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Antisocialismo socialista

Por Pep Ignasi Aguiló
martes 09 de julio de 2024, 05:00h

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Decía Pablo Iglesias que en política hay que cabalgar contradicciones, y, sin duda, la izquierda es maestra en ese arte, sobre todo el PSOE. Mantener un discurso y el contrario simultáneamente no está al alcance de todos. Sin embargo, esta formación política lo consigue todos los días.

Proclama el supremo objetivo de la igualdad entre todos los ciudadanos al tiempo que, una y otra vez, promueve leyes que otorgan derechos desiguales bien sea por razones de nacimiento, de sexo, de residencia, etc. Sostienen que existen divisiones sociales inamovibles a la vez que dice dificulta o menosprecia la movilidad social y la igualdad de oportunidades. Es más, su impertérrito intervencionismo y dirigismo avoca a la existencia de una auténtica fragmentación social, entre “insiders” y “outsiders”, en función de si se cumplen o no las múltiples y abundantes regulaciones por ellos establecidas.

Pongamos algunos ejemplos para entendernos mejor, aunque, seguramente todos tengamos más de uno en mente. Abrazan un tipo de ecologismo que supone una transferencia de riqueza desde los menos favorecidos a los mejor situados. Tal como ocurre con las subvenciones a los vehículos más costosos, con el precio de los alimentos o las limitaciones urbanísticas (y de todo tipo) que benefician a los ya instalados. Lo que equivale a poner trabas tanto la inserción social como el ascenso de los no instalados.

De hecho, en las sociedades más dinámicas, de capitalismos populares de mercado, la movilidad social puede ser tan importante que la mayoría de personas puede incluso ser considerada rica en algún momento de su vida, pero no toda su vida. La categoría social de los “ricos” puede llegar a tener abundantes puertas de entrada y de salida. Sin embargo, muchas de las regulaciones fundamentadas en proclamas socialistas tienen el efecto, -quizás no deseado pero real-, de cerrar esas puertas, cronificando tanto las situaciones de pobreza como de riqueza (de ahí su alianza con muchos poderosos empresarios). También proclaman la libertad de prensa prometiendo más controles ejercidos desde la autoridad, es decir, haciendo todo lo contrario.

Las alianzas que establecidas entre socialistas y nacionalistas son el epítome de lo que sostengo, pues van indefectiblemente encaminadas a socavar hasta tal punto los principios esenciales de la igualdad que están dispuestos sostener argumentos anti-redistribución de la renta como parte fundamental de la acción estatal. Y suma y sigue.

Ahora, en nuestra capital, parecen que se muestran partidarios de la ampliación del aeropuerto con argumentos parecidos a su oposición al puerto.

Así, que la pregunta que nos deberíamos formular es ¿Cómo es posible que tal cúmulo de contradicciones se acepte de buen grado por una parte importante de la población votante?

En mi opinión, se debe a que en materia de comunicación actúan como las mismas técnicas de marketing de las empresas discriminatorias de precios, es decir, identificando “nichos de mercado” para elaborar mensajes que lleguen a determinados perfiles de votantes, mientras que son ignorados por otros. Lo cual es habitual en compañías aéreas, de telecomunicaciones, etc quienes diseñan precios diferentes para diferentes usuarios de un mismo producto.

Lo malo de esta estrategia, adoptada por los socialistas, es que les otorga un poder inmenso que hace realmente difícil, no sólo establecer un rumbo político conocido y estable beneficioso para el conjunto social, sino, sobre todo, la sana alternancia en el poder.

Por todo ello, tal vez se pueda concluir tristemente que, cuando alcanzar y mantenerse en el poder se convierte en el único y exclusivo motivador de la acción de gobierno, contrariamente a lo que puede pensarse inicialmente, buena parte del público se siente satisfecha, aunque, en realidad, no se esté actuando a su favor, o incluso se esté actuando en contra.

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