La labor de voluntariado que llevan a cabo muchas personas en nuestro país, en especial en los hospitales, es aún poco conocida, pese a su relevancia. Esa desinteresada y altruista vocación viene a complementar, de algún modo, el excelente trabajo que realiza el personal sanitario en los centros de nuestra comunidad y del resto de España. Así lo ha podido constatar también mallorcadiario.com, tras haber hablado con varios voluntarios.
La coordinadora de Voluntariado del Hospital de Sant Joan de Déu de Palma, Carmen Tarrafeta, explica a este digital que dicho departamento se puso en marcha en los años ochenta, "si bien podríamos decir que los voluntarios existen desde que se fundó la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, en el siglo XVI". El inspirador de esta orden había sido San Juan de Dios, quien dejaría escrito: "Tened siempre caridad, que donde no hay caridad, no hay Dios, aunque en todo lugar está".
Desde sus orígenes, el citado hospital palmesano ha representado, sin duda, uno de los mejores y mayores ejemplos de esa máxima. En ese sentido, Tarrafeta recuerda que cuando se inauguró, en 1955, "mucha gente de Es Coll d'en Rabassa venía a visitar a los niños". En aquella primera época, Sant Joan de Déu era sobre todo un hospital que atendía a menores con poliomielitis.
Tarrafeta confirma, a continuación, que para ser voluntario en este centro hospitalario "no es necesario tener unos conocimientos previos". Así, únicamente es preciso que la persona que desee ser voluntaria se entreviste con la responsable de este departamento, haga unas lecturas y adquiera una formación, que le ofrece Sant Joan de Déu. Cada nuevo voluntario cuenta, además, con el apoyo de un voluntario veterano durante las primeras semanas.
![Carmen Tarrafeta y Juanjo López](https://www.mallorcadiario.com/fotos/editor/606374/1711284426_img-3548.jpg)
Los programas de formación se centran, sobre todo, en dar a conocer las actividades de los centros de San Juan de Dios en toda España, focalizadas en buena medida en personas mayores, personas con algún tipo de discapacidad, personas sin hogar o personas vulnerables. "La pandemia hizo aún más evidente que en nuestro país hay mucha gente mayor que está sola y que no recibe ninguna visita cuando por una razón u otra debe ingresar en un hospital", destaca.
"Cuando detectamos en Sant Joan de Déu a alguna persona que no tiene ninguna cobertura familiar o social, le preguntamos si querría contar con un voluntario para que le haga compañía", señala Tarrafeta, para añadir. "Si la respuesta es que sí, le asignamos un voluntario".
VOCACIÓN DE SERVICIO
Por lo que respecta a los voluntarios, ponen previamente en conocimiento del hospital los días de la semana y las horas en que, salvo imprevistos, podrán llevar a cabo su labor. "Lo único que les pedimos es que haya un compromiso de asistencia por su parte y que a poder ser esas horas sean siempre las mismas, para que nosotros podamos hacer la preceptiva planificación", puntualiza. Aun así, si un voluntario necesita cambiar de día o de hora a partir de un determinado momento, ese cambio se acepta sin ningún problema.
En el caso concreto de Sant Joan de Déu, la labor de los voluntarios consiste esencialmente en hacer compañía a las personas que están solas, llevarlas al jardín del citado centro, acompañarlas a hacer gestiones fuera del hospital o mantener un contacto telefónico regular cuando ya han sido dadas de alta. "La verdad es que se crea un vínculo bastante fuerte", recalca Tarrafeta.
Uno de esos voluntarios es Juanjo López, que tiene 61 años y está ya retirado. A nivel laboral, era propietario de una peluquería, pero llegó un momento en que pensó que quizás era más beneficioso retirarse y empezar una nueva vida. Y así lo hizo. Preguntado acerca de si tiene familia, indica que sí la tiene, pero que no está en Mallorca en la actualidad.
"Me puse en contacto con Sant Joan de Déu hace aproximadamente un año", rememora. "Vi que como tenía tiempo, me apetecía dedicárselo a personas que lo necesitaran", afirma seguidamente. Desde entonces, Juanjo acude allí dos días a la semana, los miércoles y los viernes por la mañana, desde las diez hasta la una.
