El presidente del Patronato de ADEMA, Diego González (Málaga, 1968), es cofundador de este centro educativo, que abrió sus puertas en 1993. "En breve hará una década que nos transformamos en Escuela Universitaria", recuerda al inicio de la entrevista. En la actualidad, ADEMA es un centro adscrito a la UIB. De joven, González fue jugador de rugby. "Tuve la suerte de jugar a este deporte y de aprender lo que es un equipo", recalca.
¿Cómo surgió la idea, hace ya treinta años, de poner en marcha ADEMA?
Bueno, según como fuera ahora mi respuesta a esta pregunta, tendría usted casi para escribir un libro entero —sonríe—.
La reformularé entonces. ¿Con qué propósito nació este centro educativo?
El propósito originario de esta escuela era incorporar titulaciones que en aquel momento no se daban en Baleares.
¿Como por ejemplo...?
Le contaré antes un hecho biográfico. De joven, yo quería conseguir la titulación de protésico dental en Baleares, terminando los estudios que había iniciado en la Península, pues me había enamorado y me había venido a Mallorca por amor, pero descubrí que aquí no se podía estudiar esa titulación.
¿Qué hizo entonces?
Lo que hice fue estudiar por libre, para poder quedarme aquí. Me preparé todos los temarios, me examiné en Granada y aprobé entre doscientos aspirantes.
Es algo muy curioso...
De hecho, la primera titulación que pusimos en ADEMA fue la de protésico dental, pues pensé que si yo sabía cómo se hacía, por qué no enseñar a los demás lo que en aquel momento aquí no se podía estudiar. Por lo demás, llevo ya treinta y dos años casado con la persona que entonces era mi amor —sonríe de nuevo—.
"Queremos continuar en la línea que iniciamos hace tres décadas con los próximos títulos que implantemos"
¿Continúa ADEMA con ese espíritu?
Efectivamente. Así empezamos y durante treinta años hemos seguido con ese propósito de implantar titulaciones que nunca se habían dado en las Islas, si bien en algunos casos algunos centros las acabaron implantando a posteriori. Por lo que respecta al futuro, queremos continuar en esa línea con los próximos títulos que implantemos.
¿Qué grados universitarios imparten ahora?
Impartimos los grados de Odontología, Nutrición Humana y Bellas Artes, así como también un máster oficial universitario de Odontología Digital.
¿Y por lo que se refiere a la Formación Profesional?
En este ámbito, por un lado tenemos los ciclos formativos de grado superior, en concreto, de Prótesis Dental, Higiene Bucodental, Dietética y Acondicionamiento Físico. Por otro lado, tenemos los ciclos formativos de grado medio, de Técnico Medio de Farmacia y Técnico Medio en Cuidados Auxiliares de Enfermería. Además, tenemos una F.P. básica, de Mantenimiento de Instalaciones Deportivas. Por último, tenemos los denominados certificados de profesionalidad, en concreto, de Transporte Sanitario, Atención a Múltiples Víctimas de Catástrofes y Atención a la Dependencia —tanto a domicilio como en instituciones—.
¿Es necesario estudiar Medicina para ser odontólogo?
No, hace ya más de veinte años que no es necesario. Con la entrada en vigor del Plan Bolonia, existe el grado universitario de Odontología. Este es el título habilitante para ejercer la profesión de dentista. La duración de este grado es de cinco años, con 300 créditos en total.
¿El grado de Odontología cada vez va a más?
Así es, va a más, con una demanda muy fuerte. En este grado, este año hemos sido la segunda nota de corte más alta en la UIB, después de la de Medicina. Creo que la nota de corte ha sido 12,41 en la primera lista.
"Impartimos los grados de Odontología, Nutrición Humana y Bellas Artes, así como también un máster oficial universitario de Odontología Digital"
¿Cuántos alumnos hay de media en el primer curso de Odontología?
Hay cuarenta alumnos en el primer curso de este grado.
¿En qué curso empiezan las prácticas?
Bueno, van siendo graduales. Así, en primero se hacen por ejemplo prácticas de odontología comunitaria, que es ayudar a hacer estudios poblacionales. Ya en segundo, hay prácticas de tipo preventivo, como por ejemplo las higienes dentales. En tercero, empezamos con la iniciación a la cirugía, mientras que en cuarto los alumnos se especializan y en quinto ya lo demuestran en la clínica integrada.
Para estudiar Odontología, ¿es bueno que uno tenga previamente la vocación de ser dentista?
Sí, sin duda. Seguro que en la entrada de nuestro centro ha visto la frase 'Hazlo con pasión o cambia de profesión'. Por tanto, para nosotros la vocación es fundamental. Ahora tenemos pruebas específicas de admisión y lo que valoramos en gran medida es la vocación.
¿Cómo surgió la idea de impartir Bellas Artes también en ADEMA?
Pues surgió del área de investigación que tenemos. Piense que ADEMA lleva años destacando a nivel internacional por la investigación y el desarrollo de la realidad virtual táctil, que técnicamente se llama tecnología háptica. De hecho, nuestro centro es un referente mundial en este ámbito y da clases a muchas facultades.
¿En qué consiste la tecnología háptica?
Gracias a la tecnología háptica es posible simular operaciones a través de la creación de videojuegos, pero en este caso no son sólo videojuegos en los que utilizas un joystick —palanca de mando—, sino videojuegos en los que puedes tocar y sentir lo que está en ese instante en la pantalla.
"Gracias a la tecnología háptica es posible simular operaciones y tocar y sentir lo que está en la pantalla"
¿En qué sentido?
