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Cuando comenzó en París una leyenda llamada Rafa Nadal

Cuando comenzó en París una leyenda llamada Rafa Nadal

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23

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Si hubiera que elegir una ciudad y un año para establecer dónde y cuándo empezó la legendaria trayectoria deportiva de Rafa Nadal, sin ninguna duda escogeríamos París y 2005, por su victoria en la 104 edición de Roland Garros. Fue, además, la primera vez que participó en este torneo. Allí nació también, en cierto modo, el aura del jugador de tenis que jamás da una bola por perdida y que lucha cada punto como si fuera el último. Una leyenda con nombre propio que ha protagonizado las dos décadas que ya acumula mallorcadiario.com.

Rafa Nadal ganó aquel histórico Roland Garros, que al mismo tiempo sería también su primer Grand Slam, el 5 de junio de 2005, al imponerse en la final al argentino Mariano Puerta en cuatro sets: 6-7, 6-3, 6-1 y 7-5. Rafa tenía entonces 19 años recién cumplidos.

La primera edición del originariamente denominado Campeonato de Francia había tenido lugar en 1891. Desde entonces y hasta la citada victoria del tenista mallorquín, sólo otros seis españoles habían ganado Roland Garros en el cuadro individual masculino. En concreto, habían sido Manolo Santana —en dos ocasiones—, Andrés Gimeno, Sergi Bruguera —en dos ocasiones—, Carles Moyà, Albert Costa y Juan Carlos Ferrero. A ellos deberíamos sumar a Arantxa Sánchez Vicario en el cuadro individual femenino, con tres títulos logrados igualmente en el Abierto de Francia.

Seguramente, casi nadie podía imaginar en aquel mes de junio de 2005 que Rafa acabaría siendo, con los años, el tenista que más veces llegaría a ganar la Copa de los Mosqueteros, en 14 ocasiones hasta ahora, o que terminaría formando parte del Big Three, junto con el suizo Roger Federer y el serbio Novak Djokovic, a lo largo de dos décadas.

Aun así, quienes conocen bien a Rafa suelen afirmar, con buen humor, que ya apuntaba maneras de campeón prácticamente desde el momento mismo en que vino al mundo, el 3 de junio de 1986 en Manacor. De hecho, siendo aún muy pequeño le empezaron a gustar cada vez más los deportes, en especial el fútbol y el tenis, por lo que practicaba ambos de forma asidua, hasta que finalmente se decantó sólo por la raqueta.

"Mi ambición sería llegar lo más arriba posible, pero de momento estoy el 112 del mundo. Falta mucho, hay que seguir intentando mejorar, no es nada fácil", afirmaría Rafa con poco más de 16 años de edad. Fue precisamente en esa época cuando se incorporó al circuito profesional y empezó a competir ya en los grandes torneos nacionales e internacionales de tenis. "El hecho de llegar tan pronto al circuito profesional me hizo buscar soluciones para ser competitivo", reconocería años después.

UNA VOLUNTAD FÉRREA

Su entrenador era su tío Toni Nadal, quien además había sido también su mentor y su guía desde el principio de su carrera tenística, con apenas cuatro añitos de edad. "Rafael entrenó de pequeño cada día de su vida igual que si fuera un torneo de tenis, igual que si él jugara una final", recordaría el propio Toni en el documental Nadal-Federer y el partido del siglo. En ese mismo programa, su sobrino corroboraría aquella certera impresión con estas palabras llenas de significado: "Nunca me he considerado lo suficientemente bueno como para sólo ir a entrenar y entrenar. Siempre he ido a entrenar con un objetivo de mejorar".

Desde los inicios profesionales de Rafa, su tío también pensó que poder llegar arriba sería muy complicado. "Por eso, yo intenté siempre fomentar en Rafael un carácter duro para soportar tal dificultad", afirmaría. En cualquier caso, para Toni esa dureza debería de ser siempre compatible con la afabilidad y la cortesía, pues "es imposible aprender, mejorar o hacer nada bien cuando tú no pones una buena cara". Eso explicaría por qué casi nunca solía verse a Rafa enfadado en la pista, salvo tal vez a causa de alguna derrota muy concreta.

"A mí lo que me frustra de la derrota es si la derrota es por motivos de no haberme esforzado lo que tocaba para intentar evitarla, y no sólo durante el partido, sino también en los días previos al partido, si no has entrenado a conciencia, si no has tenido la actitud adecuada", comentaría Rafa en el reportaje televisivo Nadal visto por Nadal, para apostillar justo a continuación: "Eso sí que para mí es un fracaso. Intento huir de ese fracaso siempre".

Movido sin duda por ese afán, el progreso del tenista manacorí fue constante desde su primer Roland Garros en 2005, en especial en los tres años siguientes. Así, en 2006 y 2007 volvió a levantar la Copa de los Mosqueteros y, además, alcanzó sendas finales de Wimbledon, que perdió por poco ante Federer. "En 2006 y en 2007, Rafa llamaba a la puerta. Era una época en la que él era el rey de la arcilla y yo el de la hierba. Todo el mundo del tenis estaba expectante", resumiría el tenista helvético al rememorar esos dos años.

