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España S.A no convence

Por José A. García Bustos
sábado 27 de abril de 2024, 12:43h

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No se habla lo suficiente de la cantidad de talento que se va de este país.

No hay inversión más ruinosa que aquella que ha necesitado de grandes capitales para consolidarse y cuando empieza a producir, los frutos se los lleva otro país. Los costes nosotros; los beneficios, ellos.

Casi la mitad de los que se van tienen estudios superiores y, con ellos, se va la enorme dotación económica en educación.

Es como sembrar y regar un árbol durante años, hasta su edad de dar frutos pero es otro, que nunca cuidó de él, el que los recoge y los vende.

España tiene un clima, una historia, una gastronomía, unos paisajes, unas ciudades, unas gentes y una seguridad jurídica que seduce a gran parte de europeos en su tercera edad pero es incapaz de retener a los jóvenes. Es curioso que ni los primeros (ya retirados de su etapa productiva) ni los segundos (a punto de entrar) dejan el fruto de su trabajo o emprendimiento aquí y van a necesitar o han necesitado de recursos públicos.

Me aventuro a pensar que, aun disponiendo de grandes recursos, es la gestión de estos lo que no convence a quienes deciden irse.

Ni siquiera la digitalización de gran parte de las tareas y la posibilidad de trabajar en remoto, desde aquí, retiene a los jóvenes.

Esa fuga de talento fue valorada en 2022 por el BBVA e IVIE en 155 mil millones de euros. Eso es un 40% más que en 2019, el año previo a la pandemia ¿Es importante esa cantidad de dinero? Esa cifra equivale a un 11,4% del PIB, es decir, lo mismo que aporta el turismo en un año a la economía española. Una temporada turística echada a perder por el sumidero que acaba enriqueciendo a otros países.

Las razones que argumentan los que se van a trabajar fuera son: el salario, las oportunidades de crecimiento profesional y de participación en proyectos interesantes y la conciliación laboral con la personal y familiar.

No veo complicado montar políticas públicas o fomentar políticas privadas para arreglar los puntos anteriores excepto el del salario.

El salario hay que ponerlo en referencia al coste de la vida. Si la subida de precios hace que el producto del trabajo no dé para comprar la mitad de lo que se compraba hace pocos años, somos el doble de pobres, cobrando lo mismo.

Y los precios suben porque el valor de nuestra moneda baja para el mismo nivel de oferta. Eso ocurre al haberse impreso nuevo dinero sin límite, sobre todo durante y después de la pandemia. Con tanto dinero por ahí el valor de nuestros ahorros o el de nuestro salario se diluye. En una parte importante ocurre porque el gobierno se endeuda y necesita de nuevas inyecciones de dinero. A más dinero en circulación, menor es el valor de cada billete o moneda que tenemos o ganamos. Y la culpa de que haya más dinero es del gobierno y los bancos centrales y comerciales que lo emiten. No caigan en el error que es porque el empresario ha decidido subir los precios. Solo pretende mantener su nivel de riqueza.

Si encima el gobierno no ha sido capaz de reducir los impuestos para compensar ese aumento de precios, nuestro empobrecimiento viene por varias vías. Y, mientras, Hacienda batiendo el récord de recaudación en su historia ¿ven la jugada para transmitir riqueza de unos a otro?

De la presión impositiva no se habla mucho como motivo para la fuga de talentos. Se imputa solo a youtubers y se les califica de insolidarios pero la realidad es que, cada vez más, los jóvenes y no tan jóvenes están cansados de que Hacienda se quede con más de la mitad de lo que ganan.

Por poco que tribute su salario a un veintipico por ciento (en retenciones del IRPF) y luego lo compren algo que tributa al 21% de IVA ya está alcanzado ese porcentaje. Me dirán el gasto en comida lleva un IVA inferior. Sí, y yo les diré que añadan cualquier acto que lleven a cabo en su vida. Menos respirar, casi todos los demás tributan.

Si compro, pago impuestos. Si vendo, pago impuestos. Si dono, pago impuestos. Si heredo, pago impuestos. Si conduzco, pago impuestos. Si pongo gasolina, pago impuestos. Si tengo una casa sin alquilar, pago impuestos. Si la alquilo, pago impuestos. Si monto un negocio, pago impuestos. Si realizo una actividad como autónomo, pago impuestos. Si contrato a alguien para que me ayude, me sablean a impuestos. Si me equivoco a favor de Hacienda (que conoce casi todos mis datos), me reclama y pago recargos. Si me equivoco a mi favor, Hacienda no dice nada. Y si tiene que echar mano de su cuenta corriente para quitarle el dinero que cree que es suyo, Hacienda lo hará.

Esa presión fiscal no es solo económica sino que continuamente sentimos el aliento en el cogote de la Agencia Tributaria quien no para de aumentar su plantilla con nuevos inspectores y subinspectores y con potentes sistemas informáticos para perseguir y perseguir pero para nada en educar.

Hace poco más de un año, José Luis Huertas Rubio, un chaval de 19 años hackeó la información de Hacienda y puso a la venta los datos de medio millón de personas ¿Le ha pedido perdón o le ha indemnizado Hacienda por ello? A mí no.

Eso sí, equivóquese en un cálculo y Hacienda no dudará en lanzar una liquidación paralela con todas las sanciones y recargos que correspondan.

Ese trato desigual genera insatisfacción y estoy seguro de que antes de que un talentoso se vaya del país, ha pesado en su decisión.

Papá Estado exige y presiona mucho.

Para nuestro tocado y casi hundido sistema de pensiones la fotografía es demoledora: Se nos van los jóvenes formados y nos vienen, por un lado, una inmigración sin formación, empleable en sectores de baja productividad y, por otro lado, vienen a retirarse personas adineradas de la tercera edad provenientes de Alemania y países nórdicos, destacando suecos. Según mi notario de referencia, no para de aumentar la compra de propiedades de estos perfiles para retirarse aquí.

España es un país con excelentes recursos naturales y sociales, pero necesita de buenos gestores para hacerlo atractivo y que, no solo no quieran irse las personas con talento, sino que quieran venir los talentosos formados en otros países. Para atraer talento a nivel individual o a nivel empresarial se necesita bajar la carga impositiva. Recuerden el milagro irlandés.

España necesita un gobierno que no se endeude más de la cuenta, que controle el gasto público, que cuide a los jóvenes, que fomente el emprendimiento y que baje la presión fiscal con un papel de la Agencia Tributaria más conciliador, educador, formador y no tan inquisitivo. Y, sobre todo, un gobierno que no nos mienta y no maltrate a los valientes que, a pesar de todo, tributan y generan empleo aquí. Si no cambiamos nada se irán más particulares y empresas. Ferrovial habrá sido solo el principio.

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