En estos últimos años, he recordado con frecuencia una evidencia que subrayó el tan admirado don Miguel de Unamuno, en plena guerra civil, a Nikos Kazantzakis. La formuló así: “… porque los españoles no creen en nada. ¡En nada! ¡En nada! Están desesperados”. Bien mirado, no lo veo tan descaminado. Lo cierto es que, al contemplar la convivencia actual y, sobre todo, el modo de ejercer el gobierno, resulta difícil negar que, efectivamente, somos muchos, demasiados, los españoles que no parecen enterarse de qué va o qué es lo que está en juego. Damos la impresión de pasar de casi todo. Ocurra lo que ocurra en la vida real, nos gobiernen de un modo u otro, parece que nos es indiferente, como si no fuera con nosotros. La experiencia política confirma plenamente la anterior perspectiva.
En todo caso, tal posicionamiento ante la vida, de indudables resonancias histórico-sociales, ha sido aprovechado, en cuanto elemento propicio para un cambio personal, social y político, incluido un cambio de sistema, por un ‘sanchismo’ sin escrúpulos, sectario, de ‘marchamo chavista’ y que practica ‘la intoxicación sistemática’. Lo cual es, presuntamente, ‘signo sólo de modos dictatoriales’ (Antonio Elorza).
Sabemos que Sánchez, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, ha acordado con ERC “traspasar a Cataluña el privilegio de recaudar, gestionar e inspeccionar el cien por cien de los impuestos” (Carmen Tomás). Es evidente, por tanto, la gravedad de lo que se pretende:
1). Romper el régimen común y el fondo de solidaridad con el que se han venido financiando hasta ahora las Comunidades autónomas. Es cierto que ya estaba necesitado de adaptación. Pero no lo es menos que se ha pactado al margen del Consejo de Política Fiscal y Financiera, en el que están representadas todas las Comunidades bajo la presidencia del Ministerio de Hacienda.
2). “Evitar que se evidencie que Salvador Illa ha llegado al cargo con el dinero de todos los españoles” (Germà Ventayol).
3). “Enmascarar los privilegios financieros que otorgará a Catalunya”
(Germà Ventayol) a costa de las Comunidades más pobres y necesitadas. Nadie del Gobierno, ni tampoco Sánchez, lo han explicado, ni siquiera a los suyos. Y no lo ha hecho porque no puede explicarlo. La trasparencia, como es habitual en el sanchismo, ha brillado por su ausencia. Todo es opacidad y falta de información. Se ha puesto a pleno rendimiento la maquinaria de la propaganda manipuladora. Busca convertir a las CCAA, gobernadas por el PP, en verdaderos Judas, que traicionen a la España de hombres libres e iguales a cambio de un puñado de monedas.
4). Subir los impuestos y contentar a las CCAA con algún ingreso suplementario. Se habla de una pérdida de 13.000 millones de recaudación que se evaporarán con el concierto catalán y dado que “no hay dinero para todos” (Germà Ventayol), no existe más opción que subir los impuestos. “A partir de aquí se pueden hacer todas las cábalas, pero el tren del concierto, cupo o singularidad financiera para la Generalitat de Catalunya ya ha salido de la estación” (Ibidem). Impuestos que van afectar, como siempre, a las clases medias, al común de la gente. Lo veremos muy pronto. También afectarán a los tuyos.
No lo dudes. No caigas en la trampa. Entérate. Como ha dicho, César Calderón,
Vas a vivir peor. Y tus hijos mucho peor
“El aparato de comunicación del PSOE, siempre excelentemente asistido por la legión de turiferarios que le acompañan previo pago desde sus medios y teles de cabecera, ha iniciado -brillantemente, por cierto- una estrategia que consiste en ocupar todos los espacios simbólicos y emocionales, tratando de convertir una propuesta territorialmente insolidaria, ideológicamente reaccionaria y económicamente destructiva para todo el país en una especie de bálsamo de fierabrás que convertirá España en una nueva Arcadia feliz …” (Calderón). ¡Y, hasta ahora, con nuestra complicidad!
La verdad, que se quiere ocultar, consiste en que habrá mucho menos dinero en las CCAA para educación (construir escuelas e institutos, contratar nuevos profesores), para salud (construir nuevos hospitales, centros de atención primaria, contratar médicos), para el estado de bienestar. El regalo, verdadero privilegio absolutamente discriminatorio, que Sánchez pretende hacer a los independentistas catalanes, equivale a 150.000 médicos o 260.000 profesores (Juan Bravo). A ver si ahora nos enteramos de qué va la cosa. Tú pagarás el privilegio que se quiere dar a Cataluña y tu pagarás lo que cuesta mantener a Sánchez en la Moncloa.
Si contemplamos el panorama que se avecina desde la perspectiva de Baleares, se ha de subrayar que la Presidenta ha estado a la altura. "Como presidenta mi responsabilidad será siempre defender por encima de todo los intereses de los ciudadanos de las islas, sobre todo en un momento en que hay cuestiones que se están negociando continuamente sólo con algunos. No puedo permitirlo. Lo primero que le he trasladado es su obligación de convocar la Conferencia de Presidentes para abordar estos temas que nos afectan entre todos" (Prohens). Es más, la Presidenta, después de rechazar la comparación socialista del REB (compensación insularidad) con el concierto catalán, se ha expresado con rotundidad y firmeza: "No aceptaremos ningún tratamiento singular con Cataluña que tengan que pagar, como siempre, los ciudadanos de Baleares. No queremos ser ni más ni menos que nadie".
La nota discordante, ¡cómo, no!, la ha dado la sectaria y desprestigiada Francina Armengol. Con su sumisión voluntaria a Sánchez, ha despreciado, una vez más, a los ciudadanos de Baleares. Pretende engañar y vender la burra. Esta vez se equivoca. El pueblo, que parece ignorar, no se la comprará. En todo caso, le agradecemos, con vistas a un posible futuro, que haya ‘asomado la oreja’. ¡No lo olvidaremos!
Aunque Vox siga al quite del sanchismo, el PP ha de permanecer firme en lo acordado: mantener la multilateralidad. Cuando el sanchismo pone tanto en interés en quebrar, como sea, tan inteligente estrategia, es que el PP ha acertado plenamente. No deseamos Judas. Deseamos firmeza en su defensa. Incluso -¿por qué no?- saliendo a la calle en todas las Comunidades que gobiernan. Si fallan ahora, en un momento en el que tanto se juega y tan cercano a la gente del común, lo pagarán electoralmente.
Gregorio Delgado del Río