es. No se si me entienden…
Yo recuerdo cuando grabé uno de los capítulos de la versión española. Producción me envió previamente unas imágenes de la pieza que debía explicar unos días después y la estudié a fondo. No dije nada y esperé al día de grabación. “¡Oh! –paripé- mira que pieza más rara!, ¿A ver que dice nuestro experto?” dijo el dueño de la casa de empeños de Alicante. Pregunté al dueño del objeto “¿Y tu a que te dedicas?”. El tipo dijo con cara de piloto chuleta. “Yo soy piloto” y le respondí mirando a cámara y con la huaca en la mano “No, tu no eres piloto. Tu eres un chorizo y un contrabandista, porque esto viene de un expolio de una tumba peruana”. El tipo se quedó con la cara más roja que el culo de un mandril. El Cristo que se montó fue muy divertido, y ya no volvieron a llamarme para rodar ningún capitulo más. Claro.
Y otro día hablaremos de los trasteros de pago si quieren. En España son muy similares a los americanos. Puedes guardar todo, todo, todo, como decía la nena de Catalana Occidente y sino pregunten a Alvise Pérez.
Jorge Llopis es director de pecadosdelarte.com