El Consell de Mallorca anunció este lunes el proyecto para acometer el ansiado Tramo 1 del Segundo Cinturón de Palma de forma que las obras puedan comenzar en 2026. Es solo un primer paso –la licitación de la redacción del proyecto–, pero es más que bienvenido porque se trata de una infraestructura muy necesaria para evitar los atascos continuos que sufre Palma en los accesos de esta zona.
El anuncio, si es una buena noticia para todos los residentes en la isla, lo es especialmente para quienes usan esa carretera a diario y, sobre todo, para los vecinos del Coll d’En Rabassa, que dejarán de sufrir el paso por sus calles de miles de vehículos que no las tienen como destino, pero que no les quedaba más remedio que usarlas para llegar a sus destinos.
El proyecto cuenta con un elemento que permitirá aliviar el tráfico en la zona sin generar un fuerte impacto visual: un túnel de algo menos de un kilómetro, que soterrará los vehículos y el ruido que llevan siempre asociados. En conjunto, la obra tiene un presupuesto inicial de 110 millones de euros que la institución insular espera obtener recuperando del Gobierno central los 230 millones del Convenio de Carreteras que decayó en 2022.
Hace muchos años que esta vía debería haber sido acabada. El parón que el proyecto vivió durante los últimos 8 años -en los que el Pacte no hizo nada para reactivar el tramo pendiente- ha supuesto un gran lastre para las soluciones a los contínuos atascos que sufren cada día miles de conductores en los accesos a Palma. Ahora habrá que esperar hasta finales de 2027 o 2028 para que el proyecto sea realidad.
Así, los ciudadanos quedan ahora a la espera de ver cómo desaparece otro elemento que lejos de mejorar la circulación en torno a la ciudad, no ha hecho sino complicarla. Nos referimos al polémico carril bus-VAO, que sigue allí, provocando atascos y confusión en la entrada a Palma desde el aeropuerto, a pesar de que son mayoritarias las voces que claman por su desaparición.