15 de junio. Francisco Martín, Delegado del Gobierno en Madrid: «Bildu ha hecho más por los españoles y por España que lo que han hecho todos los patrioteros de pulsera. Esos supuestos enemigos de España han contribuido a salvar miles de vidas de ciudadanos».
Los etarras eran asesinos que mataban por una ideología tribalista y totalitaria de ultraizquierda. Practicaron una limpieza étnica en el País Vasco: asesinaron a muchos y obligaron a marcharse a muchos más. Hubo una mayoría que renunció a enfrentarse a los asesinos y ajustó la disonancia de su cobardía. Y existió una minoría heroica: políticos de UCD, del PP, del PSOE; periodistas; personas de la sociedad civil que se juntaron para elevar su voz. Y por supuesto las FSE, especialmente la Guardia Civil.
14 de julio. Sánchez acuerda con Bildu la ley de Memoria Histórica. La AVT critica el acuerdo porque busca «rescribir la historia al victimizar a terroristas de ETA».
Desde el comienzo ETA había segregado Batasuna como su departamento «político», aislado de la acción criminal para poder participar en las instituciones y recibir fondos públicos: sí, durante mucho tiempo los españoles financiaron a los que los asesinaban, y existe un interesante libro de Mikel Buesa que lo detalla. Para finalizar con esa situación aberrante, en junio de 2002, durante el gobierno de Aznar, se aprobó la Ley de Partidos: «El objetivo es garantizar el funcionamiento del sistema democrático y las libertades esenciales de los ciudadanos, impidiendo que un partido político pueda, de forma reiterada y grave, atentar contra ese régimen democrático de libertades, justificar el racismo y la xenofobia o apoyar políticamente la violencia y las actividades de bandas terroristas». Configurando una amplísima mayoría PP y PSOE votaron a favor; los nacionalistas –PNV, ERC, BNG…- y comunistas votaron en contra. La unidad constitucionalista duraría poco: casi inmediatamente Zapatero, estando aún en la oposición, emprendió una negociación secreta con ETA.
13 de diciembre. Oscar Puente: «Yo le voy a decir una cosa en relación con la alcaldía de Pamplona (entregada a Bildu): en unos días habrá, en España, otra alcaldía progresista y una menos de derechas. Por tanto, yo le digo sin ningún complejo que no tengo ningún problema, ninguno, en que un partido progresista y democrático de este país se haga con la alcaldía de una capital de provincia de España»
En marzo de 2003, en aplicación de la Ley de Partidos, el Tribunal Supremo acordó por unanimidad la ilegalización de Batasuna considerando –con razón- que Batasuna y ETA eran partes de una misma organización. En mayo Estados Unidos incluyó a Batasuna en la lista de grupos terroristas, y en junio lo hizo la UE. En 2011 el Tribunal Supremo anuló las listas de Bildu por considerar el partido una continuación de Batasuna, pero Zapatero había pactado otra cosa. El Tribunal Constitucional, en una especie de «supercasación», y tras una votación de 6 a 5, anuló la decisión del Supremo, Bildu pudo presentarse a las elecciones.
9 de enero. Pachi López: «Estoy harto de que se pasee el fantasma de ETA cuando alguien no sabe qué decir para atacar a los socialistas. En Bildu hay gente que también combatió la violencia y que también rechazó desde el principio eso que llamaban lucha armada».
En octubre de 2011, tras décadas de terror, después de más de 850 asesinatos, ETA anunció que dejaba de matar. Bildu continuó exactamente igual. Sus integrantes provienen mayoritariamente del entorno de Batasuna o directamente de ETA, como su Secretario General. Rechazan la violencia en el futuro pero relativizan la del pasado y homenajean a los asesinos, porque persisten en el delirio de considerar que el terror fue
una respuesta justificada a la opresión. Sin arrepentimiento, sin reconocimiento de los crímenes, orgullosos de su pasado, el blanqueo definitivo ha venido de la mano de Pedro Sánchez, que necesitaba sus votos.
11 de enero. María Chivite, presidenta de la comunidad Navarra, defiende el acuerdo para aupar a Bildu a la alcaldía de Navarra como una «decisión política, legítima, democrática y constitucional» y ha preguntado a UPN si «no le parece bien que Bildu reconozca el daño causado».
El protagonista de Memento, la excelente película de Nolan, es incapaz de almacenar recuerdos y olvida todo lo que ha hecho cada pocos minutos; para orientarse, se va tatuando información con la que obtendrá pistas en la siguiente serie de minutos conscientes. Alguien dijo que el secreto de la existencia está en la sabia combinación de la memoria y el olvido: sin este último todo sería un círculo vicioso de crímenes y venganzas, como ocurre en ciertas tribus primitivas. Pero, aunque el olvido puede ser terapéutico, no puede imponerse, por cálculo electoral, sobre una injusticia abierta: si se pretende tapar una herida infectada sin limpiarla previamente, acaba pudriendo el cuerpo social. El ciudadano-memento es una bendición para el político sin escrúpulos, que puede aplicarle selectivamente, sin necesidad de tatuajes, desmemoria o memoria en función de sus propios intereses.
16 de abril. Pilar Alegría, portavoz del Gobierno, ante la evidencia de que Bildu ha sido blanqueado en exceso y puede ganar las elecciones: ¿Cómo? ¿Qué Bildu no reconoce que ETA fue una banda terrorista? ¡Qué escándalo, qué escándalo!