¿Qué hacía o dónde estaba usted hace veinte años?
Lo recuerdo perfectamente, porque esa época corresponde al periodo de mi vida de mayor actividad profesional. Así, aparte de atender mi despacho, al mismo tiempo era consultor de medicina interna en la Clínica Palmaplanas y en la Clínica Rotger. Además, se daba la circunstancia de que poco antes había sido elegido presidente de la Real Academia de Medicina de las Islas Baleares.
¿Cuál es el ámbito de actuación de un facultativo de medicina interna?
Antes de responderle, creo que es conveniente irse al origen de la asistencia sanitaria, que inicialmente se hacía ya de dos formas. Por una parte, estaban los cirujanos, que se ocupaban de las enfermedades externas, fundamentalmente con tratamientos quirúrgicos. Y, por otra parte, estaban los médicos internistas, que, como su propio nombre indica, se ocupaban de las enfermedades internas, con tratamientos basados esencialmente en el uso de medicamentos.
¿Podría poner, por favor, algún ejemplo?
Si, por supuesto. Los médicos internistas nos ocupamos por ejemplo de las infecciones. Dicho esto, de la medicina interna se han ido derivando con el tiempo diversas especialidades. En ese sentido, la medicina interna se ocupa en estos momentos de aquellas enfermedades que no son fácilmente atribuibles a una especialidad definida.
¿Añadiría algo más en este punto?
Sí, añadiría que la medicina interna también se ocupa de aquellos pacientes, sobre todo de edad avanzada, que tienen varias enfermedades y que necesitarían varios médicos que les asistieran. En este caso, el internista es un médico general cualificado, que tiene capacidad para atender a un enfermo pluripatológico.
¿Ha tenido alguna vez pacientes que hayan llegado a su consulta con el "diagnóstico" ya hecho?
Yo no recuerdo que me haya ocurrido nunca, por una razón fundamental, porque mi labor como internista generalmente está dedicada a pacientes complejos o que no están bien definidos. Esta situación es muy diferente a la del paciente que, por ejemplo, tiene un cuadro respiratorio o un cuadro de la piel, y que antes de acudir a la consulta ha buscado en Internet. En cambio, cuando lo que el paciente tiene es, por ejemplo, un cansancio patológico, difícilmente te dará una orientación diagnóstica.
"La medicina interna se ocupa de aquellas enfermedades que no son fácilmente atribuibles a una especialidad definida"
Ah, de acuerdo...
Como señalé hace un momento, uno de los campos más importantes de la medicina interna es el de atender al paciente mal definido, que a veces incluso no sabe a dónde ir, por ser pluripatológico y tener, por tanto, más de una patología, lo cual es muy frecuente en los ancianos.
¿Cuál es la edad de jubilación de un médico en España?
Depende de los años cotizados, pero por regla general la edad de jubilación de los profesionales sanitarios se sitúa hoy en los 66 años y seis meses. Aun así, un médico puede seguir trabajando hasta los 70 años si sus condiciones físicas y psíquicas lo permiten.
¿Qué significó para usted ser presidente de la Real Academia de Medicina de las Islas Baleares?
Significó un gran honor y, además, un trabajo importante, porque mi presidencia coincidió con el cambio de adscripción administrativa, en concreto, de índole nacional a autonómica, lo que supuso un problema importante de financiación, que había que resolver. Ese problema lo solventamos gracias a la iniciativa privada y a las ayudas que conseguimos. Por ello, en la actualidad es una institución económicamente solvente y científicamente muy activa.
¿Cuál es la principal labor de esta institución?
Fundamentalmente, organiza seminarios y conferencias. La Real Academia de Medicina de las Islas Baleares tiene, además, un gran prestigio e incluso cuenta con una publicación en lengua inglesa. También me gustaría resaltar que es una de las instituciones más antiguas de España.
¿En qué año fue creada?
La Real Academia de Medicina de las Islas Baleares tiene su origen en la Academia Médico Práctica de Mallorca, que fue creada en 1788. Por cierto, esta fue la última pragmática sanción —decreto solemne— del rey Carlos III antes de morir. Con posterioridad, en 1831, se reunificaron las instituciones que había en España. Desde entonces, la Real Academia de Medicina pasó por diversas vicisitudes. La última de ellas fue, como acabo de señalar, que pasó de la dependencia nacional a la autonómica.
"Ser presidente de la Real Academia de Medicina de las Islas Baleares significó un gran honor"
¿Ha habido avances relevantes en la medicina en las dos últimas décadas?
Los ha habido, sí, pero yo puntualizaría que, paradójicamente, los continuos y rápidos avances que ha habido y hay en la medicina han llegado a convertirse en un problema. Piense que cada año hay avances que anulan los anteriores o que se suman a ellos.
¿En qué ámbitos se dan dichos avances?
Estos avances se dan sobre todo en dos campos, en el del diagnóstico, con la aparición de nuevos métodos, y en el de la terapéutica. Ya que estamos hablando de los últimos veinte años, desde 2004 el avance más importante ha sido el de la introducción de la inmunología en el tratamiento de múltiples enfermedades. A ello habría que sumar la generalización de diversos métodos diagnósticos, como por ejemplo la tomografía axial computarizada —TAC—, la resonancia magnética o la tomografía de emisión de positrones —PET—.
¿Cuál sería el mayor problema vinculado a la situación que describe?
El problema actual de la medicina es la excesiva oferta que hay, tanto de métodos diagnósticos como de tratamiento. Esta excesiva oferta genera un problema en relación a la asistencia, porque la oferta origina demanda y la demanda es incontrolable.
¿La pandemia de la Covid se pudo prever?