En el sentido de que puedes notar la textura de los tejidos, la diferencia de la herramienta que coges o la velocidad de la turbina a través de estos dispositivos. Es algo bastante avanzado, que empezó en el grado de Odontología en 2018.
¿Y a partir de ahí?
A partir de ahí, al tener la suerte de contar con amigos y conocidos en el mundo del arte, y al estar investigando con la tecnología háptica, le enseñamos lo que hacíamos a quien hoy es nuestra jefa de estudios del grado de Bellas Artes, la reconocida artista Amparo Sard. En ese momento, estábamos algo bloqueados en el desarrollo de la tecnología háptica, pero el liderazgo de Amparo y la posterior presencia de artistas nos permitió desbloquear ciertas áreas del conocimiento que teníamos, para desarrollar esta tecnología y mejorar.
Ah, de acuerdo...
Ahí fue donde tuvimos un primer contacto con lo que actualmente es nuestro equipo de Bellas Artes, en donde hubo un proceso de transferencia de conocimiento, de cosas que ellos sabían hacer y de visiones estratégicas que ellos tenían, que nos aportaron soluciones en donde nosotros no las encontrábamos a causa de nuestra visión a veces demasiado lineal. Ese fue uno de los motivos que nos impulsó a implantar el grado de Bellas Artes.
¿El enfoque en Bellas Artes es humanístico?
Sí, claro. El arte contemporáneo está muy versado en el pensamiento. Yendo un poco más allá, le puedo decir también que el enfoque en nuestro grado de Odontología es humanístico igualmente. Al fin y al cabo, hay un planteamiento filosófico cuando se habla de qué perfil de sanidad queremos. Además, en el mundo de las ciencias de la salud hay muchas personas con fuertes vínculos con el mundo del arte. Y viceversa. Por todo ello, ese eslabón humanista está siempre presente en ADEMA.
¿Esos vínculos entre ciencia y arte son nuevos?
No, no son nuevos. Lo pude constatar hace dos años, cuando fuimos a la Feria de Arte de Chicago con Amparo Sard y, además, estuvimos visitando universidades con las que tenemos una exquisita relación. En la Roosevelt University, por ejemplo, tienen el College de Ciencias y Artes. Eso demuestra que el pensamiento humanista integrador viene de mucho tiempo atrás. No lo hemos inventado nosotros solos —ironiza—.
"Nuestra jefa de estudios del grado de Bellas Artes es la reconocida artista Amparo Sard"
¿Cuáles fueron las otras razones, además de la humanística, que les llevaron a implantar Bellas Artes?
Una segunda razón fue que reflexionamos sobre cuáles van a ser las titulaciones futuras que se van a necesitar. Y una tercera razón fue que analizamos que en una sociedad que va a introducir con muchísima potencia la Inteligencia Artificial, las profesiones creativas y la mentalidad creativa son muy importantes.
¿Cuántos alumnos hay de media en el primer curso de Bellas Artes?
Hay veinticinco alumnos en el primer curso de este grado.
Es una ratio muy buena...
Nosotros somos una escuela pequeña y queremos seguir siendo una escuela pequeña. Haciendo una analogía, nuestro concepto es el de 'hotel boutique', es decir, el de una escuela de calidad, pequeña y próxima. Ello nos permite, además, mantener el vínculo y el contacto entre el profesor y el alumno, que nosotros consideramos que es un valor añadido tanto en Odontología como en Bellas Artes. Como le comenté hace un momento, nuestro centro dispone de altas capacidades digitales, pero creemos en el citado concepto.
¿Quisiera añadir algo más en este punto?
Añadiría que otra cosa que está en el corazón y en el núcleo de la metodología de esta escuela es el aprendizaje por proyectos y por servicios, por lo que Bellas Artes también se presta a la aplicación de esta metodología. O, dicho de otro modo, las estructuras docentes de los grupos de trabajo y de los proyectos son muy parecidas en cuanto a los retos y la metodología.
"Trabajamos con ilusión y generamos conocimiento para que otras personas puedan desarrollar y realizar su vida"
Creo que ADEMA ha recibido un premio recientemente...
Así es. Nos han premiado ahora en el Congreso Europeo de Facultades de Odontología, por los proyectos de investigación conjunta que tenemos entre Bellas Artes y Odontología. En ese congreso participaron centros internacionales tan reconocidos como la Universidad de Oxford o el Trinity College de Dublín.
¿Cuál ha sido la clave del éxito de ADEMA a lo largo de estos treinta años?
Yo creo que el esfuerzo, la dedicación, la pasión, estar pendiente de los principios de oportunidad y pelear. Y por supuesto tener igualmente un gran equipo, sin olvidarnos de que la suerte también es necesaria.
Un punto de suerte siempre es necesario, sí...
Recuerdo cuando me dieron el Premio Pyme del Año de las Islas Baleares 2020, que fue el peor año de la economía de la Comunidad de este siglo y de la mitad del pasado. Cuando recibí este premio me emocioné, pues pensé en todas las empresas que se habían quedado en el camino.
Usted fue jugador de rugby, un deporte que admiro, pero que me parece muy arriesgado...
Pues como la vida misma —sonríe de nuevo—. Cada día salimos a jugar y a veces te van a placar y a tirar sobre el barro. Pero tú te levantas y sigues. Esa es nuestra filosofía y sobre la que nuestro equipo labora, sobre todo con el propósito de trabajar con ilusión y de generar conocimiento para que otras personas puedan desarrollar y realizar su vida. Nos ocupamos, además, de unas áreas del conocimiento que devuelven mucho a la sociedad.