Lo que más le llena de su trabajo como voluntario es "hacer felices a otras personas, así de sencillo". En cuanto al vínculo que se crea con cada paciente, considera que en sentido estricto "no es de amistad", aunque sin duda tiene un carácter positivo. Por último, señala que ser voluntario le da mucha satisfacción. "Es una de las alegrías de mi vida ahora", concluye.
DIFERENTES FACETAS
Por su parte, la coordinadora de Voluntariado de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), Giovanna Gutiérrez, describe para mallorcadiario.com el trabajo que llevan a cabo sus voluntarios en Son Espases, Son Llàtzer, el Hospital de Inca, el Hospital de Manacor, Can Misses, el Mateu Orfila y el Hospital de Formentera. Previamente, recuerda que la AECC hace otros muchos tipos de voluntariado, más allá del hospitalario. "Nuestros voluntarios son nuestra voz", subraya.
La AECC tiene cuatro tipos de voluntariado, el de información, el de acompañamiento, el de soporte y el de ciencia. "Lo que hace el voluntariado de acompañamiento es estar al lado del paciente, o mejor dicho, de la persona que tiene cáncer, que así es como la llamamos, centrándonos en ella y en su familia", aclara, para apostillar: "Estamos donde nos necesitan".
Gutiérrez explica, asimismo, que por las mañanas los voluntarios de la entidad están en los hospitales de día de todos los centros hospitalarios públicos de Balears en donde se hace quimioterapia. "Vamos con un carrito, en el que llevamos café, leche, infusiones, galletas o quesitos, para invitar a las personas que están allí, y luego les contamos cuáles son nuestros servicios, que son totalmente gratuitos para cualquier persona", comenta.
Ya por las tardes, los voluntarios van a las plantas de Son Espases y de Son LLàtzer en donde están ingresadas las personas con cáncer. "Entramos, saludamos, explicamos nuestros servicios y preguntamos a los pacientes si quieren un ratito de compañía", sintetiza. Además, todos los miércoles la AECC realiza un taller de manualidades, "para que los pacientes se distraigan un poco y los familiares también".
"Nosotros vamos a dichos hospitales dos veces a la semana, los lunes y los miércoles, y si hay una persona que requiere más compañía, nos lo pide y la atendemos también", prosigue Gutiérrez. Otra posible opción es la de acudir al domicilio de un paciente cuando ha sido dado ya de alta y no tiene a nadie que le pueda acompañar en su casa.
EMPATÍA Y ACOMPAÑAMIENTO
Una persona que previamente haya padecido un cáncer puede ser también voluntaria en la AECC, "pero tiene que haber pasado un año desde que ha superado el cáncer, para que esa labor no le afecte emocionalmente".
Cuando alguien desea hacerse voluntario de esta entidad, se inscribe, pasa una entrevista y firma un compromiso de voluntariado. "Has de tener empatía, tiempo y ganas de ayudar", destaca Gutiérrez. Luego viene la formación, que puede ser presencial u on line. "Hay una formación que es obligatoria para hacer la actividad y otra que es optativa, pero muy recomendable, que es con los psicólogos sobre gestión emocional", añade por último.
Precisamente, una de las voluntarias que cuenta con todos los requisitos citados por Gutierrez es Margarita Mestre, de 66 años de edad, que lleva ya casi tres años y medio colaborando con la AECC. "Ahora estoy ya jubilada, pero era psicóloga", indica. En concreto, trabajaba como orientadora en un colegio. Casualmente, fue una profesora de ese centro escolar la que la animó a hacerse voluntaria, como lo era ya dicha docente.
![Margarita Mestre —izquierda—, junto a una compañera](https://www.mallorcadiario.com/fotos/editor/606374/1711321612_img-20240303-wa0010.jpg)
"Voy al hospital de día de Son Llàtzer una vez a la semana, cada miércoles, junto con una compañera, desde las once hasta la una", resalta Margarita. "En ese espacio ofrecemos un desayuno gratuito a pacientes y acompañantes, y al mismo tiempo les damos a conocer la labor que lleva a cabo la Asociación Española Contra el Cáncer", confirma. El objetivo global de esa actuación es "hacer que la gente se sienta bien y acompañada".
"Lo que más valoro es el agradecimiento sincero que recibimos de la gente con la que hablamos", reconoce. Con anterioridad, Margarita había hecho ya una labor de acompañamiento a domicilio y otras actividades como voluntaria, con unos resultados igualmente satisfactorios.
