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Una vergüenza que lastra el turismo y desespera a los residentes

Por Juan Carlos Rodríguez Tur
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rodriguezturicaiborg/12/12/18
jueves 22 de agosto de 2024, 05:00h

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Los aeropuertos de Mallorca e Ibiza, fundamentales para el turismo en Baleares, son una auténtica vergüenza durante la temporada alta. Colas interminables, retrasos constantes, pérdidas de equipaje, overbooking y una infraestructura que no ha evolucionado al ritmo del aumento de pasajeros son el pan de cada día para los millones de turistas que llegan a estas islas y de los residentes que nos movemos entre ellas. La incompetencia en la gestión de estos aeropuertos está afectando gravemente la imagen de Mallorca e Ibiza, y con ello, su competitividad como destinos turísticos.

A pesar de que el turismo es el pilar económico de Baleares, las autoridades y gestores aeroportuarios han demostrado una alarmante falta de previsión y capacidad para modernizar y optimizar las instalaciones. Las inversiones en infraestructura han sido tímidas y mal dirigidas, y la tecnología, que podría aliviar muchos de los problemas actuales, avanza a paso de tortuga. Mientras tanto, los turistas sufren una experiencia frustrante y agotadora desde el momento en que ponen un pie en el aeropuerto. Su primera imagen es deficiencia y una avalancha de anuncios de discotecas que se aleja mucho de la imagen que vendemos en FITUR (y que, por cierto, nadie se cree).

Este caos no solo afecta a los visitantes, sino que también tiene un impacto devastador en la economía local. Retrasos, cancelaciones y una mala experiencia general disminuyen la probabilidad de que los turistas regresen o recomienden las islas, erosionando lentamente la reputación que tanto han trabajado por construir. En un mercado turístico global tan competitivo, donde destinos como Grecia, Italia o Turquía están mejorando constantemente su oferta, las Baleares no pueden permitirse este nivel de negligencia.

Es inconcebible que un destino de renombre mundial permita que sus principales puertas de entrada se conviertan en un cuello de botella que genera estrés y descontento en los turistas y los residentes que sufrimos esta negligencia. Las compañías se aprovechan de los usuarios, mientras AENA se centra exclusivamente en hacer caja, aunque sea a costa de los derechos de los pasajeros que sufren su incapacidad. Overbooking, retrasos, indemnizaciones que no se abonan, falta de información, obras permanentes, aire acondicionado deficiente… todo ello da una pésima pero certera imagen de la calidad y capacidad de nuestros gestores aeroportuarios y las compañías aéreas que asfixian y desesperan a sus usuarios.

Si las autoridades no actúan de inmediato para modernizar y mejorar radicalmente la gestión de estos aeropuertos, las Baleares corren el riesgo de perder su posición privilegiada en el turismo global. El tiempo de las excusas ha pasado. Es hora de que se tomen decisiones firmes y se inviertan los recursos necesarios para asegurar que los aeropuertos de Mallorca e Ibiza estén a la altura de las expectativas, antes de que sea demasiado tarde.

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