El presidente del Parlament debe dimitir. Hoy mismo. No puede seguir ni un día más siendo la segunda autoridad de las islas. Se equivocó. Y metió la pata. Se puso como un energúmeno que no consiente que le digan que no e intentó, de forma violenta, imponer su criterio. Eso no se puede permitir. Debe dimitir hoy mismo. Primero porque el máximo representante de la cámara legislativa balear no puede tener accesos de rabia y no puede seguir al frente del Parlamento, cuando la oposición ya le ha pillado su punto débil. O se va, o será un tormento los próximos tres años. Pero, dicho esto, también debe dimitir, hoy mismo, la vicepresidenta segunda del Parlament balear. La señora Mercedes Garrido utilizó su sitio en la Mesa, para hacer campaña de su ideología. Y eso, está prohibido por el reglamento y por la decencia democrática. Yo, justamente, seguí el debate en directo. El presidente le pidió 10 veces que quitasen las fotos, cuando terminasen las intervenciones de los portavoces. Ella le dijo, se le pueden leer los labios: No y No y No. Ella y el PSOE ya habían preparado el sainete. Está bien y es democrático reivindicar la memoria de los fusilados, asesinados por la Falange y los franquistas antes, durante y después de la Guerra Civil. Pero, no nos engañemos, lo del martes fue una actuación planificada porque sabían que iban a perder la votación y como son muy democráticos, prefirieron montar el follón para tener videos para llenar las redes y las televisiones. Y lo lograron. Y hasta cierto punto, lo puedo comprender. Pero, democráticamente, la Constitución, que yo sí voté, se aprobó para terminar con la ruptura de España en dos bandos.
Durante el debate escuchamos a los portavoces de los partidos hablar de democracia, historia, guerra civil, memoria, represaliados, víctimas, asesinados, torturados, verdugos e inspiradores de la violencia. Nada se dijo de los 120 mallorquines que murieron en los distintos bombardeos republicanos sobre la isla. 100 vivían en Palma. Nunca, ni el PSOE, ni Izquierda Unida, ni Podemos, ni Més han querido reconocer esas muertes con una placa. Solo merecen placas los asesinados por los fascistas. Los otros, solo son víctimas colaterales de la guerra. Nada de memoria, nada de democracia, nada de reconciliación, nada de esperanza, nada de futuro, nada de nada. Es una pena que la derecha no utilice el mismo patrón de propaganda política. El PP y VOX, podrían haber puesto en sus escaños fotos de los asesinados por la izquierda, hay 6.832 en Baleares. En los años anteriores, durante la guerra y durante la represión franquista, hubo 238 mujeres torturadas, violadas y asesinadas, solo por ser monjas o hijas de señores de fortuna, o ser comunistas o socialistas. Y si hablamos de rosas, hablemos de rosas de sangre. Se llamaban Catalina, Miquela, Maria dels Àngels, Amparo y Antònia, todas monjas, las tres primeras asesinadas con arma de fuego, las otras dos, enfermeras, mueren el 7 de octubre de 1937 cuando una bomba arrojada desde un avión republicano impactó sobre la enfermería del convento de Sant Jeroni, en Palma. Nunca, nadie, ni derechas, ni izquierdas, les ha rendido homenaje. En Menorca, las víctimas fueron 166 y en Ibiza 113, de estos 21 curas asesinados en la pared de la iglesia de Dalt Vila. Uno de ellos, tirado vivo al mar. El registro histórico lo ha dejado para la posteridad el escritor Joan Huguet, en su libro La Memoria que Incomoda.
Si hablamos de democracia, cómo es posible que unos partidos democráticos nieguen el derecho a otro partido legal para expresar sus opiniones y propuestas políticas. No conozco de nada al Sr, Sergio Rodríguez, de VOX, pero su intervención fue magistral tanto desde el punto de vista histórico, como el de la legalidad que rompieron unos y otros. Y a la diputada popular, Cristina Gil, demostró que para estar en política hay que haber estudiado un poquito, o por lo menos, interesarse por la historia sobre la cual habrá que votar. Les dio una lección que deberían aprender. No hay democracia, ni libertad, ni futuro sin la verdad. Y para ello, hay que concebir una nueva ley que honre a todas las víctimas de la Revolución Anarco Comunista, de la Guerra Civil y de la represión franquista. Y habrá que recordar a todos los que murieron por defender sus ideales. A todos, sin excepción, o no habrá futuro.