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Vox ante el reto migratorio

Por Gregorio Delgado del Río
sábado 07 de septiembre de 2024, 05:00h

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A los de Abascal, a la vista del resultado de las elecciones europeas, les dio un vuelco al corazón. Los resultados de Alvise fueron una inesperada sorpresa. Comprobaron, en sus propias carnes, el riesgo y el peligro del nuevo adversario aparecido. Tan fuerte fue el impacto de los resultados, que vieron necesario imaginar un nuevo proyecto. Las últimas encuestas, por cierto, les dan la razón: Vox experimenta, en tan poco tiempo, una pérdida de 412.000 votos ante Alvise.

La oligarquía que los dirige entendió que la inmigración era el tema del futuro en Europa. Al margen, por supuesto, de sus representantes locales, su ejecutiva nacional partió de esta idea: la llegada de irregulares será progresivamente más numerosa. Traerán consigo, en consecuencia, creencias, costumbres y estilo de vida dispares entre sí y con el que impera en los países de acogida. Su presencia, entienden, provocará en el común de la gente incomodidad, descontento y rechazo. La gente desea vivir en paz, sentirse segura y protegida frente a la delincuencia imperante, consubstancial, en un cierto grado, a la inmigración. La lucha decidida frente a este fenómeno y sus consecuencias, del que responsabilizan por igual al PSOE y PP, será la bandera, casi exclusiva, de la acción política en el futuro. ¡Todo, pensaron, saldría a pedir de boca!

De inmediato, pusieron manos a la obra. Rompieron con el PP en las autonomías en que participaban en los respectivos Gobiernos. Los ‘menas’ fueron la excusa. Querían significarse, sobre todo, con respecto al PP. La realidad, sin embargo, les hizo ‘caer del guindo’ y todo se volvió en su contra. Si escupes hacía arriba, te puede caer en la cara. Como así ocurrió en efecto.

De igual modo, el plan concebido les obligó a romper también con Meloni, que, por cierto, ha logrado reducir la entrada de inmigrantes en un 65%. Es más, toman la decisión, muy arriesgada y todavía no explicada con coherencia, de unirse a ‘Patriotas por Europa’, el grupo que dirige el Presidente húngaro, abiertamente pro Putín y que, como subraya Jorge Vilches, incluye “a partidos que apoyaron a Puigdemont y su golpe de Estado en Cataluña”. ¡Vaya patinazo! ¡Vaya error de identidad!

¡“Quién te ha visto y quién te ve”!, Abascal. Ahora resulta que te has convertido en soporte de Putín, que aparece, junto con China e Irán, como valedor internacional del dictador Maduro y que libra su particular agresión bélica con Ucrania. ¿No les parece que la cosa desafina bastante? ¿Qué pensarán sus potenciales votantes al verificar el volantazo protagonizado? ¿Acaso, señores de Vox, no están posicionándose en contra de su predicada identidad? Para “este viaje, como dice el refranero, no se necesitan alforjas”. Lo van pagando con el decreciente apoyo electoral que cosechan.

El punto de partida, como señala Elorza, y, en mi opinión, también el de llegada, mal que le sepa a Vox, ha de cifrarse en la voluntad de acogida, y no la xenofobia”. Existe una realidad existencial innegable, origen de todo el fenómeno migratorio, que sobre todo los europeos, por justicia (colonialismo) y humanitarismo, venimos obligados a tener muy en cuenta: la escandalosa e inhumana desigualdad en todos los ámbitos en los países de origen. El migrante, sumido en la pobreza, anhela escapar de ese destino y busca, como puede, un lugar donde hallar una vida mejor. ¿Qué problema encuentra Vox para hacerse cargo de tan injusta situación humana, que nos interpela a todos? ¿Por qué oponerse a que el viaje de llegada, como ha subrayado el cardenal de Madrid mons Cobo, se facilite a los migrantes en condiciones de seguridad desde todos los puntos de vista? No debiera existir ninguno. Es más, se daría un golpe de gracia a las mafias.

