Nunca he olvidado la primera vez que escuché la extraordinaria It's a heartache, interpretada maravillosa y sentidamente por Bonnie Tyler. Fue un sábado por la tarde de 1978, en el tramo final del programa 'Aplauso' de aquel día. Yo tenía entonces quince años de edad.
La presentadora avanzó que este tema estaba siendo un gran éxito en todo el mundo, antes de dar paso al vídeo oficial de la canción, que había sido rodado hacía muy poco tiempo.
El vídeo comenzaba con los bellísimos acordes iniciales de It's a heartache, mientras en la pantalla veíamos al mismo tiempo un cristal por el que caían lentamente numerosas gotas de lluvia. Tras ese cristal aparecía instantes después Bonnie Tyler contándonos —cantándonos— su triste y desolada historia de amor.
«It's a heartache./ Nothing but a heartache./ Hits you when it's too late./ Hits you when you're down./ It's a fool's game./ Nothing but a fool's game./ Standing in the cold rain./ Feeling like a clown», nos confesaba en forma de doliente y aún no cicatrizado recuerdo. La primera frase era, precisamente, la que daba título a la canción, que en nuestro país sería denominada, curiosamente, de varias formas diferentes desde el principio.
Hasta seis títulos distintos ha llegado a tener esta canción en castellano: Es un corazón roto, Es un corazón herido, Es dolor en el corazón, Es un dolor de corazón, Es una pena y Corazón destrozado. Todos ellos son correctos, pero el que a mí siempre me ha gustado más ha sido sin duda el último, no sé muy bien por qué.
Si hoy les hablo de It's a heartache, es porque desde la primera vez que la oí tuve la extraña certeza de que esta canción me acompañaría durante muchos años y de que, de algún modo, estaría siempre a mi lado, como así ha sido realmente. Esa agradable sensación sólo la he vuelto a tener, a lo sumo, con cuatro o cinco canciones más a lo largo de mi vida.
En el caso de It's a heartache, mi fascinación nació del hecho de que era una composición en la que se daba una conjunción literalmente perfecta entre la desgarrada y peculiar voz de Bonnie Tyler, su preciosa melodía y su impactante letra.
Cada vez que la vuelvo a escuchar todavía hoy, ya sea en la radio o por vía digital, noto la misma sensación de acompañamiento que tuve en aquella lejanísima tarde de sábado. Quizás sea porque en cada canción que vitalmente nos marca de verdad, como me sucedió con It's a heartache, parece estar todo o casi todo lo que realmente nos importa o nos afecta como seres humanos.
Ahí están las lágrimas, las risas, los abrazos, los adioses, la dicha, la pena, la luz, la oscuridad, las dudas, las certezas, las caricias, la ternura, el ensimismamiento, el amor luminoso, el desamor sufriente, la pasión, la frialdad, el calor humano, la indiferencia, la compañía, la soledad, la esperanza extrema o la desesperación absoluta. En cada canción de amor están el todo y la nada, el siempre y el jamás, la presencia y la ausencia, la vida y la muerte.
En una de las mejores películas de mi admiradísimo François Truffaut, La mujer de al lado, la protagonista femenina decidía dejar de leer las noticias y de ver los informativos para pasar a escuchar ya sólo canciones románticas, todo ello mientras se estaba recuperando de una fortísima depresión en un hospital.
«Sólo oigo canciones, porque dicen la verdad. Cuanto más simples, más verdaderas. Aunque no son simples. ¿Qué dicen? Dicen no me dejes, o tu ausencia ha roto mi vida, o sin ti soy una casa vacía, o deja que sea la sombra de tu sombra, o sin amor no hay nada», explicaba Mathilde (Fanny Ardant) a quien había sido su amor de juventud, Bernard (Gérard Depardieu). Esta confesión tenía lugar poco después de que hubiera vuelto a nacer entre ambos la pasión que habían vivido y sufrido muchos años atrás.
Como Mathilde, muchos de nosotros estamos también tentados a veces de desconectar por completo de las noticias y de los informativos, sobre todo ahora, porque no es fácil convivir cada día con la agotadora bronca política internacional, nacional, autonómica y local, multiplicada además exponencialmente a través de los medios y las redes sociales.
Por suerte, siempre es posible poder encontrar algún tipo de refugio anímico que nos ayude a protegernos un poco de la actualidad más cruda, visceral o inmediata. Personalmente, uno de mis refugios más queridos ha sido y sigue siendo la música.
Casi medio siglo después de haber descubierto It's a heartache, no me canso nunca de escucharla, ni tampoco de escuchar otras historias románticas que nos hablan sobre todo del olvido, de la pena o de la soledad. Quizás sea cierto que sólo las viejas canciones de amor o de desamor nos acaban diciendo siempre la verdad.