HUERTOS TERAPÉUTICOS
La responsable de Voluntariado de Creu Roja en Balears, Elvira Barrio, recuerda que dicha institución realiza actividades con voluntarios en todas sus áreas, relacionadas con las personas mayores, la infancia, la juventud, el medio ambiente, los hospitales, la prevención, las emergencias o las migraciones. "Uno de los pilares de nuestra organización es el voluntariado", indica.
"En el caso de la intervención en hospitales, está la actividad de los huertos terapéuticos, así como también la actividad de la compañía emocional a personas hospitalizadas y la de la ciberaula para los niños", ilustra. Todas estas tareas no requieren una especialización médica. "En otras actividades, sí tenemos unos perfiles sanitarios específicos", detalla.
Barrio expone que, en general, un voluntario "ha de saber tratar a personas con algún tipo de necesidad, es decir, ha de tener empatía, calma, responsabilidad y compromiso". Al igual que ocurre en el caso de Sant Joan de Déu y de la Asociación Española contra el Cáncer, la persona que quiere colaborar con Creu Roja es citada para asistir a una charla inicial.
Ese primer encuentro es grupal. "Luego hacemos entrevistas individuales para cotejar el perfil de la persona que se acerca a nosotros con las necesidades de actividad que haya en la organización en ese momento", revela, para añadir: "También exploramos motivaciones y competencias, por lo que nos interesa mucho saber cuál es la razón por la que alguien se hace voluntario y qué es lo que más le llama la atención de esta opción, para que al mismo tiempo disfrute de su paso por el voluntariado".
El siguiente paso es ya la realización de "una formación básica institucional para conocer la organización, porque cada departamento tiene sus particularidades". Finalmente, se deriva al voluntario a su área de actividad y se le entrevista de nuevo, "para concretarle cuestiones esencialmente logísticas, como las tareas que deberá ejecutar".
FORMACIÓN ESPECIALIZADA
En relación al proyecto de los huertos terapéuticos, Barrio confirma que la propia Creu Roja "ha dado formación a los voluntarios que de base no sabían gestionar un huerto, para que pudieran hacerlo tras ese aprendizaje". Esta actividad tiene un calendario concreto, al igual que otras actividades, aunque cada una tiene su propia forma de adscripción.
![Elvira Barrio](https://www.mallorcadiario.com/fotos/editor/606374/1711449114_img-20240326-wa0003.jpg)
"Hay actividades en las que uno se puede apuntar semanalmente, mientras que hay otras que requieren un compromiso ya estable desde un inicio, para saber que por ejemplo todos los martes irás a visitar a una persona mayor a su domicilio", especifica a modo de resumen. Lo que sí remarca siempre Creu Roja a todos los futuros aspirantes es que "el voluntariado es un compromiso y una responsabilidad".
"Tengo 65 años y estoy jubilado", esquematiza Manuel González, que es voluntario en los huertos terapéuticos del Hospital de Creu Roja y del Hospital Joan March. A lo largo de su vida laboral, había trabajado como albañil. "Decidí hacerme voluntario porque con anterioridad ya me gustaba ayudar a la gente, por ejemplo recogiendo y repartiendo comida", recalca.
Además, Cruz Roja había ayudado años atrás a Manuel. "Tenía una deuda en la casa en donde vivía, en concreto, no podía pagar el alquiler, y Cruz Roja me ayudó a pagarlo", reconoce con gratitud. En estos momentos, lleva ya unos doce años como voluntario, los dos últimos en las mesas de cultivo de los dos hospitales citados. "Junto con los pacientes, unas veces cultivamos y otras quitamos hierbas", continúa. El objetivo último es "intentar que los pacientes estén a gusto y que se encuentren bien".
Manuel acude al Hospital de Creu Roja los martes por la tarde, de tres a cinco, mientras que al Joan March va los jueves por la mañana, de once a una. Su ejemplo, el de Margarita, el de Juanjo y el de miles de personas más dan todo su sentido a la sentencia quizás más conocida del gran poeta libanés Khalil Gibran: "Dormí y soñé que la vida es alegría. Me desperté y vi que la vida es servicio. Serví y vi que el servicio es alegría".