Yo creo que no. Curiosamente, mi tesis doctoral, de 1989, trataba sobre posibles grandes catástrofes sanitarias futuras. En aquel momento, pedí información a todos los estados del mundo, porque aún no existía entonces Internet. Pues bien, ningún país, ni siquiera Estados Unidos, Canadá o Australia, contemplaba que pudiera haber una epidemia de estas características. Se vislumbraban pequeños brotes, pero no una pandemia como la Covid, que pilló a todo el mundo descolocado. Para la Covid no había la más mínima preparación.
¿Cree que podría aparecer otra pandemia en los próximos años?
Bueno, es cierto que la pandemia de la Covid fue algo absolutamente excepcional, pero también es verdad que no sabemos qué puede pasar en el futuro. Por tanto, es posible que pueda haber una nueva pandemia, sobre todo teniendo en cuenta todos los medios de transporte que hay hoy en día, que son incontrolables.
"Las epidemias de transmisión aérea son las más peligrosas, pues las que son por contacto son mucho más controlables"
¿Cuáles son, en general, las posibles epidemias más peligrosas?
Las epidemias de transmisión aérea son las más peligrosas. Ahora se habla mucho de la viruela del mono, pero se contagia por transmisión cutánea. Las epidemias que son por contacto son mucho más controlables.
Usted describió los primeros casos de la enfermedad de Andrade en Mallorca...
Si, así fue. En 1980 vi una familia que tenía una polineuritis —inflamación de varios nervios periféricos a la vez—, que no quedaba clara. Entonces, realizamos unas biopsias y observamos que esta familia tenía un depósito anormal de una sustancia que se llama amiloide. Por tanto, teníamos una polineuropatía amiloidótica familiar, que en Mallorca no se había diagnosticado antes, aunque era endémica en Portugal y en algunos países que habían dependido de Portugal, como por ejemplo Japón, en donde la citada enfermedad había sido llevada por unos misioneros.
¿Cuál es el tratamiento más habitual para esta enfermedad?
Hasta hace poco, el tratamiento más habitual era el trasplante hepático, porque la mencionada sustancia —la proteína amiloide— se produce en el hígado. Con el trasplante, el enfermo se recuperaba si la operación se hacía precozmente. En la actualidad, hay otra opción, pues están saliendo nuevos fármacos que bloquean la producción de la citada sustancia anormal, que esencialmente se deposita en los nervios. Con estos nuevos fármacos, en principio ya no es necesario el trasplante.
También identificó usted una sustancia química como responsable de una determinada parálisis...
Sí, así es, fue en el invierno de 1981. Aquel año, hubo un episodio de un brote de parálisis en determinadas personas y familias, que no se podían mover. Al haber aparecido ese brote en invierno, se atribuía inicialmente a un virus, pero a mí me pareció muy raro que en una misma familia hubiera personas que tuvieran esa parálisis y personas que no la tuvieran. Además, observé que las personas que sufrían esa parálisis generalmente eran mujeres. Les pregunté por su trabajo y todas ellas me dijeron que eran empleadas de la industria del calzado en Inca, si bien trabajaban siempre desde casa.
¿Y qué descubrió?
Estudié la cola que empleaban esas trabajadoras y descubrí que los japoneses habían detectado en su momento que un componente de esa cola, en concreto el n-hexano, producía parálisis. Esa sustancia era la que respiraban las mujeres afectadas por parálisis que trabajaban en su casa. La solución fue, por lo tanto, eliminar el n-hexano de la citada cola. Esta investigación fue muy importante y creo que fue la causa de que me concedieran el Premio Ramón Llull.
"Creo que implicarse con el paciente desde el punto de vista afectivo es imprescindible, es inevitable y es conveniente"
En su currículum consta asimismo que logró la retirada de un medicamento por su "toxicidad"...
Así es. Era un fármaco que se llamaba Bindazac y que producía hepatitis. Gracias a un trabajo que publiqué en 1987 en la prestigiosa revista The Lancet, se retiró a nivel mundial.
¿Qué le diría a quienes desconfían de los medicamentos porque consideran que todos acaban siendo perjudiciales?
Les diría que la aprobación de un medicamento exige muchos pasos y muchas garantías previas, lo cual no significa que no puedan surgir efectos secundarios, que en ocasiones pueden depender de las características del propio paciente. También puede ser que, en otras ocasiones, esos efectos secundarios tengan lugar porque un medicamento se asocie con otros fármacos con los que no se debería asociar.
¿Los efectos secundarios son entonces inevitables?
Mi respuesta sería que es lógico que los medicamentos tengan efectos secundarios, porque si no, serían inertes. Piense que, por definición, un medicamento es una sustancia extraña, que, manejada en la dosis adecuada y con la indicación correcta, tiene más beneficios que riesgos, aunque siempre haya riesgos cuando se da un nuevo fármaco.
¿La esencia de la medicina sigue siendo la misma hoy que ayer?
Yo pienso que la esencia de la medicina no ha cambiado desde la Antigüedad clásica, en el sentido de que el médico considera al enfermo el centro de su actividad. Lo que sí ha cambiado es, como le comenté, todo lo que tiene que ver con la asistencia, por el desarrollo de nuevos medios diagnósticos y terapéuticos. Pero la esencia no debería de cambiar, porque la medicina, aunque sea un tópico, tiene un componente de sacerdocio, si se es verdaderamente un profesional, pues excepciones las hay en todas las profesiones.
¿Es buena la proximidad emocional con los pacientes en la práctica médica?
Creo que implicarse con el paciente desde el punto de vista afectivo es imprescindible, es inevitable y es conveniente, sobre todo cuando se trata de un paciente antiguo. Yo incluso le diría que tiene un efecto terapéutico. Es lo que se llama el efecto placebo. Además, el que lo niegue, creo que miente.
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