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El PSOE se engaña a sí mismo y a los ciudadanos

martes 23 de julio de 2024, 00:00h

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El pasado domingo Palma fue escenario de una nueva manifestación contra la saturación turística, que, pese a las expectativas de los organizadores, la plataforma ‘Menys turisme, més vida’, no logró convertirse en la protesta histórica que se había anunciado. Con el lema "Canviem el rumb. Posem límits al turisme", sus impulsores pincharon y fueron incapaces de emular lo sucedido en Canarias, donde un mismo día se llevaron a cabo manifestaciones en cada una de las islas.

Los asistentes, según la Delegación del Gobierno en Baleares, fueron unos 20.000, por lo que apenas superó en 5.000 personas la manifestación del mes de mayo organizada por el Banc de Temps de Sancelles. Este dato pone de manifiesto las limitaciones de la convocatoria y refleja una falta de movilización masiva por nula confianza en los organizadores.

A pesar de ello, no cabe duda de que existe un descontento social importante que debe ser valorado oportunamente. De ahí que el Govern se haya mostrado sensible y permeable, lo que se ha traducido en la creación de una mesa para un pacto social y político por la sostenibilidad económica, social y ambiental en Baleares, y cuyos trabajos ya están en marcha.

Los manifestantes, con carteles que proclamaban "Este modelo solo nos lleva al colapso" y "Pongamos límites al turismo" expresaron legítimamente su insatisfacción y sus quejas con un modelo turístico que muchos consideran insostenible y perjudicial para la calidad de vida de los residentes locales. Al margen de pequeños incidentes de vandalismo con pintadas en escaparates de algunas agencias inmobiliarias de la calle Conquistador, de todo punto rechazables, la protesta transcurrió sin altercados, lo cual es de agradecer.

Hay que lamentar la burda e interesada lectura política que ha hecho el PSOE de la protesta, afirmando que se trató de una manifestación contra las políticas del Govern de Marga Prohens. Nada más lejos de la realidad

Sin embargo, hay que lamentar la burda e interesada lectura política que ha hecho el PSOE de la protesta del pasado domingo, afirmando que se trató de una manifestación contra las políticas del Govern de Marga Prohens. Nada más lejos de la realidad. El PSOE ha gobernado las principales instituciones democráticas de Baleares durante dos legislaturas (entre 2015 y 2023), donde la problemática del acceso a la vivienda, por citar el asunto que más indigna a la población residente, se agudizó hasta llegar a la situación actual, donde incluso funcionarios públicos se ven obligados a vivir en caravanas, sin que el Gobierno de Pedro Sánchez sea capaz de actualizar siquiera el plus de insularidad para dignificarlo mínimamente.

El Govern presidido por Francina Armengol, según denunció recientemente Terraferida, concedió 2.943 licencias para construir nuevos chalets en suelo rústico en ocho años, con un consumo de territorio de más de 580 hectáreas. Que los socialistas, habiendo perpetrado este destrozo, se atrevan a hablar de depredación urbanística, causa sonrojo.

Esto explica a la perfección por qué están en la oposición. Siguen sin admitir sus errores y su responsabilidad en la situación actual de descontento social. Durante ocho largos años fueron incapaces de actuar para evitar la brutal escalada de precios de la vivienda, tanto de compraventa como de alquiler. Tampoco hicieron nada para mejorar las infraestructuras, de forma que los residentes no se vieran desplazados por el turismo descontrolado y fuera de ordenación. ¿Por qué, si no, creen que la ciudadanía los mandó a la oposición en prácticamente todos los ayuntamientos de Mallorca, en el Consell y en el Govern?

Su ceguera es decepcionante, como lo es su intento de manipular el descontento, proponiendo 15 medidas urgentes que debieran explicar por qué, siendo tan urgentes, no fueron capaces de implementar ellos en dos legislaturas. Sucede que no hay 15 medidas, sino únicamente la crítica al Govern del PP, a quien le corresponde ahora solucionar el desaguisado generado tras ocho años de políticas fallidas de izquierdas. Y un intento de estafar a los habitantes de Mallorca, protestando en la calle cuando ellos no hicieron absolutamente nada, como con el Tren de Llevant. Cinismo y desvergüenza a raudales.