Este 22 de mayo se cumplen dos décadas de la boda de Felipe y Letizia. 20 años desde que una periodista se convertía en Princesa de Asturias y futura Reina de España ante la perplejidad de todo un país. 20 años desde aquella pedida de mano que marcó la imagen de la futura Reina y que suscitó críticas de monárquicos y antimonárquicos solo por pedir que la dejaran hablar. Pero realmente fue él quien la interrumpió. Le recomiendo querido lector que analice el video. Estos días, lo verá por activa y por pasiva en todos los programas de la tele.
Letizia, como buena periodista, tenía su mensaje muy bien preparado, muy aprendido y el Príncipe de Asturias quiso ayudarla a completar su discurso y ella le pidió que la dejara terminar. Eso fue lo que pasó. A partir de ahí, lluvia de críticas. Egocéntrica, prepotente, con mucho genio, altiva…eso sin contar los bulos y las historias sobre su pasado que día tras día han llenado páginas y minutos en radios y programas de televisión. De anorexia se pasó casi a hablar de vigorexia y, daba igual lo preparado que llevara sus discursos y su espontaneidad innata que, lo que importaba era lo altos que eran sus letizios.
Quiero pensar que este tsunami de críticas sobre su persona, su físico y su forma de ser, no se darían en esta época en la que la salud mental, afortunadamente, se cuida y se protege. La prensa deberíamos hacer autocrítica sobre cómo se ha tratado su figura y recordar que la libertad de expresión tiene unos límites que son el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen.
La palabra consorte le queda pequeña a Letizia que ha demostrado a lo largo de estos 20 años, ser una gran profesional con un papel nada fácil. Dicen que Felipe es el Rey mejor preparado de la historia. Letizia no se preparó para ser Reina y en 20 años ha conseguido un sobresaliente cum laude.