Otra cosa muy distinta es debatir y consensuar con el Gobierno cómo se organiza y se regula la efectiva realización del proceso que conlleva la acogida. Pero, seamos serios y consecuentes con los principios y las leyes no escritas de los dioses: apertura y acogida. No propongamos, ya de entrada, actitudes calificables de xenofobia. Si Vox, o cualquier otra formación política, no participa de esta idea tan básica, me temo que tienen un grave problema interno. Lleva, eso sí, razón cuando reclama a Sánchez un ámbito común de entendimiento de todas las fuerzas políticas y el abandono de actitudes maniqueas a las que tan proclives somos los españoles.

Asimismo concurre en la necesidad de acogida otra razón que, aunque rodeada de matices egoístas, viene exigida e impuesta ante la muy baja natalidad española. Hace unos días lo recordaba Joaquín Leguina:En el último año, todo el crecimiento de la fuerza laboral ha sido de origen extranjero. Se han incorporado a la actividad 154.000 personas con doble nacionalidad (española y extranjera) y 228.000 extranjeros. Se han incorporado a la actividad 154.000 personas con doble nacionalidad (española y extranjera) y 228.000 extranjeros. Javier Jorrín ha recordado que ‘la mayor parte de estos migrantes proviene de Latinoamérica. Solo en el último año se han incorporado 174.000 activos procedentes de los países de esa región, frente a los 61.000 activos procedentes de la UE y los 27.000 del resto del mundo. Esto significa que la mayor parte de la nueva fuerza de trabajo es hispanohablante, lo que facilita la integración’”. No es extraño, en consecuencia, que concluya así: “Resulta evidente que sin la llegada de extranjeros la economía española hubiera colapsado”.

A partir de los datos precedentes, no se entiende la actitud, absolutamente dogmática e intolerante, de la posición de Vox. Necesitamos un volumen determinado anual de migrantes. Habrá que fijar su cuantía. ¿Qué pueden dar lugar a problemas? Sin duda. Son consubstanciales al fenómeno migratorio. Pero, los necesitamos. “La ola creciente de inmigrantes” (Leguina), muchos de ellos irregulares, muchos de ellos menores de edad, casi todos con escasa preparación para acceder a un puesto de trabajo, casi todos con dificultades varias al intentar integrarse en la vida española, etc., etc. Sin duda. Pero, nada es insoluble con una mínima voluntad de apertura, consenso y colaboración. Ha de evitarse, a toda costa, el incurrir en un incremento de la xenofobía.

Como ha dicho Elorza, las soluciones son, ciertamente, difíciles. Pero, hay que buscarlas y propiciarlas. Lo ocurrido en las elecciones europeas y ahora en Turingia y Sajonia influirá en la posición de Europa. Se seguirá, con los matices que cada país pueda incorporar, la política antimigratoria de Meloni: ‘Al que entra ilegalmente, le espera ser repatriado’; ‘la solución no es la redistribución sino las repatriaciones’; seremos nosotros los que decidamos quién llega a Europa y no los traficantes’. El límite se fija en no transitar por el camino del racismo y la xenofobia.

Además de su mala colocación de la barrera (ruptura con Meloni), Vox ha visto como Sánchez, con su viaje africano, ha modificado su relato (migración circular) y, en ese debate, me temo que lleve las de perder. Igualmente, dice Tadeu, “el PP de Feijóo se ha olido perfectamente de dónde le pueden venir los problemas electorales (…”), y por eso está endureciendo su discurso, mimetizándose con el de Vox”. Tampoco le va ser fácil superar este contratiempo.

En cualquier caso, creo que la gente de Vox sobreactúa, peligrosamente, cuando “presenta a los inmigrantes en general, y a los menas en particular, como responsables casi únicos de la delincuencia (Elorza). Creo que les sobra rigidez e intolerancia. Su riesgo es dejarse llevar por la manifiesta obsesión anti PP y hacer, una vez más, el juego a Sánchez. Seguro, que los tentará y ‘encenderá’ (Redondo). No reaccionen por ello con amenazas al PP, que luego cumplen irresponsablemente. El electorado les pasará factura. ¡Su estrategia, me temo, que ya ha fracasado!

Gregorio Delgado del Río

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