Vivimos tiempos de pulsión autoritaria, prohibicionista, libertaria, woke, puritana y moralista tanto de la izquierda como de la derecha.
Justo lo comentaba en esta misma columna el pasado lunes tras el Plan Sánchez contra la libertad de prensa y defendía que la libertad de expresión es sagrada y la censura es la última frontera. Pues bien, la misma semana hemos presenciado la turra de la cancelación, pero a la inversa. Todo ello derivado de una parodia de, cuadro de ‘La última cena’ de Leonardo Da Vinci.Entiendo que a uno le guste más o menos o nada la ceremonia de apertura de los JJOO en París. Sin embargo, lo que no me parece coherente es que los mismos que hace una semana clamaban libertad de expresión ante la última tropelía de Sánchez, ahora sean ellos los que nos den la turra con sus moralinas azuzados por los hooligans de siempre que quieren imponer su relato también.
Si hay algo que siempre he tenido claro es que la libertad de expresión debe respetarse para todos. No solo para los que dicen o piensan lo mismo que uno. Y aquí está la base del mal del que adolece nuestra sociedad y nuestra democracia. Sé que esto no gustará a todos, pero me da igual. Y esto los franceses lo tienen más que superado hace muchas décadas y siglos. La ‘decadencia de Francia’, clamaban algunos pseudoperiodistas en las redes sociales para remover a las masas y afianzar su relato ultra. Mon dieu. En mi cabeza solo era capaz de pensar en Voltaire y en su sentencia memorable “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero daría mi vida para que pudieras decirlo”.
Y es que la RAE define ‘parodia’ como imitación burlesca y caricatura.
Que memoria tan corta tienen algunos. Yo recuero perfectamente como el terrorismo yihadista asesinó al editor y a varios caricaturistas del semanario satírico -muy de izquierdas- Charlie Hebdo por una caricatura del profeta Mahoma.
Y fueron esos mismos que ahora se rasgan las vestiduras, los que convirtieron a Charlie Hebdo en un símbolo de libertad contra la barbarie del terrorismo yihadista con aquel hashtag #JeSuisCharlie
Y es en contra de esta hipocresía y esta falta de coherencia que yo me rebelo. Por supuesto que estoy de acuerdo en que no se debe ofender nunca. Sin embargo, pienso que la única línea roja para la libertad de expresión debe ser el acoso, la violencia y el delito de odio. Porque las ideas no son un delito, las acciones sí.