A las puertas de celebrar el Día de la Mujer el 8 de marzo y, antes de que las de siempre empiecen a darnos la turra con su pseudofeminismo, deberíamos poner más en valor que nuestra sociedad está entre las más avanzadas en materia de igualdad entre hombres y mujeres. Qué duda cabe de que las mujeres van conquistando todos los espacios sociales, incluyendo los círculos de mayor influencia tanto en lo público como en lo privado. Aunque aún queda mucho camino por recorrer.
Es innegable que, para las mujeres, sigue habiendo obstáculos. La realidad es que todavía existen desigualdades salariales y una importante “brecha de maternidad” y es responsabilidad de todos impulsar políticas de corresponsabilidad y conciliación compartida. Sin duda, la dificultad para conciliar la vida laboral y la familiar es la gran asignatura pendiente de nuestro Estado de bienestar y un freno especialmente para las mujeres, que siguen siendo las que asumen mayoritariamente las tareas del cuidado de los hijos y que, en muchas ocasiones, se ven obligadas a elegir entre su carrera profesional y el cuidado de sus hijos.
Gracias al Índice ClosinGap elaborado por PwC, indicador de referencia en nuestro país para la medición y seguimiento de la evolución de la igualdad de género en España y de su incidencia en el PIB, sabemos que todavía queda una brecha del 35,1% por cerrar y que, si la evolución se mantiene al ritmo de los últimos años, se conseguiría la paridad de género dentro de 39 años, en 2062. Los indicadores de empleo, conciliación y educación han mejorado muy tímidamente respecto a la última edición del estudio, pero la brecha entre hombres y mujeres ha aumentado en factores como la digitalización y la educación en carreras técnicas, lo que se traslada posteriormente en una menor presencia de mujeres en profesiones TIC. Y en clave económica, ¿Sabes que el coste de oportunidad de la brecha de género en España fue de 213.013 millones de euros en 2022? Lo que equivale a un 15,85% del PIB, a 2,9 millones de empleos y 290.000 iniciativas empresariales que podrían ponerse en marcha.
Frente al sistema de cuotas que penaliza a las mujeres y a la meritocracia, es urgente avanzar impulsando políticas públicas que corrijan las barreras estructurales y fomenten la conciliación desde la corresponsabilidad para garantizar que, tanto mujeres como hombres, puedan disfrutar de un equilibrio saludable entre sus responsabilidades laborales y familiares. Porque la paridad no es sinónimo de igualdad de oportunidades. Porque para alcanzar la igualdad de oportunidades no basta solo con cumplir cuotas. No se logra detrás de una pancarta con eslóganes que no me representan en absoluto porque solo persiguen colectivizar y etiquetar a la mujer, incluso llegando a ridiculizarla. Ese no es el feminismo que defendió Simone de Beauvoir. "Que nada nos limite. Que nada nos defina. Que nada nos sujete. Que la libertad sea nuestra propia sustancia". Así entiendo yo el feminismo como madre de dos hijos, como mujer trabajadora y como ex política. Un feminismo que no excluye y que defiende que todos, hombres y mujeres, cabemos bajo su paraguas, rumbo a una sociedad más libre, más igualitaria y más justa.