www.mallorcadiario.com

ETA y la sombra de la impunidad en los atentados de Palmanova

miércoles 31 de julio de 2024, 00:27h

Escucha la noticia

El 30 de julio de 2009, la bulliciosa y turística localidad de Palmanova, en el municipio de Calvià, fue el escenario de una acción de brutalidad terrorista que se cobró la vida de dos jóvenes guardias civiles, Diego Salvá Lezaun y Carlos Sáenz de Tejada. Aquel salvaje atentado con coche bomba, fue el último crimen mortal perpetrado por la organización ETA en territorio nacional.

A pesar de la investigación llevada a cabo por los servicios antiterroristas de la Guardia Civil, aquellos asesinatos siguen sin poder ser atribuidos a ningún sospechoso en concreto, por lo que engrosan la larga lista de delitos que están impunes, sin que sus responsables, directos e indirectos, hayan pagado por lo que hicieron. Y aunque la banda terrorista ETA abandonó su actividad armada el 20 de octubre de 2011, sus integrantes se han negado a colaborar con la Justicia y no han facilitado jamás información que conduzca a identificar a los autores, intelectuales y materiales, sus cómplices y quienes colaboraron con ellos para ejecutar sus macabros actos.

El hecho de que nadie haya sido juzgado por este crimen, representa una herida abierta

De este modo, de los 843 asesinatos cometidos por ETA en sus 60 años de historia, en casi 400 no hubo ningún condenado. Y en aquellos casos que sí llegaron a juicio y recayó una sentencia condenatoria, en el 86 por ciento de ocasiones no se logró su total esclarecimiento, con la plena identificación de todos los responsables penales involucrados. Se trata de porcentajes elevadísimos de impunidad y, por tanto, de ausencia de reparación para las víctimas.

Tristemente, es el caso de los atentados de Palmanova. Quince años después, la memoria de estos jóvenes guardias civiles permanece viva en la sociedad mallorquina. Cada año, se celebra un acto de homenaje para recordar su sacrificio, honrar su memoria e impedir que caiga en el olvido lo que ETA hizo para imponer sus fines políticos a costa de la vida de tantos héroes a quienes se lo arrebataron todo.

El hecho de que nadie haya sido juzgado por este crimen, representa una herida abierta y un recordatorio de la impunidad que a menudo acompaña a los actos terroristas con los que ETA sembró de dolor España entera. Ni ETA ni su brazo político, la denominada izquierda abertzale, han hecho nada por reparar el daño causado durante décadas de violencia. El sufrimiento de las víctimas y sus familias persiste. La impunidad no debe ser el legado de aquellos que perdieron la vida en el cumplimiento del deber.

Es un deber moral de todos los españoles seguir reclamando Justicia y mantener viva la memoria de las víctimas del terrorismo. Solo así se podrá cerrar este doloroso capítulo de nuestra historia con la dignidad y el respeto que merecen.