En la mejor literatura y en el mejor cine podemos encontrar casi siempre, sin demasiado esfuerzo, numerosos ejemplos de grandes historias románticas marcadas esencialmente por el hecho de estar llenas de contrariedades o de obstáculos. Son esas historias que solemos denominar como de amores imposibles.
Dichas historias pueden ser subdivididas, a su vez, en varios grupos, como el de los amores no correspondidos, el de los amores imposibilitados por las circunstancias, el de los amores prohibidos, el de los amores no nacidos por los propios miedos y temores personales o incluso el de los amores finalmente trágicos.
Del mismo modo, podemos encontrar también en la mejor literatura y en el mejor cine ejemplos de historias que son por completo diferentes a las anteriores, al aparecer en ellas historias de amores posibles. O más o menos posibles.
Y como casi todo lo que ocurre en el arte suele ocurrir también casi siempre en la vida, y viceversa, seguramente todos o casi todos hemos vivido en algún momento de nuestras vidas algún amor imposible y algún amor posible, aunque también es verdad que algún amor puede llegar a ser ambas cosas a la vez.
En el caso de haber llegado a vivir uno y otro tipo de amor en alguna ocasión, ¿con cuál nos quedaríamos finalmente? Yo creo que en la mayor parte de los casos nos inclinaríamos por los amores posibles, aunque es cierto que en ellos pueden aparecer también diferentes contrariedades y obstáculos.
Desde hace ya algún tiempo, creo que los amores que realmente valen la pena son aquellos en los que hay reciprocidad, es decir, en los que amamos con la misma intensidad con que somos amados, con independencia de que esos amores sean posibles, imposibles, empíricos, o futuribles.
Los amores que de verdad valen la pena son para mí aquellos en el que dos personas desean y ofrecen al mismo tiempo afecto, esperanza y ternura, a veces en forma de suaves y dulces caricias, y otras en forma de una carta o un mensaje, o tal vez con la calidez de una llamada o de un profundo abrazo.
Los amores que de verdad valen la pena son aquellos en el que esas dos personas se ayudan y se protegen mutuamente, en donde la comprensión, la confianza y el respetuo mutuo están siempre presentes.