Hasta no hace aún muchos años, era posible leer en casi todos los medios artículos de opinión en donde el respeto y las buenas formas prevalecían siempre, incluso cuando un columnista o una columnista hablaban de posibles antagonistas políticos, culturales o religiosos.
Era una delicia leer, por ejemplo, a autores liberales o conservadores hablando con afecto y con admiración de determinadas personalidades socialistas o comunistas. Y viceversa.
Recuerdo, en ese sentido, que el 24 de mayo de 2017 el gran escritor Eduardo Jordá publicó en Diario de Mallorca un artículo excelente, que aún guardo cuidadosamente en casa, titulado 'Una excursión', centrado en gran medida en la figura de Aurora Picornell.
«Ahora que se cumple el centenario de la Revolución Soviética de octubre de 1917, me gusta ver una foto que se tomó en algún lugar de Mallorca, quizá en el Molinar, hacia 1935 o 1936, antes de que empezase la Guerra Civil y la terrible represión que iba a acabar con muchos de los que aparecen en esa foto», narra Jordá al inicio de ese admirable texto.
En la citada imagen, en blanco y negro, aparecen veinticuatro hombres, cuatro mujeres y un niño, «que se disponen a emprender una excursión dominical en un autobús alquilado».
La mayoría de participantes en ese viaje festivo sonríen, «sobre todo una de las mujeres, la más joven y guapa —Aurora Picornell—, que se ríe con una hermosa sonrisa en la que hay mucha felicidad y mucho orgullo, al menos en ese momento», pues el acontecer cotidiano de quienes conforman el grupo, «trabajadores humildes que viven al día», cambiará dichosamente por unas horas «gracias a un día de descanso en el campo».
Jordá también explica que la mayor parte de esos excursionistas son operarios de las canteras del Arenal y jóvenes costureras del Molinar, y añade que militan en el Partido Comunista de España. «En Mallorca no son muchos, quizás unos trescientos, no más, pero son entusiastas y disciplinados y creen que algún día podrán ver realizado su sueño de vivir en una sociedad feliz, sin clases, en la que todo el mundo tenga una vida digna garantizada por el Estado», recuerda.
«Duele saber que muchos de esos excursionistas no van a estar vivos al cabo de muy poco tiempo, cuando se produzca la sublevación militar de julio de 1936», prosigue el autor de La estación de las lluvias, que también hace referencia a que a Aurora Picornell la fusilarían unos meses más tarde, «en el cementerio de Porreres».
Cuando Jordá escribió 'Una excursión' no habían sido descubiertos aún los restos de Aurora Picornell, que serían hallados en noviembre de 2021 en el cementerio de Son Coletes, en Manacor. Lo que sí se sabía era que había sido asesinada a los 24 años, junto a otras personas, el 5 de enero de 1937 por fuerzas falangistas.
En el último párrafo de su artículo, Jordá concluye con suma sensibilidad que lo que más conmueve de las personas que aparecen en la fotografía que él glosa es ver «con qué indestructible esperanza contemplaban el futuro, un futuro sin injusticias ni abusos, y más que nunca ese día en que todos se iban de excursión en un autobús alquilado».
A veces pienso que hoy en día sería prácticamente imposible que alguien escribiera un artículo así, en buena medida por el temor a posibles reacciones extremas en las redes sociales o en otros canales.
Ese miedo es muy comprensible, especialmente en estos últimos años, porque entre todos —entre todos— estamos acabando hoy a pasos agigantados no sólo con el respeto y las buenas formas, sino también con la tolerancia en su sentido más noble y la consideración hacia las personas.