El 11 de marzo, la Policía Nacional recibió una alerta por malos tratos contra una mujer en Manacor. En ese momento no se localizó al agresor, pero se le impuso una orden de alejamiento, a la vez que se instauraron medidas específicas de protección para proteger a la víctima.
Ese mismo día, el agresor se acercó al domicilio en el que ambos vivían, llegando a aporrear la puerta de la vivienda, si bien tampoco en esta ocasión fue localizado el hombre, que tiene antecedentes previos por diferentes episodios de malos tratos y quebrantamiento de condena. Dada la situación de riesgo extremo de agresión hacia su expareja, se estableció un servicio de vigilancia en torno a la víctima.
Ya el día 12 de marzo, los agentes que realizaban las labores de vigilancia en torno al domicilio de la víctima observaron a un varón que vestía capucha y gorra, con actitud huidiza y vigilante, y que se dirigía al domicilio.
Por ello, se acercaron a él y le dieron el alto, tras lo que el hombre aceleró el paso e intentó alejarse. Inició acto seguido una huída a la carrera, pero fue interceptado por los agentes que le tenían vigilado.
Los policías comprobaron la identidad del varón, que resultó ser la pareja de la víctima sobre la que constaba una orden de alejamiento, así como una orden de búsqueda y detención por un delito de malos tratos.