Quiero compartir en este articulo las reflexiones de una paciente que padece un trastorno bipolar, porque en él se reflejan desde la experiencia sentida y vivida de la enfermedad, un testimonio muy valioso y pedagógico de las vicisitudes que ha conllevado esta montaña rusa de las emociones y de le los afectos en su biografía, en sus relaciones afectivas en su adaptación familiar y laboral.
“Cómo es la vida una vez que eres diagnosticada con Trastorno Bipolar? En mi caso fue un alivio poder darle nombre y etiquetar a un sufrimiento que llevaba desde 1997 año en que empecé a estudiar Filología Inglesa en la Universitat de Barcelona.
Todo empezó en septiembre de 1997 con el inicio de mi carrera universitaria hice un trabajo para la asignatura de LLengua Anglesa I y mi profesora me recomendó que me diera de baja de la carrera, estamos hablando de octubre de 1997. Yo pasé de ser una chica inteligente con muy buenas notas en el COU a sentirme la estudiante más tonta de toda la promoción de Filología Inglesa de 1997. Yo no quise rendirme y abandonar mis estudios universitarios pero gracias al apoyo de mi padre continué.
¿Cómo puedo definir mi vida universitaria y posuniversitaria? pues en una montaña rusa de emociones, a temporadas me sentía la reina del mambo y a otras estaba apagada pero sin caer en la depresión, es decir, me faltaba energía como le pasan a los conejos del famoso anuncio de Duracell.
Cada vez que llegaban las etapas en las cuales me sentía triste y apagada acudía buscando ayuda a diferentes psicólogos y psiquiatras. Todos me decían que tenía depresión unipolar y que debía medicarme pero yo me negaba a tomar medicación y como hacía mucho deporte esa etapa de bajo estado de ánimo desaparecía gracias a mis largas caminatas en el Barrrio de Ciutat Vella y a las sesiones maratonianas de gimnasio con personal trainer incluido.
En cuanto se acabó mi etapa universitaria empezó mi etapa laboral y mi problema se fue agrandando, tenía etapas con muy baja energía. Yo seguía haciendo mi peregrinaje de psicóloga en psicóloga y de psiquiatra en psiquiatra pero nadie fue capaz de darse cuenta de mi verdadero diagnóstico que es el Trastorno Bipolar 2. (existen fases donde impera la depresión alternando con fases de hiperactividad, euforia,insomnio)
Llegó un momento en el cual no soportaba más vivir bajo la presión y estrés de Barcelona y entonces contrariamente a mi voluntad decidí regresar a vivir a Mallorca a la casa de mis padres porque yo era consciente de que estaba mal y de que necesitaba ayuda médica. Entonces pedí cita con una doctora psiquiatra que pasaba consulta una vez por semana en mi pueblo. Esa doctora me diagnosticó con ansiedad y con depresión unipolar. Me recetó una lista enorme de medicamentos y nada más salir de la consulta cogí el diagnóstico y las recetas médicas y las hice trocitos. Posteriormente las tiré en la papelera de mi casa y las volví a trocear porque tenía miedo de que alguien pudiera recomponer los documentos y enterarse que yo había ido al psiquiatra porque para mí ir al psiquiatra en ese momento era algo malo era igual a estar loco, me daba mucha vergüenza y tenía mucho miedo al rechazo.
Yo seguí teniendo temporadas buenas y temporadas malas que cada vez se iban acentuando más. Cada vez que me sentía mal salía corriendo a buscar ayuda privada pero nadie conseguía ayudarme y yo cada vez me sentía peor. Estuve unos años siendo paciente de un joven psiquiatra quién me diagnosticó con ansiedad y con depresión unipolar pero yo era una paciente que cuando me sentía bien dejaba por mi cuenta la medicación, no tenía adherencia a la medicación. Cuando me volvía a sentir mal regresaba a la consulta de mi vecino psiquiatra de quién aprendí muchísimo sobre Psiquiatría.
En junio del 2019 yo estaba tomando un antidepresivo que me hizo un viraje hacia la hipomanía, fue mi primera hipomanía fuerte. Por entonces yo estaba estudiando el Máster de Neuropsicología tenía en mi casa el DSM-5 (Manual americano de la Clasificación de los Trastornos Mentales) me puse a leerlo y a buscar el diagnóstico que más se encaja con todos mis pródromos (indicadores médicos) y yo mismita descubrí a finales de junio de 2019 que tenía Trastorno Bipolar 2.
Cuánto he valorado que me escucharan de forma empática sin juzgarme. Como dije anteriormente poner un nombre a mi enfermedad fue un alivio porque ya sabía qué me pasaba y cómo tenía que vivir mi vida. Bajo supervisión continúa de un psiquiatra para ayudarme a regular la medicación según mis estados de ánimo.
Cómo afecta a uno mismo el diagnóstico de Trastorno Bipolar? En primer lugar cómo he dicho más arriba, es un alivio poner nombre a lo que te está sucediendo pero después empieza el autoestigma porque uno se culpa de tener la enfermedad cuando no elige sus propios genes, tenemos los genes que nos han tocado al nacer.
Con el autoestigma uno siente rechazo a sí mismo y miedo porque pasa a formar parte del grupo llamado " locos" y tiene que tomar medicación de por vida e ir al psiquiatra. Que no es lo mismo ir al psiquiatra de por vida que ir al dermatólogo porque tiene una connotación negativa hasta por el resto de las especialidades médicas. El auto-estigma es una tortura y es mucho peor que el estigma de la sociedad contra las personas con salud mental porque tú vives 24 horas del día con tu cerebro y te vas auto machacando hasta que un día consigues aceptarte a ti misma e integrar la enfermedad como si fuera una parte más de ti misma y es entonces cuando se acaba el sufrimiento. Al aceptarse a uno mismo con nuestros claros y nuestros oscuros, con nuestros dos "yo" es cuando se elimina el autoestigma”.
Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.