El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, inauguró la semana pasado el nuevo curso político con una estrategia de descarada confrontación directa con la oposición, en especial con los gobiernos autonómicos del Partido Popular. Junto con una batería de anuncios de claro tono populista, como la subida de impuestos a los ricos para que haya menos “Lamborghini” y más transporte público, el secretario general del PSOE no pierde oportunidad para hacer oposición a los gobiernos autonómicos del PP desde el Gobierno de España.
Sánchez parece olvidar que, si bien logró superar su investidura y presume de que hay gobierno para rato, no tiene una mayoría estable en el Congreso que le permita siquiera aprobar los presupuestos, algo que está en el aire. Además, en el Senado son los ‘populares’ quienes tienen mayoría absoluta. Y el poder territorial es claramente favorable para el PP tras las últimas elecciones autonómicas y municipales. La ofensiva de Sánchez contra los gobiernos autonómicos del PP genera crispación y no aporta soluciones a los problemas del país.
La ofensiva de Sánchez contra los gobiernos autonómicos del PP genera crispación y no aporta soluciones a los problemas del país
Sus persistentes ataques contra la Comunidad de Madrid son muy preocupantes y demuestran la guerra que Sánchez se trae contra la presidenta Isabel Díaz Ayuso, sin comprender que por más que la critique, es ella la que gana las elecciones con claridad.
En lugar de tender puentes, dada la minoría en que se encuentra y la irrelevancia política en la que ha caído su aliado Sumar, el presidente opta por una estrategia que alimentada por un sectarismo cada vez más evidente. Atacar sistemáticamente a la oposición es un grave error que puede aislar más al Ejecutivo, en un escenario político que demanda consenso. Pero Sánchez sólo está interesado en consensuar con los independentistas y con la izquierda radical. El PSOE, con un poder territorial menguante, necesita alcanzar acuerdos para gobernar.
Persistir en la crítica constante al Partido Popular solo exacerba las divisiones y dificulta la posibilidad de alcanzar pactos que resulten beneficiosos para todos los ciudadanos. Un gobierno en minoría, lejos de usar la confrontación como herramienta, debería centrarse en el diálogo y la búsqueda de consensos amplios para sacar adelante su acción de gobierno.
Pero lo más preocupante del comportamiento del Sánchez, se evidenció el sábado en la reunión del Comité Federal del PSOE, cuando afirmó: "Vamos a avanzar con determinación en esa agenda, con o sin apoyo de la oposición, con o sin un concurso de un Poder Legislativo que necesariamente tiene que ser más constructivo y menos restrictivo. ¿Cómo piensa gobernar sin concurso del Poder Legislativo? Sin las Cortes, incluyendo el Senado, el Gobierno no puede llevar a cabo las transformaciones que Sánchez promete.