Más de 20.000 aficionados del RCD Mallorca se trasladarán durante este viernes y mañana sábado a Sevilla, donde su equipo se medirá en la final de la Copa del Rey al Athletic Club en el Estadio de La Cartuja. Se trata del mayor desplazamiento de la historia de una entidad que ha demostrado, una vez más, ser la más importante y representativa de la comunidad balear.
Pase lo que pase sobre el verde del recinto andaluz, el de estos días es el mayor éxodo que se recuerda en la isla. Nunca antes, al menos en los últimos tiempos, miles de personas han abandonado Mallorca para acudir un evento que, al contrario que un concierto, un festival o una obra teatral, no garantiza un desenlace satisfactorio. Por ello, conviene poner en valor el esfuerzo, tanto económico como logístico, de los desplazados a la capital andaluza. Incluso, algunos de ellos, se han visto obligados a pedir préstamos bancarios para acudir en familia.
La final más cara de la historia será recordada para siempre por el desplazamiento en masa por tierra, mar y aire de un mallorquinismo que ha superado todo tipo de obstáculos para estar La Cartuja. En total, habrá 20.698 'barralets' en la Grada Norte del feudo andaluz. Hace 21 años, en la última final copera del RCD Mallorca, unos 15.000 viajaron hasta Elche para ver a su equipo alzar el trofeo en el Martínez Valero ante el Recreativo de Huelva. No hay que olvidar que, en la primera final, la de 1991, tan solo acudieron 3.000 mallorquinistas al Santiago Bernabéu, donde los de Serra Ferrer claudicaron en la prórroga ante el Atlético de Madrid.
En la mítica final de Mestalla de 1998, aquella que los de Cúper perdieron en los penaltis ante el FC Barcelona, el equipo mallorquinista contó con el apoyo de 12.000 hinchas a pesar de que el encuentro se disputó un miércoles del mes de abril. Un año más tarde, en 1999 y también entre semana, más de 7.000 aficionados se desplazaron hasta Birmingham (Inglaterra) para asistir a la final de la Recopa en el Villa Park, donde los bermellones cayeron ante la SS Lazio.
Y hablando de desplazamientos masivos. El pasado año se cumplieron cuatro décadas del primer éxodo mallorquinista. Fue en 1983, cuando la entidad presidida por Miquel Contestí regresó a Primera División -pese a perder ante el Castilla en el Bernabéu- tras 13 años de ausencia en los que rozó la desaparición. Entonces, fueron 5.000 desplazados. Tres años más tarde, más de 8.000 viajaron hasta Logroño para celebrar otro histórico ascenso a la élite en Las Gaunas.
Estas cifras demuestran que, además de ser el deporte rey, el fútbol va más allá de 22 jugadores detrás de un balón. Y en el caso del RCD Mallorca, que es un sentimiento que se transmite de generación a generación. Ahora toca disfrutar de un momento que muchos de los mayores ni imaginaban que volverían a vivir. Y también, de que toda esta generación de jóvenes mallorquinistas pueda contar un día a sus hijos y sus nietos que vio a su 'Mallorqueta' ganar la Copa del Rey en Sevilla.