La crisis interna en Vox Baleares ha alcanzado niveles alarmantes, con una fractura evidente en el seno de su Grupo Parlamentario. Figuras clave como Idoia Ribas y Sergio Rodríguez han solicitado la dimisión de la actual portavoz parlamentaria, Manuela Cañadas, evidenciando una guerra abierta que pone en jaque la estabilidad del partido, ya muy comprometida por cuanto inició la legislatura con ocho escaños y ya ha perdido dos por discrepancias insalvables, los diputados Xisco Cardona y Agustín Buades que abandonaron el grupo para ser diputados no adscritos.
Esta inaudita confrontación se suma a los constantes conflictos que Vox ha experimentado en otras comunidades autónomas, lo que refleja una tendencia general de división y pugnas internas.
La situación afecta perjudicialmente a Vox en Baleares y amenaza la estabilidad de los gobiernos autonómicos del PP, tras la salida de Vox en los Ejecutivos de Castilla y León, Aragón, Comunidad Valenciana y Murcia. En esa lista se incluye el Ejecutivo balear del PP, presidido por Marga Prohens, que tras la ruptura del pacto de 110 medidas acordado con Vox, ha quedado en minoría en el Parlament.
La estrategia de la calle Bambú parece dirigida a generar inestabilidad allí donde no gobierna la izquierda
Las recientes declaraciones de Santiago Abascal en contra del estado de las autonomías, uno de los pilares de la Constitución española, dejan claro que la dirección nacional del partido no tiene intención de consolidar su colaboración con el PP en los territorios donde compartían gobierno. Es más, la estrategia de la calle Bambú parece dirigida a generar inestabilidad allí donde no gobierna la izquierda.
Este comportamiento beneficia indirectamente al PSOE. Si Vox dinamita sus alianzas con el PP, provocará inestabilidad en los ejecutivos autonómicos y abrirá la puerta para que los socialistas recuperen el poder perdido tras las últimas elecciones. La actitud inexplicable de la cúpula de Vox, y la sumisión de la dirección balear hacia tales postulados, no hace más que agravar la crisis interna, arrastrando a Baleares a la inestabilidad y poniendo en peligro la gobernabilidad.
El panorama que se dibuja es preocupante: un Vox fracturado y ensimismado en luchas de poder que, en lugar de afianzar su papel en la política española, está contribuyendo a su propia desintegración. Si no logran gestionar sus conflictos internos, los principales beneficiados serán sus adversarios políticos; singularmente la izquierda, que ve entusiasmada cómo Vox Baleares se suicida a cámara lenta.