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El curso del móvil

viernes 13 de septiembre de 2024, 05:00h

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Algunos centros educativos hace ya años, incluso antes de la pandemia de 2020, decidieron afrontar, con valentía, la retirada de los dispositivos móviles en los institutos. La sociedad actual ha posibilitado, sin lugar a dudas y por diversos motivos en los que no profundizaremos aquí, que la prolongación de las manos de nuestros jóvenes sea el teléfono móvil.

A priori, antaño pensábamos que el uso de las pantallas en los centros educativos podía aportar valor añadido a lo pedagógico; pero quizás ese pensamiento nacía concebido erróneo desde una estructura mental organizada y bien amueblada como es la de un adulto.

La pandemia ha sido, sin lugar a dudas, la palanca de empuje para empezar a darnos cuenta de que no todo lo que aportan las pantallas es positivo. ¿Por qué? Pues porque nos dimos cuenta de que las emociones habían ocupado una buena parte de la gestión de nuestro día a día y esto es debido a que nos hemos convertido en una sociedad profundamente emocional o lo que es lo mismo, somos adictos a experiencias que hagan explosionar nuestras emociones. Hoy en día las emociones, en la gente joven, lo rigen todo y la pantalla es la protagonista.

La neurociencia ya lo ha estudiado: la pantalla fue diseñada en un primer momento para generar emociones y para ser adictiva. Científicamente, está probado que cuando un ser humano está delante de una pantalla se producen cambios neurológicos y de comportamiento. Con esos cambios nuestro organismo genera toneladas de dopamina. En un primer momento, esta sustancia bien gestionada puede aportar beneficios porque es la que nos genera placer, pero de lo contrario, nos genera adicción, que es lo que está ocurriendo ahora con nuestros jóvenes.

Es por ello que si todo nuestro comportamiento se rige basándose en nuestros sentimientos, estamos en el camino equivocado. Ello no significa que debamos regirlo solo en la razón por que la vida también es sentimiento. Habrá momentos en los que deberemos actuar desde el corazón, desde la emoción y otras desde la razón. Y esto es lo que debemos ser capaces de enseñar a nuestros jóvenes para que entiendan que la retirada de los móviles de los centros educativos no es una medida punitiva, sino más bien todo lo contrario.

Para comprender esto es necesario entender el concepto de voluntad. Esta palabra, a nuestros jóvenes, les produce urticaria, rehúyen de su semántica porque no les interesa. Han crecido en la sociedad del cortoplacismo. Quiero esto y lo tengo. Envío un mensaje instantáneo y me contestan a la milésima de segundo. Y si no es así, me frustro. Y la voluntad no es más que la capacidad de posponer la recompensa. Pero, ¿qué recompensa? La mejora de su rendimiento académico.

Y si les explicamos esto y conseguimos que lo entiendan, verán que lo único que estamos haciendo es ayudarles a fortalecer la corteza prefrontal del cerebro, que es la zona que nos hace ser seres superiores y donde se produce una mejora de la atención, de la concentración, resolución de problemas,etcétera.

De este modo podremos crear jóvenes fuertes, jóvenes preparados y lograremos luchar contra uno de los males que está poniendo en peligro a la cantera de nuestra sociedad. Pero todo no es blanco o negro. En el término medio está la virtud para poder demostrar que otra educación es posible.

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