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El odio

domingo 21 de julio de 2024, 04:00h

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En Baleares, el 4,76% de la población ha sido denunciada por un delito de odio. La media nacional es un poco inferior. En conclusión, aquí se odia tanto o más que en el resto de España. La mayoría de los delitos de odio lo son por identidad sexual y por racismo. Los menos, por religión o cultura. Es decir, que aún queda una pequeña parte de la población que es inculta y expresa su odio contra todo lo que no aprecia. Uno de los últimos casos denunciados se empezará a juzgar en unos días. Es la denuncia que ha presentado el actor Joan Carles Bestard, contra un individuo que ha utilizado las redes sociales para levantar un muro de odio contra el personaje de Madò Pereta. En sus insultos públicos, el sujeto lo califica de travelo, travesti y de ser de centro-derecha. Si esto mismo lo hubiese colgado en su muro un destacado simpatizante de Vox o del PP, se habría montado una manifestación para repudiar estas degradantes opiniones en contra de los LGTBI y la izquierda social. Y esa es otra forma de odio, que no se puede perseguir legalmente, porque no se delinque por callar o justificar el delito de otro. Esa es la triste verdad de toda la mentira institucionalizada en nuestro país. Todo es verdad, si se denuncia desde la izquierda, si lo denuncia la derecha, todo es mentira. Dónde están mis defensores de la identidad sexual. Dónde están los actores de teatro de Mallorca, que han sido agraciados con contratos de ayuntamientos del Pacto Progresista, mientras que los actores populares, eran olvidados por tener un sesgo de derechas. Claro, es que la cultura solo es arte si sabe a revolución o crítica contra la derecha. Y por allí se empieza. Odio a lo que no me gusta. Yo me acuerdo de las campañas sociales del “barco de requilla”. Se acuerdan ustedes, respetados lectores, cuando los movimientos juveniles, nacionalistas y ecologistas, pedían la eliminación de los turistas, los inmigrantes y los forasteros. Hoy, otra vez, el movimiento social azuzado y promovido por la izquierda democrática, saldrá a la calle a denunciar que la culpa de todos los males que padece el residente son culpa de los turistas. Yo ya lo dije, me encanta decirlo otra vez, es una utilización de la base social, es decir, los vecinos y residentes, para dar valor a una oferta política. Si el vecino padece por el turismo, yo salgo en su defensa y el vecino me tiene como su líder político. ¿Dónde estuvieron estos últimos 8 años? Analicen por qué la izquierda democrática, basada en el comunismo europeo, lidera el movimiento social en contra del turismo. Pídales que les expliquen sus propuestas para mejorar la calidad de vida de los residentes. Pero no tienen argumentos. Todo es odio. Mañana lunes, 22 de julio, se celebra el Día Europeo para la Memoria de las Víctimas de los Delitos de Odio. Nos pedirán que luchemos contra el odio, contra los Medios de Comunicación que cuentan falsas historias que animan a la gente a odiar a los políticos. Un odio, que puede terminar con un atentado mortal. Ojalá nunca lo veamos. Aún recuerdo con terror, las noticias de los asesinatos de los terroristas y sus consecuencias. ETA ya no secuestra ni asesina, gracias a la democracia. Pero el odio es una enfermedad que nace en el individuo, se alimenta de la incultura y el egoísmo y termina por consumir al enfermo. Empieza con el acoso escolar, la agresión a los que no son sexualmente como tú, la imposición del aquí, en casa, mando yo y termina con el asesinato de la pareja y de los hijos. Aún estamos a tiempo para cambiarlo todo.

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