La consagración definitiva de Rafa llegaría en 2008, ya que a lo largo de ese decisivo año ganó Roland Garros y Wimbledon, logró la medalla de oro en las Olimpiadas de Pekín y se situó por vez primera como número uno del mundo, relevando a Federer en esa posición. Además, fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes también en 2008.

EL PARTIDO DEL SIGLO

La final de Wimbledon de 2008 fue considerada en su momento —y lo sigue siendo aún hoy— el 'partido del siglo'. En aquel histórico duelo, celebrado el 6 de julio de ese año, Nadal se impuso a Federer tras cuatro horas y cuarenta y ocho minutos de una lucha y una entrega máxima por parte de ambos deportistas. El resultado definitivo fue 6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 9-7. "Es uno de los partidos de mi carrera, sin ninguna duda", diría Rafa muchos años después. Asimismo, en 2020 desvelaría que aquel día tuvieron que ponerle anestesia en la planta del pie izquierdo, debido al intenso dolor que sufría. "Tuve que jugar con el pie dormido desde el comienzo del partido", indicó.

Los elogios que ha recibido aquella final por parte de los expertos han sido continuos. "He presenciado muchos partidos de tenis, he comentado muchos, he visto muchos y he jugado muchos. Así que combinándolo todo, no me cabe la menor duda de que el partido de 2008 entre Rafa Nadal y Roger Federer fue el mejor partido de tenis de la historia", explicó el extenista norteamericano John McEnroe en el citado documental Nadal-Federer y el partido del siglo. McEnroe, ganador de siete Grand Slam, también reconoció entonces que "Rafa tiene una intensidad y una energía que debilitan a sus oponentes, es intimidante y te agota mentalmente".

McEnroe también valoró las diferencias que siempre ha habido entre ambos tenistas por lo que respecta a su manera de jugar. A su juicio, Nadal "es un espadachín, es más emocional", mientras que Federer "es casi perfecto, como Borg". En el mismo sentido se pronunció ante las cámaras otra gran figura del tenis mundial, Chris Evert. "La clave para una gran rivalidad es el contraste y ellos no podían ser polos más opuestos", sintetizó la ganadora de 18 Grand Slam individuales.

Curiosamente, ha habido también quienes en algún momento han optado por resaltar sobre todo sus posibles semejanzas, como el preparador más longevo de Federer, Pierre Paganini: "Roger es un artista, que sabe luchar, mientras que Nadal es un luchador, que también sabe ser artista". El propio Federer ha llegado a reconocer igualmente esos paralelismos mutuos. "Somos muy diferentes en la forma de abordar las cosas, pero si rascas la superficie, ves que probablemente seamos bastante similares", subrayaría.

Estos dos campeones tienen también en común el afecto y la admiración que sienten el uno por el otro, una circunstancia que con el tiempo ha acabado derivando en una sólida y sincera amistad. "Lo que distingue la suya de cualquier otra rivalidad es que ambos son personas excepcionales. Sienten mucho respeto el uno por el otro y son muy humildes", destacaría Evert a modo de conclusión.

MALLORCA COMO REFUGIO

La relación de Rafa con Mallorca siempre ha sido muy especial, pero no sólo por el hecho de haber nacido en nuestra isla, sino también por lo que esta tierra representa anímica y espiritualmente para él. "Creo que aquí consigue tener la tranquilidad que seguramente no puede tener en otro sitio", explicó su tío y exfutbolista de élite Miquel Àngel Nadal en el citado documental de Movistar Plus.

Otra persona que conoce muy bien a Rafa, su hermana María Isabel, profundizó en ese planteamiento. "Aunque ha estado viajando desde muy joven, siempre ha querido volver y yo creo que nunca se ha imaginado viviendo en otro sitio que no sea Mallorca", enfatizó. Una prueba definitiva del acierto de esa percepción es que la Rafa Nadal Academy by Movistar se encuentra ubicada, precisamente, en Manacor. Por otra parte, cabe recordar que los dos únicos entrenadores que ha tenido Rafa a lo largo de su carrera han sido su tío Toni Nadal y el extenista Carles Moyà, mallorquines también ambos.

Un último hecho esencial a tener también en cuenta es que Rafa se siente siempre muy arropado por su familia y sus amigos durante sus estancias en Sa Roqueta. Todo ello hace que cuando está en Mallorca, no vea el mundo como un maestro del tenis o como un as del deporte, sino sólo como un isleño más. "Yo veo el mundo como una persona normal. Mi vida aquí es una vida completamente normal, como la de cualquiera de mis amigos", ha explicado.

Por lo que respecta estrictamente a su familia, esta le acompaña muy a menudo cuando está en el extranjero compitiendo, lo que contribuye a que haya un ambiente "tranquilo, agradable y positivo" a su alrededor. En ese contexto, una imagen muy habitual en la práctica totalidad de los grandes torneos que Rafa ha disputado a lo largo de su carrera ha sido la de la presencia física de sus padres, Sebastià Nadal y Ana Maria Parera, en las gradas. Con los años, se sumarían a ambos su propia hermana y la que hoy es ya su esposa, Mery Perelló. "La relación con mi familia es una de las cosas más importantes de mi vida, sin duda", ha reconocido Rafa.

Más allá del ámbito deportivo, el inmenso amor de Rafa hacia Mallorca se ha evidenciado en numerosas ocasiones, pero quizás sobre todo tras la torrentada que tuvo lugar en Sant Llorenç el 9 de octubre de 2018, que provocó trece víctimas mortales. Pocas horas después de la tragedia, dieron la vuelta al mundo las imágenes de Rafa en Sant Llorenç con botas de agua y achicando barro como un ciudadano anónimo más. Además, hizo también entonces un donativo de un millón de euros para los afectados por la riada. Por su parte, Sant Llorenç le nombró hijo adoptivo en 2021 y el año pasado le dedicó una calle, como muestra de su inmensa gratitud hacia Rafa.

"LET'S GO, RAFA!"

Los gritos de "¡Vamos, Rafa!" y de "Let's go, Rafa, let's go!" han sido una constante en las pistas de todo el mundo a lo largo de la carrera de nuestro deportista más internacional. Precisamente, el excelente periodista de El País Alejandro Ciriza publicó el año pasado una biografía de Nadal que recoge esa mítica frase ya desde el mismo título: ¡Vamos, Rafa! El fenómeno Nadal: No dar nada por perdido para ganarlo todo. Y así ha sido, efectivamente, pues el palmarés de Rafa Nadal es absolutamente impresionante, con un total de 22 Grand Slam a nivel individual y su aportación en el logro de la Copa Davis para España en cinco ocasiones, entre otros trofeos.

Este palmarés podría haber sido incluso aún más amplio si Rafa no hubiera tenido tantas lesiones, pues no hay que olvidar que ha sufrido más de una veintena de dolencias físicas relevantes en las dos últimas décadas. La primera de todas fue una fisura en el codo derecho en 2003 y la última ha sido un microdesgarro en un músculo de su pierna izquierda a principios de 2024. Entre medias, ha padecido tendinitis en ambas rodillas, diversas lesiones abdominales y, sobre todo, una afección crónica en el pie izquierdo, el Síndrome de Müller-Weiss, que hizo su aparición en 2005 y que se le ha ido manifestando de manera intermitente.

Pese a todos esos recurrentes contratiempos, Rafa sigue jugando. De momento, la imagen más reciente que tenemos de él es la de su participación en los Juegos Olímpicos de París, tanto en solitario como en dobles, junto a Carlos Alcaraz. Verlos juntos tuvo una fuerte carga simbólica, como también la tuvo que en la ceremonia de inauguración de los Juegos recibiera el pebetero de manos de su admirado Zinedine Zidane, quien ya en 2005 le había hecho entrega de la Copa de los Mosqueteros en su primer Roland Garros. De ese modo, pudimos constatar que el idilio que se inició hace dos décadas entre Rafa y la capital gala continúa aún hoy vigente.

Ese sentimiento de complicidad se ha dado también en muchas otras ciudades y competiciones de forma prácticamente unánime. Es cierto, no obstante, que no todo han sido siempre parabienes para Rafa. Así, se le ha criticado, por ejemplo, por ser socio de honor del Real Madrid —lo es también del Real Mallorca— o por algunos de sus posicionamientos. En cualquier caso, han sido reproches leves y minoritarios, a diferencia de los que recibió hace poco por haberse convertido en embajador del tenis de Arabia Saudí. "El deporte tiene el poder de cambiar vidas", argumentó Rafa en el programa El Objetivo de La Sexta para justificar su decisión.

Este perfil biográfico de Rafa no estaría completo si no hiciéramos también referencia a que ha impulsado diversas iniciativas solidarias, como la Fundación Rafa Nadal o la Nadal Educational Tennis School en la India, o a que en la actualidad es asimismo un reconocido empresario. Uno de sus proyectos más recientes en este ámbito ha sido la creación de la marca Zel junto con el hotelero Gabriel Escarrer. En cuanto a sus aficiones y sus hobbies, desde muy joven Rafa ha sentido un interés muy especial por el cine, la lectura, la cocina o la pesca, y mucho más recientemente por el golf, un deporte que no se le da tampoco nada mal.

Todavía no sabemos si Rafa se retirará o no este año o si, como parece, lo hará ya el próximo, pero su exitosa carrera siempre estará ahí, al igual que también lo estará una manera de entender el deporte desde la nobleza y el fair play. "Al final, lo más importante es ser buena gente", le confesó nuestro campeón a Ciriza en el mencionado libro. Rafa Nadal ha sido y es un ejemplo también en ese sentido. Y no resulta nada aventurado afirmar que, fiel a su leyenda, lo seguirá siendo siempre.

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